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Nos unimos al análisis del diario británico The Guardian, quien hace una radiografía del panorma político a horas de la elección presidencial mexicana; ¿podrá un reciente movimiento de conciencia ciudadana inclinar la balanza en favor de Andres Manuel López Obrador?

El diario británico The Guardian titula una nota sobre la antesala de las elecciones mexicanas preguntándose si los mexicanos ¿están por votar el regreso de la dictadura perfecta? La frase hace referencia al PRI, que en palabras del escritor Marios Vargas Llosa, tejió una sucesión presidencial que en realidad era una dictadura disfrazada.

The Guardian, de reciente influencia en la opinión pública mexicana con un valiente trabajo de denuncia de la colusión entre el candidato Enrique Peña Nieto y Televisa, nos sitúa en un clima electoral que parece estar mimetizado en el cielo de la Ciudad de México, que intermitentemente va de un lustroso sol veraniego a una tempestuosa nubosidad. Un reino de la incertidumbre que pende sobre sus habitantes.

Las encuestas, dice el diario británico y la mayoría de los medios, sugieren que el PRI estaría por regresar a la presidencia de la mano de su "candidato telegénico". Esto en un marco de sondeos de opinión que reiteradamente parecen reflejar lo mismo la intención de voto como la preferencia del medio o partido que promuve una encuesta. Así el pronóstico del clima político se empantana y cobra un incierto panorama. Todo lo más por un reciente y por momentos electrizante movimiento ciudadano juvenil que se ha manifestado en contra de las televisoras y del PRI, un partido cuyos gobernadores estatales comúnmente están envueltos en prácticas de corrupción y en relaciones de contubernio con el narcotráfico. Este movimiento, bajo la rótula #YoSoy132, ha sido recibido por la clase intelectual que no es parte del sistema en el poder como una de las manifestaciones más interesantes y posiblemente transformadoras de la historia reciente de un país sumido en una profunda desigualdad, que lamentablemente genara una gran ignorancia que es explotada y capitalizada por empresas como Televisa y partidos políticos como el PRI.

Ligado al pueblo y a las clases media y baja, el candidato de izquierda Andrés Manuel López Obrador, parece haber obtenido un nuevo impulso, al tiempo que algunas personas consideraban su candidatura un tanto desgastada. López Obrador, quien, pese a  padececer notorias campañas difamatorias y un posible fraude electoral en su contra, se ha mantenido pacífico y con una integridad moral difícil de empañar, parece ser la opción preferida por los usuarios de las redes sociales, quienes han lanzado una intensa campaña a su favor. Esto, en descollante contraste con las campañas de los otros partidos en las redes sociales, dominadas por bots y proselitismo pagado. Sin embargo, México, como resultado de esa histórica desigualdad no tiene una gran penetración de Internet, y la información que circula libremente en estas redes no se difunde masivamente en gran parte del país, donde impera la progaganda mediática controlada por oligopolios como Televisa y TV Azteca.

El movimiento que se genera en las redes sociales resulta auspicioso en tanto a un despertar de la conciencia política ciudadana. Ciudadanos se organizan para denunciar irregularidades electorales en proceso de gestación, compra de votos y demá prácticas tradicionales de la mapachería y la "alquimia electoral" del PRI (a lo que se añade el posible fraude por "carrusel"). Al mismo tiempo miembros del grupo hacktivista Anonymous amenazan con atacar las páginas de los partidos e instituciones que exhiban práctica antidemocráticas.

Aunque existe la tendencia generalizada a considerar que Peña Nieto ganará, los ciudadanos que buscan un cambio sustancial aún albergan esperanzas de que las urnas reflejen el estado mental incipiente de la población en contra del PRI (una memoria reactivada). Esbozemos una posibilidad: un efecto de masa crítica, casi una especie de efecto de resonancia mórfica (la teoría de la transmisión de la información del biólogo Rupert Sheldrake). Una reacción en cadena de activación de la conciencia colectiva sería difícil de medir por una encuesta, una especie de ambiente fertilizante  que esté ocurriendo en estos momentos. Una mutación, un salto evolutivo acelerado que, aunque suena un tanto precipitado, no es del todo imposible. Si la gran mayoría de los indecisos son sensibles a esta atmósfera mental que se genera como un campo de pensamiento, el margen de las encuestas seguramente podría inclinarse a favor de López Obrador.

De no ocurrir este histórico repunte, de cualquier forma habrá que contribuir activamente a la continuidad del movimiento de protesta ciudadano y de concientización de las masas. Habrá que instaurar una vigilancia ciudadana minuciosa que exiga cuentas y que se movilice para significar una fuerza de oposición real al régimen priista. Y en el caso de que Enriqe Peña Nieto incurra en las viejas prácticas de corrupción y protección de la élite político-empresarial que caracteriza a su partido y a su experiencia como goberandor del Estado de México, por qué no pensar en que sea derrocado. El crecimiento del movimiento estudiantil apoyado por los intelectuales, por los medios alternativos y los espacios de comunicación horizontal, como las redes sociales, podrían catalizar un movimiento revolucionario y finalmente alterar el orden de las cosas para que México no siga siendo, como ha ocurrido en los últimos 500 años, una tierra saqueada y un pueblo sistemáticamente oprimido. Esto podría ser sólo lo que se conoce como wishful thinking (pensamiento ilusorio), pero tal vez la intención pueda transformar la ilusión en realidad.

Twitter del autor: @alepholo