Cuando se trata de mejorar la calidad de nuestra vida, recurrimos a métodos que precisamente no son los adecuados para dicho fin, como adquirir de manera compulsiva objetos materiales que, tarde o temprano, terminarán por mermar nuestra economía personal.
Si se trata de darle un plus altamente afectivo y poderoso a nuestra calidad de vida, es muy probable que lo logres con el optimismo, el buen humor, la curiosidad, entre otras actitudes que potencializan el bienestar en las personas que los experimentan de manera constante, según un estudio publicado en Journal of Hapiness Studies.
El estudio incluyó a 178 adultos que fueron divididos en 3 grupos: al primero se le ordenó la tarea de practicar rasgos de carácter como la gratitud, el buen humor, y el entusiasmo; al segundo grupo, la bondad, el amor y la apreciación de la belleza; al tercero no se le fijo ninguna tarea específica.
Los dos primeros grupos realizaron actividades como el envío de tarjetas a sus seres queridos, apreciaron situaciones de la vida cotidiana que resaltan por su bondad y belleza y admiraron obras de arte que resultan estéticas para el ojo humano.
Los investigadores encontraron que los grupos 1 y 2 resultaron altamente beneficiados en el bienestar de su vida en general, gracias a las acciones que habían realizado en pro de la felicidad mundial.