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Comer es una de las actividades que más humanos nos hacen, en torno a la cual hemos elaborado sensibles rituales que llevamos a todos lados, así sea el espacio sideral.

Algo tiene de paradójica la exploración espacial, esa voluntad del ser humano por trascender esta que por mucho tiempo fue la frontera última —el planeta— y conocer lo que existe más allá. Lo curioso es que, como ya alguna vez fabuló el genial Ray Bradbury en sus Crónicas marcianas, adondequiera que vaya el ser humano llevará también su naturaleza: sus miedos, sus frustraciones, sus límites. Pero, afortunadamente, también su humor.

En este sentido, las fotografías que presentamos ahora representan una clara muestra no solo de que la diversión, el ánimo lúdico, es uno de las rasgos más humanos, uno que, si alguna vez entramos en contacto manifiesto con otras civilizaciones, probablemente nos distinga como especie.

Estas imágenes son una especie de homenaje a los cosmonautas que, a bordo de la cápsula espacial Soyuz, partieron el pasado 15 de mayo de Kazajistán con rumbo a la Estación Espacial Internacional. Como se ve, la solemnidad que comúnmente se asocia con estos acontecimientos contrasta enormemente con la hilarante levedad que rodea a los astronautas, y no solo porque se encuentren en un contexto de gravedad cero, sino porque evidentemente la están pasando bien, se están divirtiendo sin importar que se encuentren a cientos de kilómetros de la Tierra.

Igualmente las escenas nos invitan a pensar en esas actos elementales que de algún modo cifran nuestra humanidad, que en su práctica cotidiana ineludible, repetida ritualmente durante siglos, conservan el núcleo irrenunciable de nuestra civilización y nuestra historia. Comer, en este caso, así sea en el espacio sideral.

[EgoTV]