*

Facebook venderá 5 mil millones de dólares en acciones en el mercado bursátil: este enorme flujo de capital motivará un cambio esencial en la red social más grande del mundo. En palabtas de Douglas Rushkoff, al cotizar en la bolsa, Facebook se somete al cpaitalismo corporativo y se alínea con su programa.

Este miércoles Facebook anunció que hará su primera oferta pública de venta, buscando recaudar 5 mil millones de dólares en su primera aventura bursátil. Este paso iniciático marca un acontecimiento histórico para las compañías de Internet —Facebook supera a Google y a Microsoft en el valor de su primera oferta— pero también significa un punto de no retorno en cuanto a su composición esencial una vez que el dinero bombee en su sangre. Y los casi 850 millones de usuarios que son parte integral de este continente social seguramente padecerán estos cambios.

Facebook planea vender 5 mil millones de dólares en acciones, tasando su valor total entre los 75 mil millones y los 100 mil millones de dólares —esto es, varias veces superior la oferta inicial de Google en el 2004. Aunque los 3.7 mil millones de dólares que ingresó Facebook el año pasado y los mil millones de ganancias netas que reportó son vistos de manera alentadora, la empresa capitaliza  sobre todo su enorme potencial —más que su actualidad— y el intangible que significa la información privada de sus usuarios. Existe cierto debate sobre si esta empresa no encabeza una nueva burbuja financiera "soplada" por Goldman Sachs o es en realidad el nuevo gigante y llegará a ser "demasiado grande para dejar caer".

El valor de Facebook son sus 845 millones de usuarios, de los cuales 483 millones visitan el sitio diariamente. Estos usuarios han compartido más de 100 petabytes  (100 trillones de bytes) de fotos y videos y generado 2.7 mil millones de likes y comentarios al día en el último trimestre del 2011.

Además de convertir a su fundador Mark Zuckerberg en multimillonario (con el 28.4 % del total de las acciones), Facebook, al dejar el dorm para ir a Wall Street, engrosará las arcas del magnate tecno utopista Peter Thiel, quien realizó el angel investment de 500 mil dólares en el 2004 y cuya visión de negocios se considera clave en la consolidación de esta red social (Thiel trajo además, a través de sus socios In-Q-Tel, un siniestro vínculo con la CIA a Facebook). El cantante y filantropista fantoche Bono, a través de su empresa Elevation Partners, también tiene una buena cantidad de acciones y hará caja después de una serie de inversiones poco redituables.

Esta bonanza financiera alterará inevitablemente la forma en la que Facebook se programa. Según Douglas Rushkoff, quizás el más brillante analista de lo que significa Internet, el paso hacia cotizar en la bolsa acabará redefiniendo la esencia de Facebook. Y pese a que la gran mayoría de los medios celebra el début de Facebook como el heroico triunfo del individualismo (de un chico de Harvard que creó un imperio desde su dormitorio), un nuevo american dream hecho realidad, Rushkoff ve también a la Hidra del capitalismo tomando control del sueño:

En realidad, sin embargo, no creo que estemos presenciando la victoria de Facebook sobre los mercados financieros sino su aquiesencia a ellos. Sí. Apple retó a Microsoft por la supremacía del software, como ahora Facebook reta a Google por la supremacía de Internet. Pero hay otro sistema operativo agitándose debajo de esta activida de alta tecnología, y se llama capitalismo corporativo. Si una compañía es suficientemente grande —esto significa simplemente tener tanto dinero— entonces tarde o temprano ese dinero influye en todas las actividades de esa compañía.

Aunque Facebook no goza de una imagen tan popular y "cool" como la de Google (la cual, por cierto, se ha debilitado en los últimos años, bajo la incredulidad de su "Don´t be evil"),  aún así se mantiene como un lugar que genera una experiencia de vinculación emocional (de engagement) altamente positiva en sus usuarios. Más allá de toda la polémica que genera su ética en cuanto al uso de la información privada de sus usuarios (la minería de datos), Facebook es en cierta forma revolucionario, conecta a millones de personas (aunque también pueda desconectarlos de la realidad inmediata) y se ha convertido en una herramienta invaluable para compartir información: una pizarra noósferica. Hasta el punto de que muchas personas, en los bríos de esta burbuja optimista, creen que:

Este nuevo medio —las redes sociales— no solo redifinirá el Internet, cambiará las relaciones humanas, creará un nuevo paisaje de marketing, desafiará a Google, ahora nos rescatará y alterará a la economía como tal. Como un kudzu [enredadera que devora a la plantas que invade] virtual, se infiltrará en los mercados financieros, creando todo tipo de oportunidades para que se cimente una economía entre iguales. Nos ganaremos la vida jugando Farmville o diseñando nuevas versiones de este juego, o invirtiendo en compañías que lo hagan.

Nótese la ironía en el comentario anterior de Rushkoff. Esta fiebre de oro por Facebook podrá en cierta forma cambiar el mundo —y seguramente hará ricos a sus creadores  y asociados— pero difícilmente cambiará el sistema financiero al cual ahora se entrega. La innovación en Internet y los nuevos espacios digitales tienen cierta frescura, cierta inocencia: generalmente sus arquitectos son jóvenes que, más allá de que también busquen ganar dinero, se ven motivados por una idea: una energía creativa permea su intención. Esto, sin embargo, puede cambiar rápidamente:

Simplemente convertirte en una compañía de miles de millones de dólares cambia la esencia de las metas, actividades y propósitos. El flujo sanguíneo se llena de dinero, y el dinero tiene su propia agenda. Porque, como la imprenta, la TV o el Internet, el dinero es un medio, también. Tiene sesgos, o tendencias, programadas. El tipo de dinero que usamos —divisas producidas por bancos centrales— tiene un sesgo hacia el préstamo. Por eso llamamos nuestro sistema "capitalismo". Se trata del capital: nuestro dinero está diseñado para favorever a aquellos que lo prestan a otros que en realidad lo usan para construir compañías o crear valor.

Por ejemplo, desde que se volvió público, Google tiene que probar su devoción a sus accionistas cortando sus programas predilectos, logrando incrementar las ganancias y demostrando enfoque por encima de sus grandes sueños. Ya no tantos experimentos como Google Labs y sí productos com Android para competir con Apple iOS y G+ para competir con Facebook. Ya no presumir que sus emplados tienen el 20% de su tiempo para proyectos personales. Ahora es una verdadera corporación y se debe comportar como tal.

Quizás esperando que podría surgir una crítica así, y consciente de que los inversionistas buscan el "cool" (ese nuevo grial, tantálico, de las corporaciones),  Zuckerberg se blindó dando a conocer, junto con su solicitud de venta pública un manifiesto: "The Hacker Way". En un mensaje que de alguna forma busca apropiarse del verdadero significado del hacking y convertirlo en parte del sistema, de la misma forma que se venden camisetas del Che Guevara y se hace un marketing de la rebeldía, Zuckerberg escribe:

Hackear es una disciplina inherentemente activa. En vez de debatir si una buena idea es posible o cuál es la mejor forma de construir algo, los hackers simplemente harían un prototipo y verían si funciona. Hay un mantra hacker que oirás mucho en las oficinas de Facebook: "el código gana argumentos"... No construimos servicios para ganar dinero. Ganamos dinero para construir mejores servicios.

Interesante y revelador lo que dice Zuckerberg. Da muestras de convertirse ya, más que en un brillante programador, en un CEO, dando un  paso à la Jobs. Marketing. Facebook se vende como si ellos fueran los hackers. Los hackers que son actualmente los nuevos caudillos revolucionarios, lo más cool del planeta. Facebook busca dar la impresión de que ellos han hackeado el sistema —e implementan uno nuevo para todos nosotros— y por lo tanto tener acciones es ser parte de esta "revolución", un valor agregado y un valor cuidado por su dominio.

Rushkoff ve a través de Zuckerberg y considera que más que el el movimiento de un hacker o de un desarrollador que programa un sistema operativo —una nueva realidad—, el CEO de Facebook se mueve como alguien que acepta y se somete al programa existente.

Quería crear un sistema operativo sobre el cual la actividad humana ocurría.

Pero a lo que ha sucumbido al final, sin embargo, es al hecho de que Facebook desde el principio estaba corriendo sobre otro sistema operativo. En vez de revolucionar nuestra realidad, al lanzar una oferta de venta pública, Mark Zuckerberg finalmente se está alineando con el programa.

[Rushkoff en CNN]