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El futuro está en el biohacking, la confluencia de múltiples disciplinas que quizá nos haga entender las nociones de vida y tecnología de una manera totalmente diferente a como las comprendemos ahora.

Hay quienes piensan, con razón, que el futuro está en la transdisciplinariedad, esto es, en la confluencia de dos o más disciplinas científicas y tecnológicas que redunde en el desarrollo de conocimiento que de otra forma sería imposible.

Uno de los mejores ejemplos de esta tendencia es el biohacking, un término un poco informal para designar todas esas investigaciones en torno a las estructuras más íntimas de la vida, una combinación de biología, genética, química y computación con la que se busca generar nuevos y fértiles vínculos entre la vida y la tecnología.

En Silicon Valley, la cuna de los desarrollos tecnológicos más decisivos de los últimos años, este espíritu de innovación no se abandona y se ha dado en apoyar el biohacking con la creación de un lugar específico con las condiciones necesarias para trabajar en el campo. Se trata de BioCurious, un laboratorio de 2,500 metros cuadrados de superficie inaugurado en noviembre pasado, donde científicos realizan experimentos en biotecnología, ciencias genómicas y otras disciplinas afines.

Comparándose con los años en que Silicon Valley fue un hervidero de nuevas tecnologías cada vez más asombrosas, BioCurious intenta erigirse como el nuevo foco que irradie los desarrollos del siglo XXI: entes inéditos en quienes confluyan los circuitos y los tejidos, seres vivos maquinizados o biomáquinas que vengan a revolucionar las ideas de vida y tecnología tal y como hasta ahora las comprendemos.

[WSJ]