Uno de los títulos más entrañables de la literatura fantástica es El hobbit, la obra de J. R. R. Tolkien que más allá de los elogios recibidos por personajes tan importantes como el poeta W. H. Auden, se ha mantenido como uno de los relatos preferidos por los lectores de casi cualquier edad (aunque generalmente se le considere como una narración infantil o juvenil).
Quien se haya acercado a la obra de este autor sudafricano, durante varios años profesor de literatura inglesa en Oxford, sabrá que su grado de detallismo y minuciosidad son sorprendentes. Si bien es cierto que Tolkien abreva de diversas y a veces muy evidentes fuentes del folclor anglosajón y normando, ello no demerita su capacidad de imaginación con la que pudo crear en sus libros todo un mundo paralelo y casi autónomo, a veces ilusoriamente independiente de su creador o sus lectores.
Esto, que es una cualidad del escritor, se ve reflejado en la enorme cantidad de manuscritos, notas, apunte sueltos, mapas y otros papeles con los que Tolkien fue perfilando poco a poco el universo de la Tierra Media.
Ese archivo guarda todavía numerosas sorpresas que solo póstuma y paulatinamente han salido a la luz. De estas, la última publicada es una amplia serie de dibujos, de la mano del propio Tolkien, que ilustra las aventuras de El hobbit. Luego de haber sido descubiertos y después digitalizados en la prestigiosa Bodleian Library de Oxford, los dibujos se publican ahora en un tomo titulado Art of the Hobbit (Harpercollins), con el cual se celebran además los 75 años de que Tolkien entregara el manuscrito a su editor (en 1936) y de que este fuera publicado por la casa George Allen & Unwin en septiembre de 1937.
Aunque Tolkien era más bien un dibujante amateur, sus trazos se corresponden exactamente con esa límpida sencillez (quizá uno de los estilos más difíciles de lograr) que ha hecho de El hobbit uno de los libros más queridos de todas las épocas.
"Smaug Flies Round the Mountain" (acuarela)
"Smaug in Flight and Dwarves Marching"
"The Front Door"
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