*

Pliegue cerebral permite distinguir entre realidad e imaginación

Ciencia

Por: Jimena O. - 10/18/2011

Especialistas de la neurociencia descubren el pliegue cerebral con el que distinguimos entre realidad e imaginación, el lugar donde posiblemente reside la locura pero quizá también la fabulación artística.

Quizá muchos hayan experimentado la sensación que a veces sobreviene con ciertas películas, libros, sueños e incluso en el fantaseo diurno (el daydream del inglés), en los que por un instante es imposible discernir entre realidad y ficción o, mejor dicho, en los que por un instante la ficción suplanta totalmente todo eso que llamamos nuestra realidad inmediata. Sin embargo, sabemos también que ese instante, aunque parece extrañamente dilatado en el tiempo, finaliza pronto, se diluye y vuelve a dar paso, pesarosamente, a nuestra conocida realidad cotidiana. ¿Qué impide, como algunos escritores o cineastas han propuesto, que nos quedemos perpetuamente en ese otro mundo totalmente imaginado?

Según un descubrimiento reciente en el que participaron neurocientíficos de Cambridge y de la Universidad de Melbourne, la capacidad cerebral y más específicamente de la memoria de saber separar y distinguir entre lo real y lo ficticio podría residir en un pequeño pliegue en la parte frontal del cerebro, pliegue que algunas personas poseen y otras no (lo cual podría ayudar a entender trastornos como la esquizofrenia, en que los límites entre el delirio y la realidad se han borrado del todo).

Los especialistas exploraban la parte frontal del cerebro, de la que ya se sabe que tiene una gran responsabilidad en registrar los hechos reales, cuando se toparon con el surco paracingulado, sin embargo, lo que más llamó su atención en las 53 resonancias magnéticas aplicadas, fue la gran variación del pliegue, pues si bien algunos de los voluntarios lo tienen bien desarrollado en ambos hemisferios cerebrales, otros lo tienen solo en uno de los hemisfrios y otros más carecen totalmente de dicho surco.

Con esta evidencia los investigadores probaron el siguiente experimento: los participantes leyeron parejas de palabras generalmente conocidas (por ejemplo, “Jekyll y Hyde”), algunas de las cuales estaban incompletas (“Jekyll y ¿?”); si este era el caso, se les pidió que imaginaran la palabra que podría completar el par. Al final otra persona o el participante mismo repetía las palabras en voz alta.

La siguiente etapa consistió en probar la memoria de los participantes y su capacidad para distinguir entre realidad e imaginación con dos preguntas: la primera, si habían visto las dos palabras de la pareja o solo una; la segunda pregunta, si podían decir quién había leído en voz alta las palabras, si el encargado del experimento o el participante. Según los investigadores, quienes no tienen desarrollado el pliegue al frente del cerebro no pudieron responder con claridad las cuestiones, equivocaron sus recuerdos y fueron incapaces de decir si algo había sido real o solo lo habían imaginado, aunque lo más interesante es que estas personas contestaron con suficiencia, seguros de que respondían con la verdad.

Por el momento estos estudios no son conclusivo, más bien podrían considerárseles una pista a seguir. Con todo, no deja de resultar un tanto polémica su posible utilidad práctica cuando consiga descubrimientos irrefutables: si bien podría servir para evitar que algunas personas caigan en el infierno de la locura, quizá a otras destinadas a cierta genialidad artística se les prive de desarrollar su talento y se les normalice y adapte a una vida en la que no exista más que esta realidad.

[Discover Magazine]