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Ejecutivos chinos de más de 40 años se embriagan con tanta o mayor frecuencia que cualquier veinteañero occidental, pero por motivos laborales: para cerrar un negocio o estrechar relaciones comerciales.

Sabemos bien, acaso por experiencia propia o por atestiguarlo en otros, que las parrandas son una suerte de rito iniciático para cualquier joven, además de que no son pocos quienes las mantienen como práctica finisemanal hasta bien entrados los treinta.

Sin embargo, se ha descubierto que en China estos ebrios consuetudinarios son regularmente personas que han pasado de los 40 años de edad y cuya adicción —que algunos asumen con extraña fatalidad— se debe en numerosos casos a motivos laborales: un encargado de negocios, por ejemplo, está obligado a aguantar estas parrandas por el único fin de cerrar un trato con otra empresa.

“Se dará prioridad a los candidatos con una buena capacidad de bebida”, pide la Hunan Zhike Public Security Engineering Company como requisito de contratación de un ejecutivo. El reclutador explica: “El trabajo consiste en favorecer los negocios por medio de conexiones cercanas con nuestros clientes. Beber es parte importante del trabajo”. La bebida más recurrente en estas ocasiones es el tradicional baijiu, un destilado de sorgo comparable con el vodka y del cual los involucrados llegan a beber hasta medio litro por encuentro.

“Si bebo”, dice uno de estos empleados, Peter Chi, con misteriosa resignación, “no necesariamente me ayudará a conseguir una promoción. Pero si no bebo, es todavía menos probable que me asciendan. Así que prefiero beber, aunque no sea del todo placentero […]; “es muy normal recibir la orden de beber por parte de los jefes”.

Más allá de que el intercambio social con alcohol mediante ha sido una práctica común en China —por momentos celebrada y a veces proscrita— actualmente, y en estas circunstancias en especial, se está convirtiendo en problema de salud pública, al parecer fomentado por cierto margen ampliado de libertad y un mayor poder adquisitivo. Li Yichong, coordinador de un estudio auspiciado por el Centro Nacional para el Control de las Enfermedades Crónicas y no Contagiosas de China, asegura que en el país beben 56% de los hombres y 15% de las mujeres, cifras que se vuelven alarmantes porque de dicha población, el 57% de los hombres y el 27% de las mujeres se embriagan con frecuencia. Por otra parte los hábitos de abuso en el consumo de alcohol se clasifican en tres grandes categorías: beber en exceso, beber asiduamente (de cinco a siete días por semana) y emborracharse.

Aunque restar responsabilidad a estos hombres y mujeres por las prácticas que eligen abrazar, como esta de beber hasta el hartazgo, sería un poco indigno para ellos mismos (en tanto no son impedidos sin algún grado de libertad), es evidente que en su adicción mucho tiene que ver el trabajo que desempeñan y los mandatos que están obligados a cumplir con tal de obtener un salario.

Sería interesante saber qué pasará con todos esos ejecutivos y encargados de negocios dentro de 10 o 20 años, si acaso las empresas a las que ahora tributan su salud velarán por ellos y sus últimos días o, como parece más probable, los desecharán por inservibles, tal y como se desecha la pieza gastada de una máquina que debe seguir funcionando.

[BBC]