A finales de la década de los 90 Google revolucionó Internet. Una de las claves por las cuales Google logró cambiar para siempre la forma en la que interactuamos con la información, aumentando el aspecto cualitativo de los resultados de nuestras búsquedas, fue su algoritmo. El algoritmo de Google es una misteriosa fórmula matemática de múltiples factores más valiosa que la fórmula de Coca-Cola, pero el factor más importante de este algoritmo es la cantidad y sobre todo la calidad de links que apuntan a un sitio —esto es lo que más influye en posicionar una página en su motor de búsqueda. De esta forma Google crea la Web de referencia, donde los links que tiene nuestra página son valuados como recomendaciones: evidentemente una recomendación de un sitio como el New York Times vale más que la del blog de fotos de las vacaciones de tu tía.
Once años después más o menos surge el algoritmo Edge de Facebook. De manera similar, solamente que desde lo social, el algoritmo de Facebook toma en cuenta un índice de recomendaciones (que llama afinidad) para definir lo que aparece en nuestro feed de noticias. Aunque es más complejo que esto (lo analizaremos a fondo más adelante), la información que aparece en nuestro feed está determinada por lo que Facebook considera tiene más relevancia para nosotros a partir de la forma en la que nuestros amigos han interactuado con esa información y nuestra historia interactuando con la persona que posteó la informacion y ese tipo de información (de igual manera Google incorpora nuestro historial de búsqueda en los resultados que obtenemos, locación y ahora herramientas sociales).
Evidentemente este algoritmo tiene una serie de implicaciones. Por una parte es altamente efectivo, lo cual es fácil de comprobar con las más de 700 millones de personas en el mundo que se han inscrito a Facebook y las 6.3 horas en promedio que los usuarios pasan al mes en esta red social en Estados Unidos. Por otra parte funciona como un filtro de lo que construye nuestra realidad, determinando con qué personas nos relacionamos y con qué información interactuamos.
Si reducimos al máximo nuestra ontología, en un nivel más básico incluso que las células, estamos constituidos por información (nuestro cuerpo es una representación de la información genética y las mismas partículas subatómicas son esencialmente q-bits o paquetes de información); de esto resulta que la información con la que interactuamos en cierta forma define y co-crea lo que somos. Desde una perspectiva filosófica, ser es ser con, nuestro mundo se construye a través de nuestra relaciones. Así que en cierta medida, aunque no sea totalitaria, Facebook se convierte en una “burbuja de realidades” que parcialmente dictamina “el mundo” en el que interactuamos y lo que puede llegar a ser ese "mundo".
Eli Pariser ha escrito un interesante libro, The Filter Bubble: What the Internet is Hiding From You, en el que expone su preocupación sobre cómo Internet está modificando nuestra forma de interactuar con los demás sin que seamos conscientes de esto. “Me empecé a preocupar cuando me dí cuenta de que mis amigos conservadores habían desaparecido de mi Facebook”. Pariser dice que Facebook funciona como un “filtro burbuja” que despliega un “universo único de información para cada uno de nosotros”, y para hacer esto tiene que suprimir un multiverso de información que define como no relevante. Pariser considera que Facebook se mueve en una zona de confort que nos seduce con la atracción de lo mismo: “Un mundo construido de lo familiar es un mundo en el que no hay nada que aprender”. A esto es a lo que llama “autopropaganda invisible, adoctrinándonos con nuestras propias ideas”.
Es lógico que Facebook (y Google) filtre personalizadamente la información para ti, de alguna manera mejorando la calidad de la experiencia, impidiendo que te ahogues en el cuantioso mar de información que se genera. Cambias información personal por informacióm útil —pero cambias también tu poder personal por un poder de información definido por un algoritmo.
Pariser cree que el potencial de Internet de romper las barreras entre distintos grupos de personas que de otra forma no conectarían se ha visto reducido. Los vínculos se refuerzan pero se construyen pocos puentes (mucho “bonding” y poco “bridging”).
Al tiempo que Internet —particularmente las redes sociales— se empieza a convertir en la fuente de noticias más grande para los jóvenes de todo el mundo, las personas se mantendrán solamente informadas por las cuestiones más placenteras o los intereses solamente de sus grupos de amigos, en una cómoda customización del espacio informativo, dejando a un lado la “promesa transformativa” de la verdadera y radical alteridad.
Conscientemente nadie de nosotros usaría un algoritmo para dar forma a nuestras amistades y sin embargo la mayoría de nosotros ya lo hace. Para muchas personas Internet, en algún momento, pareció ser una forma de liberarse de la dinámica social de la escuela preparatoria, que se regía como un concurso de popularidad en el que ésta la determinaban factores a veces bastante primitivos y frívolos y donde lo que predominaban eran los grupos cerrados. Pensamos entonces, con un hondo respiro, que Internet era diferente y ahí sí nos podíamos mover con libertad en planos intelectuales y emocionales que no iban a estar supeditados a los prejuicios y estereotipos de una sociedad estilo MTV. Pensamos también que Internet podría recompensar nuestra genuina personalidad y hacernos llegar justamente a aquellas personas que en la dinámica social de la popularidad escolar nos eran inaccesibles. Y sin embargo henos aquí, en Facebook, una red social cuyo algoritmo funciona en gran medida, según muestra un análisis del sitio The Daily Beast, como “un concurso de popularidad de escuela preparatoria”.
El año pasado Facebook estrenó su algoritmo Edge para determinar qué información aparece en tu feed de noticias (la página de entrada). Dentro de este algoritmo cada “objeto” que se postea en Facebook tiene un “edge” o ventaja.
Cada “edge” tiene tres componentes básicos:
- Un coeficiente de afinidad entre el usuario que ve el objeto y el creador de este objeto de información. Si interactúas mucho con la persona que postea en Facebook ese objeto hay mayor probabilidad de que aparezca en tu feed de noticias.
- Cada tipo de “edge” recibe un “peso”. Un comentario tiene mayor peso que un Me Gusta, por ejemplo.
- Y obviamente el factor tiempo. Entre más viejo el edge menos relevante se vuelve.
Existen otro factores que hacen más compleja esta fórmula. Por ejemplo: aunque nadie haya interactuado con un objeto, los objetos tienen ya un coeficiente de edge solo por haber sido creados por ti, tal que aparecen en los feeds de las personas que tienen un alto coeficiente de afinidad contigo, aunque nadie haya interactuado con ellos. Pero ese coeficiente de afinidad no solo es determinado por la interacción de esa persona contigo, sino por la interacción de los amigos de esa persona contigo. En otro caso, cuando un objeto es posteado, tiene más probabilidades de aparecer en tu feed de noticias cuando un amigo tuyo con alto coeficiente de afinidad interactúo con él antes.
La gente de Facebook dijo a TechCrunch que hay otros factores del algoritmo que no se van a revelar (al igual que Google no revela y modifica permanentemente su algoritmo). En cambio, sí revelaron que se analizan los links externos a los que los usuarios hacen clic. Es decir, si tus amigos hacen clic a links de Pijama Surf, es posible que éstos te aparezcan con mayor frecuencia en tu feed que los links de otros sitios, aunque tú no interactúes con ellos. Y evidentemente si interactúas con ellos tienden a aparecer más en tu feed. Esto es un poco lo que le preocupa a Pariser, la posibilidad de que se genere un circuito cerrado de información, donde lo que circula está acondicionado para satisfacer ciertos perfiles sociales. Y supone ya una evaluación de Facebook de qué información externa es más relevante para ciertas personas, lo cual indirectamente es un acto de censura. ¿Cómo saber que Facebook no tomará en cuenta en el futuro, para su algoritmo, ciertas palabras claves que según su análisis nos interesan para definir la información relevante para nosotros? Esto es algo que ya ocurre en los anuncios de Facebook y Google y que podría fácilmente empezar a ocurrir en el feed de noticias, borrando la frontera entre el marketing y la interacción social.
The Daily Beast hizo un experimento en Facebook registrando un nuevo usuario, tejiendo alrededor de él una red de interacción y documentando cómo funciona el news feed de Facebook, con los siguientes resultados:
-Existe una desventaja para los usuarios nuevos
-El feed de lo Más Reciente también tiene un tweak y no incluye toda la información más reciente.
- Los links tienen más peso que las actualizaciones de status; las fotos y los videos son los que más peso tienen (ya que contribuyen a pasar más tiempo en Facebook y hacer más clics).
-Asediar (o stalkear) a alguien no aumenta tu visibilidad en general; pero ser asediado sí (esto es una epecie de índice popularidad que Facebook mantiene quizás como herencia traumática de los días de Harvard de Zuckerberg).
Los descubrimientos del Daily Beast muestran que para las personas que acaban de llegar a Facebook es difícil aparecer en los feeds de los demás aunque interactúen con la información. Cuando una persona empieza a ser “asediada” por los demás, no solo empieza a aparecer en los feeds de quienes lo asediaron sino también en aquellos de quienes no lo asediaron (esto al parecer no toma en cuenta los mensajes privados y el chat).
En el caso de los amigos que aparecen siempre en la barra lateral de tu perfil, éstos se eligen por un índice que Facebook llama “interacción pública”, lo cual sería una fórmula que toma en cuenta tanto el nivel en el que interactúas con ellos y qué tanto interactúan ellos contigo. Algunas personas han notado que tienen amigos que aparecen recurrentemente en su perfil con los cuales no interactúan nada, por lo cual es posible que Facebook considere para este algoritmo el nivel de afinidad que tienen personas con las que no interactúas pero que sí interactúan mucho contigo como un factor importante.
Estudios muestran que menos del 5% de la información total aparece en un feed de noticias, por lo cual, como sucedió con el boom del SEO a partir del algoritmo de Google, existe una incipiente industria de marketing especializado en hacer que la información aparezca en la mayor cantidad de feeds de noticas. Esto se hace básicamente haciendo que el mayor número de personas —sobre todo personas “influyentes”, los chicos populares de la prepa— interactúen con tu información (más que Likes, comentarios) y posteando fotos y videos a un cierto ritmo. Evidentemente existen diversas tácticas para lograr esto.
No hay duda de que el algoritmo de Facebook, sin acercarse a la genialidad revolucionaria que en su momento fue el de Google, funciona muy bien. Especialmente para el mismo Facebook y sus minas de data. Sin embargo, es importante preguntarnos si en realidad queremos vivir un Internet hiperpersonalizado que, como dijera Larry Page, el fundador de Google, «entienda exactamente lo que que buscas y te dé de regreso exactamente lo que quieres». El problema aquí es que muchos de nosotros no sabemos lo que queremos y queremos recibir cosas que no sabemos que queremos. Y tampoco queremos que nuestra duda gnoseológica sea resuelta por un algoritmo que nos ha convertido en un perfil social matemático que se ajusta a ciertos patrones de consumo, aunque sea perturbadoramente preciso. Facebook, en este sentido, funciona como una especie de terapeuta digital perfecto: nunca te enterarás de que estás teniendo o podrías tener una crisis existencial porque la información que recibes es exactamente la que quieres (tu realidad nunca será seriamente cuestionada, ya que difícilmente se enfrentará a lo otro, de igual manera que no te enterabas en la escuela de las fiestas sexuales esotéricas que celebraban algunos de tus compañeros o de las reuniones del club de lepidópteros). Sin embargo hay quienes quieren vivir esas crisis y entrar en contacto con lo que no sabían que querían, justamente porque son los detonadores de cambios radicales de ámbitos sociales e informativos —esos espacios alternativos de cuya existencia nunca te enterarás dentro de Facebook.
Con información de: