Cuando un latinoamericano piensa en Bélgica, seguramente le vienen a la mente los waffles, Jean Marie Pfaff y una sociedad civilizada donde reina el orden (y yace la sede de la Unión Europea). Y sin embargo, para destruir el cliché Bélgica lleva más de un año sin un gobierno, rompiendo ampliamente el récord de Irak.
Este impasse politico, sin embargo, debe matizarse ya que aunque para muchos belgas es avergonzante, en la praxis no tener gobierno no ha sido nada desastroso para este país, incluso la encomía ha tenido un sano crecimiento. Lo cual desde la óptica latinoamericana, acaso sobrextendiendo la especulación, nos hace preguntarnos ¿en realidad necesitamos un gobierno: mantener a toda una viciada clase política?
El ex primer ministro belga y ahora presidente de la Unión Europea, Herman Van Rompuy, dijo aDe Standaard que la situación es “patética” pero que “nuestros fundamentos económicos están sanos”
El anquilosamiento de la política belga obedece a las diferencias lingüísticas y étnicas entre franceses, flamencos y holandeses.
El gobierno de Yves Leterme, del partido cristiano flamenco democrático, colapsó en abril pasado. La elección de junio sólo reforzó los conflictos lingüísticos, políticos y culturales que paralizan al país con una victoria para separatistas flamencos en el norte donde hablan holandés y para la izquierda francófona en el sur.
Leterme ha dicho que un gobierno de coalición tardará al menos tres más en formarse pero que el tiempo apremia ya que existen políticas sobre las cuales sera necesario decidir próximamente.
Bélgica ha podido mantenerse sin un gobierno nacional, ya que es un país poco centralizado.