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Aparentemente el esfuerzo de una apicultora neoyorquina por alimentar saludablemente a sus abejas no fue suficiente ya que ellas han desarrollado una adicción alimenticia frente a un jarabe de azucar sintética

Cerise Mayo se encuentra un tanto decepcionada. A pesar de sus esfuerzos por criar saludablemente a sus abejas, procurando las óptimas condiciones para favorecer su desarrollo pleno y su alegría, las abejas parecen haber traicionado aquel espíritu que Ceris creyo que compartían con ella: lealtad a la tierra y a la naturaleza, al alimento libre de colorantes artificiales y a la condena de endulzantes sintéticos. Pero no. Resulta que, en cambio, sus abejas desarrollaron una bizara adicción alimenticia a la comida chatarra, incitadas por la presencia de una lejana fábrica de jarabe artifical sabor cereza.

Aparentemente el paraíso de frutas y vegetales, de nectar y de polen, no fue suficiente para mantener la lealtad de sus queridas abejas, ya que de pronto ellas comenzaron a comportarse de manera sospechosa cuando regresaban a su panal. En lugar del gentil ambar que debía recubrir las membranas de su miel recien producida esta mostraba un extraño y sintético color rojo.

"Creí que tal vez este color provenía de un extraño tipo de arbol. Pero estaba perdida. No quería aceptarlo. Por que irían a la fábrica de Maraschino Cherries Company cuando todo lo que necesitan esta aquí en la granja" afirma acongojada Cerise. Y a pesar de sus esfuerzos no ha podido evitar que las abejas dejen de ir en busca de su dosis de glutamato monosódico y aspartame.

Y para complementar esta curiosa historia resulta que la tergiversación dietética de las colmenas de Cerise Mayo tiene una manifestación bastante estética, incluso seductora a la vista de las personas. "Cuando el sol baja un poco, las abejas brillan en tonos rojizos por el atardecer. Son un tanto fluorescentes y el escenario es muy bello" nos confiesa un vecino de la zona.

via NY Times