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Existen técnicas para tener sexo contigo mismo a través del pensamiento y la respiración; la intimidad neuroconectiva puede desdoblarse en orgasmos memorables.

Aunque en primera instancia pareciera una práctica que elimina el coqueteo cósmico y esa mágica fusión de hebras energéticas que dos personas generan alrededor de un encuentro sexual, también resulta innegable que éste puede ser una experiencia interesante a nivel neurológico, y un gran complemento al sexo compartido. La posibilidad de generarte a ti mismo un orgasmo, a través e la modulación de pensamiento, implica altos niveles de bioprogramación e incluso una especie de autohipnosis orientada a detonar el estímulo sexual hasta lograr la fiesta de neuroconexiones que conlleva la experiencia de este explosivo instante.

Bárbara Carellas aprendió una técnica de autoestimulación sexo-mental durante la década de los ochenta en Nueva York. Dedicada a la industria del teatro, Bárbara atestiguó cómo muchos de sus colegas del medio se vieron afectados por el boom ochentero del VIH y presenció las agónicas muertes de varios de ellos. El sufrimiento experimentado en esa etapa de su vida, aunado a una especie de paranoia pro-evolutiva, supervivencial, orilló a esta mujer a ir en busca de maneras alternativas y sin que implicasen riesgo alguno de dar libre curso a su sexualidad. Así fue como acudió por primera vez a un taller dedicado a enseñar cómo auto inducir un orgasmo utilizando nada más que su propia mente, técnica que eventualmente dominaría.

“Ahora realmente me gusta el sexo solitario. No estoy casada únicamente con la idea del sexo en pareja, creo que nuestra sociedad esta extremadamente limitada en su percepción sobre la sexualidad”, dice Bárbara al noticiario estadounidense CBS News.

Este caso ha sido investigado por un equipo de científicos de la Universidad de Rutgers dedicado a la comprensión de las conexiones entre cuerpo, mente y sexo en los seres humanos. Y al parecer han encontrado pruebas bioquímicas de lo que Bárbara afirma. A través de un dispositivo que proyecta imágenes de resonancia magnética, los investigadores la examinaron mientras se generaba un auto orgasmo. Luego del estudio pudieron comprobar que aquellos indicadores cerebrales que se manifiestan en una persona durante un orgasmo aparecieron también en el cerebro de Bárbara.

Pero la idea de la autoinducción de placer sexual no es nueva. Más allá de las prácticas tántricas y de algunas técnicas de meditación que coquetean con el sexo-psiquismo, en la década de los 70s el famoso equipo de investigación médica independiente, Masters and Johnson, pioneros en el estudio de las respuestas humanas a los estímulos sexuales, ya había documentado la determinante conexión entre la sexualidad y el pensamiento.

A pesar de que esta autoprogramación sexual esta definitivamente al alcance del cerebro humano, lo cierto es que las mujeres son más propensas a lograr el clímax a través de esta práctica. “El cerebro es el órgano sexual más poderoso del ser humano, sin embargo, los hombres experimentan mayores dificultades en generarse un orgasmo sin tocarse”, afirma el Dr. Ian Kerner, terapeuta sexual y autor de diversos libros sobre el tema. “Me gustaría invitar a la gente a que lo intente trabajando en su respiración, concentrándose y fantaseando. Pero que lo hagan con el fin de mejorar su propia vida sexual más allá de como un fin en sí mismo”, concluye.

En cuanto a Bárbara Carellas, ella piensa que cualquiera puede aprender la técnica. La clave parece estar en una especie de reprogramación biocultural donde, al estilo de ciertos aprendizajes chamánicos, el primer requisito es limpiar aquella información cultural y bagaje “educativo” que nos impide alcanzar logros aparentemente inaccesibles con nuestra mente. “Desde que somos pequeños nos enseñan la regla del 'rápido y en silencio', para que nadie te vea y se descubra lo que estás haciendo. Y la única manera de alcanzar el clímax es aguantar la respiración”, dice Carella. Esta práctica esta ligada a una concepción del sexo como algo malo y en ese sentido útil, pues nos permite mantenernos a la sombra y protegernos del juicio social.

Por otro lado Carellas opina que podemos llegar a experiencias mucho más enriquecedoras, y ricas, con orgasmos mucho más satisfactorios, si respiramos profundamente. El control de la respiración es una de las técnicas más importante para el auto orgasmo —o como ella lo llama, “el sexo energético y de respiración”. Algo importante es aclarar que este recurso neurosexual, autónomo y hasta cierto punto lúdico, que aprovecha las tecnologías corporales que son parte de la perfección del diseño humano, no son excluyentes del tradicional sexo en pareja sino complementarias. “Mi definición de sexo se ha expandido más allá del concepto de sexo genital y así he ampliado mi repertorio”. Además, estas prácticas se pueden llevar a cabo en pareja, quizá tomados de la mano o sincronizando las miradas mientras cada uno se induce su propia experiencia.

Pero más allá de la probable frialdad implícita en esta práctica y la incierta posibilidad de detonar una generación o tendencia de autómatas sexuales que olviden la verdadera esencia del sexo como una actividad que nace de una transmisión sensible de paquetes energéticos entre dos seres, la neurocópula se nos presenta como un seductor pretexto para familiarizarnos con nuestra mente (el mismo propósito, por cierto, que el de la meditación tibetana). Si consideramos que la neuroconectividad es, de algún modo, un diálogo interno gestado a la velocidad de la luz, la inducción mental de un orgasmo también representa una oportunidad de reentablar el diálogo con nuestra actividad cerebral, aquella que en buen grado define la realidad que experimentamos diariamente y que, de conocerla mejor, seguramente podríamos contribuir al diseño de un entorno más estimulante y sobretodo mágico.