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Arte destilado, la prueba de que los licores son espíritus, policromáticos paisajes donde ahogarse. O fractales de chupes.

Tal vez una fina forma de escoger nuestras bebidas favoritas sea guíados por su microestética, por su capacidad de producir paisajes policromáticos y multiestimulantes. Tal vez estemos borrachos pero estas imágenes tomadas bajo el microscopio se parecen a imágenes satelitales de deltas de cuerpos acuáticos, grandes lagos y ríos sagrados. "Como arriba es abajo", o mejor, James Joyce, con hipo incluido: “The task above are as the flasks below, saith the emerald canticle of Hermes".

El científico de Florida Stae Michael Davidson se vuelve un artista con el microsocopo y en su delirium fotográfico se le ocurre vender estas imágenes como diseños para corbatas. Hay que congraciarse con el espíritu tutelar de la noche, si vas a beber whiskey por qué no tener al whiskey en tu corbata. La imagen arriba muestra los granos fractales de la bebida, como lingotes áureos de algún duende dandy.

100 veces magnificadas a través del microscopio: luz polarizada a través de un cristal: este valle de Rosé, es casi un delta, Éufrates espumoso, rozagancia de tonos térmicos, cachetes lapislazuli. Sin duda gana puntos esta bebida ante el ojo de nuestra mente, no siendo de nuestras favoritas: como diría W.B. Yeats: "Wine comes in at the mouth/And love comes in at the eye".

Sake. Aquí tenemos a Matsuo Basho bebiendo con Matsuro Emoto, el científico fringe que toma fotos del agua expuesta a música de Mozart y hace mandalas. El haiku del sake violeta, curiosamente empeyota, deja ojos en las esquinas, soles ultravioletas. Hay un mago en el maguey, o es arroz cyberpunk que corta dulces venas en sistemas de anfisbenas.

He aquí una bebida que bebemos a veces en la tundra de concreto: el ruso blanco. Inesperado arte psico pop con un ojo de ave ahí para quien tenga ojos de águila para ver. El derrame del golfo en una caricatura, las bocas rotas, los dedos de lodo. Dos rusos blancos te pueden mandar a otro planeta, sputniks en las botas.

Champagne. La iridiscencia de un pavorreal o las plumas de un fenix: le bleu egyptien. En ese bosque azul dorado, entre esas persianas burbujeantes: la epifanía (si tan solo puedes quitarte los ramalazos y ver a la deidad en el centro -fashion diamond dam-). Selva de glam. Cuando muestra las joyas de sus pulmas, esta ave real, descubre las nalgas, decía Apollinaire. Dales Champagne.

Nodos de vodka, los chakras del centeno, el guardian en su van por el cielo donde se caen. Trigo y papa sangre azul, espigas, ¿son estas partes de una flor que no huele? Genios en el vaso, frotación: exfoliación. Es valido preguntarse por buda en el vodka ¿soy buda( en la garras de garudas)?, la volatilidad de la duda explota en redes de Indra.

Piña Colada. Un inesperado motivo de pavorreal psicodélico que hace pensar que éste es un arquetipo de facil diversión. Con círculos de confusión, con vórtices de calor; esmeraldas y fresas y piñas.


Y si estas en la alberca unos toman piña colada y otros daikiri. Otra cortina inesperadamente ab-star-cta, hip, hip... Daikiri de pitaya, daikiri de fresa con un poco de granadina. Los párpados cerrados, el sol parpadea en el interior y penetra las persianas de palmeras.

Más bebidas bajo el microscopio

Twitter del autor: @alepholo