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Surfeando entre tiburones blancos

Por: Jimena O. - 06/23/2010

El surf es una práctica naturalmente intrépida pero cuando se le agrega el ingrediente tiburón blanco alcanza una frontera surreal

El surf es una disciplina que coquetea con las fuerzas de la naturaleza, y que aquellos que lo practican lo conciben como una especie de catalizador místico en la relación del ser humano con elementos como el aire y el agua. Cuando te subes a la tabla y te deslizas sobre un gigantesco tubo de agua, el verdadero pasaje no es en sí la ola si no un trance casi espiritual, bioquímico, que te permite liberarte de cualquier atadura y enfrentar, a través del peligro, tus propios límites.

Sin embargo hay ocasiones en que nuevos ingredientes aparecen alrededor del surfer, por ejemplo, los tiburones blancos, el más temible depredador marino dentro de la cultura pop gracias a las películas ochenteras de Jaws. Lo cierto es que esta especie posee un mecanismo de ataque prácticamente perfecto además de que se distingue por una cierta agresividad. Curiosamente dos de los principales santuarios del surf en el mundo, son de los principales hábitats del temido tiburón blanco: Australia y Sudáfrica.

Mientras Fergal Smith montaba una ola de 8 metros de altura a dos millas de la playa, en Perth, al oeste de Australia, jamás se imaginó que a pocos metros de él se encontraba merodeando un tiburón de más de 350 kilos. Afortunadamente se mantuvo en la ola hasta el final tras lo cual regresó a tierra. Fergal no supo de la existencia de su acompañante hasta que vio esta fotografía “Vi una forma grande, gris, en medio de la ola pero supuse que era el relejo de una roca. Definitivamente estaba muy equivocado.”

Los depredadores marinos son sólo uno de los muchos peligros que se puede enfrentar al surfear, y aunque son varios los encuentros entre surfers y tiburones con saldo blanco, lo cierto es que si representa una amenaza real. Quizá el caso más famoso es el de Bethany Hamilton, quien con apenas 13 años de edad fue embestida por un tiburón Tigre de cuatro metros y perdió un brazo. Pero contrario a la reacción natural de una persona promedio, Bethany, encarnando el aguerrido espíritu del montador de olas, decidió dedicarse de lleno al arte de la tabla hasta convertirse en una renombrada profesional.

via Envornmental Graffiti