Rupert Sheldrake, la física de los ángeles y la inteligencia de los planetas
Ciencia
Por: Juan Pablo Carrillo Hernández - 04/22/2010
Por: Juan Pablo Carrillo Hernández - 04/22/2010
"Maybe Angels", ¿tal vez ángeles? ¿Por qué no? Es una pregunta que la ciencia establecida no se hace, pero que la gente sí. ¿Es absurdo en el mundo moderno preguntarse por la existencia de estos seres que atraviesan la historia, la imaginación o la realidad secreta de la humanidad? El científico inglés Rupert Sheldrake considera que es algo que se debe de investigar, pero para ello es necesario salirse de la rigidez de la ciencia e integrar una epistemología que acepte la subjetividad humana. Puesto que las conciencias no se relacionan con aparatos, sino a través de sus sentidos y experiencias. La ciencia, que domina y explica con mucha solvencia el mundo exterior, se ve muy limitada al explicar los fenómenos interiores, incapaz hasta el momento de entender lo que probablemente sea lo más relevante: la conciencia del hombre y del universo al que pertenece.
Sheldrake estudió en Cambridge y fue en su momento uno de los biólogos más prometedores del mainstream. Sin embargo, después de una larga estancia en la India (donde curiosamente se hizo amigo de Krishnamurti, al igual que el físico David Bohm, el padre de la teoría holográfica cuántica), Sheldrake descubrió la existencia de una forma alternativa de pensamiento igualmente válida y se acercó a nueva concepción de la biología y la evolución incorporando una vision holística, formulando así su teoría de la resonancia mórfica, en la que la información es vista como un campo, de la misma forma que el electromagnetismo o la gravedad son campos ubicuos en el espacio.
En 1981 la revista Nature otorgó al primer libro de Sheldrake el título de "mejor candidato a quemarse en años”. Desde ese momento Sheldarke fue condenado al ostarcismo de la comunidad científica establecida y forzado a investigar desde la frontera (quizá el lugar de mayor claridad) fenómenos como la telepatía, la telequinesis y otras manifestaciones paranormales.
Sheldrake sostiene que la ciencia que tanto ha criticado el dogma religioso imprime en su versión de la realidad los mismos vicios que condena, proyectando sus suposiciones: “el universo es reflexivo; en otras palabras: refleja lo que estamos buscando”. En este caso el materialismo se refleja en el espejo de la naturaleza, puesto que se entiende como una realidad immutable, que no admite una interrelación de la mente en la construcción de la realidad. El observador afecta lo observado y aunque esto es algo insoslayable en el estudio de la mecánica cuántica, no se ha extrapolado a otras regiones de la ciencia, tal vez porque atenta contra el método científico, deificado como la forma suprema del conocimiento.
En su libro The Physics of Angels, escrito junto a Matthew Fox, Sheldrake explora la posibilidad de que las tradiciones religiosas no necesariamente están equivocadas cuando hablan de conciencias superiores a la del hombre. Lo más interesante es que Sheldarke, desde la biología, indaga la posibilidad de que estas inteligencias superiores podrían ser también macroorganismos como los planetas, la Tierra y el Sol o hasta la Galaxia. O incluso, tomando una referencia de Tomás de Aquino, en la que dice que los ángeles no tienen masa ni cuerpo, describiéndolos de una forma similar a los fotones que describe Einstein, tal vez los ángeles, la conciencia, podría ser la misma luz, información que está en todas partes.
La ciencia supone que el Sol o la Tierra son seres inanimados, sin embargo, en algunas ocasiones las personas parecen experimentar lo contrario. Sheldarke dice que es absurdo esperar que estos superorganismos comprueben su conciencia en un lenguaje humano, pero que nosotros esperamos que así lo hagan, puesto que entendemos la conciencia siempre como un fenómeno únicamente humano y siempre desde ese parámetro. Algo similar sucede con la forma en la que nos relacionamos con los animales, los cuales al no percibir la realidad de la misma forma que nosotros , dejan de tener conciencia para nosotros.
Pero es posible que la conciencia sea incluso anterior a la materia, consustancial al universo, tal vez la conciencia es la que experimenta la materia y no la materia que experimenta la conciencia. El cuerpo podría ser un producto de la conciencia y no al revés: la materia una proyección de la mente.
Reproducimos extractos de una entrevista con Rupert Sheldrake sobre su libro La Física de los Ángeles (el resto de la entrevista puede ser consultada aquí):
"Nuestro acercamiento a un nuevo paradigma científico (ya no mecánico) es con la idea del universo como un organismo viviente. El Big Bang describe el origen del universo como una pequeña, indiferenciada unidad. Luego el universo evoluciona y crece y nuevas formas y estructuras aparecen a su interior. Esto se da más como un organismo que como una máquina. La vieja idea de la Tierra muerta ha dado paso a Gaia, la idea de la Tierra viviente. La vieja idea del universo sin creatividad, ha dado paso a la evolución creativa. Primero en el reino de las cosas vivas, por Darwin, y ahora vemos que todo el cosmos está en proceso de evolución creativa. Así que si todo el universo está vivo, si el universo es como un gran organismo, entonces todo lo que contiene se entiende mejor como organismos que como máquinas".
"La segunda pregunta que viene a la mente es: bueno, si el universo está vivo, si los sistemas solares y las galaxias y los planetas están vivos, ¿también están conscientes? ¿O están vivos pero no tienen conciencia, de la misma forma que tal vez una bacteria puede estar viva pero no tiene conciencia? ¿ El tipo de vida que puede existir en el cosmos tiene más conciencia que nosotros, o presumimos que es mucho menos conciente que nosotros? ¿Somos los seres más conscientes que existen en el universo? La respuesta común de la ciencia es que sí. Yo creo que esa es una presunción muy poco probable. Así que si llegamos a la idea de muchas formas distintas de conciencia, si la galaxia tiene vida y conciencia, entonces debería de tener una conciencia mucho mayor que la nuestra —mayor en extensión, mayor en sus implicaciones y poder y mayor en la expansión de su actividad. Esto desde el punto de vista de la ciencia es una idea ridícula, porque la ciencia ha erradicado la conciencia de cualquier otro lugar en el universo que no sea el cerebro humano".
"Pero en la tradición cristiana, en la tradición judía, en todas las tradiciones, existe la idea de seres con niveles de conciencia superiores a la nuestra. En la tradición occidental se les llama ángeles. Así que en mi libro escrito junto con Matthew Fox, The Physics of Angels, intentamos explorar lo que la tradición occidental tiene que decir sobre los ángeles y qué relevancia tiene dentro del contexto de la nueva cosmología".
"[...] Si uno piensa en una conciencia divina abarcando todas las cosas, y luego esta conciencia humana aquí, la visión tradicional es que existen muchos tipos y niveles de conciencia en medio. No es que saltes directamente de la conciencia divina a la conciencia humana, con nada más que la materia en bruto de por medio".
"[...] Creo que la conciencia del sí mismo viene a através de la conciencia mutua. No creo que la conciencia de uno mismo surja dentro de un mundo solipsista donde cada quien se ve el ombligo. Conciencia significa, literamente, con scire, saber con, o saber juntos. Creo que la razón por la que estamos concientes es porque somos interconcientes en relación con otras personas. La conciencia es compartida, y no creo que un ser humano individual sin relación a otras personas o a alguna otra cosa sería conciente".
"Creo que si la galaxia tiene conciencia, entonces su conciencia depende de su relación con las estrellas y sistemas solares y probablemente también con otras galaxias. Habría una intersubjetividad de galaxias, una comunión de una comunidad de galaxias".
"La mayoría de las tradiciones tienen la idea de que los seres humanos están ligados a las estrellas y que la conciencia humana está ligada a ellas. En Japón el emperador supuestamente desciende del Sol. Todo el culto de las pirámides y los faraones se basa en la idea de que el alma de faraón puede ser proyectada a las estrellas [...]".
Tal vez las estrellas también son neuronas del universo y nosotros de ellas, unidos por una red sináptica inalámbrica, fotónica, ubicua. No se puede comprobar esto científicamente, pero tal vez no sea necesario: un universo así cumple con la elegancia y el paradigma de la belleza esbozado por Einstein y Platón. La complejidad es infinita.
«The human brain contains 100 billion neurons, each neuron is as powerful as a computer, and each neuron has around 10,000 connections with other neurons... within our forheads, there is a chaos... inside our brains, there is a galaxy of information, which is incomprehensible for linear minds.. this contrasts and compares perfectly with the chaos without... we're living in a universe which has 100 billion galaxies, each galaxy with star systems, planets, a complexity which to our minds right now, is chaotic... incomprehensible», Timothy Leary.
La física de los ángeles (entrevista con Rupert Sheldrake)
Los experimentos de telepatía telefónica de Ruperts Sheldrake