Werner Herzog siempre ha sido una fuente de inspiración para mi, el cineasta romántico por excelencia que cada que filmaba una película se lanzaba al vacío de lo desconocido, a los brazos de la madre tierra que tanto teme y de quien tan mal habla, para él la naturaleza es cruel, terrible y ha cuestionado la relación que el hombre lleva con ellas de múltiples formas y estilos. Hace varios años después de ver la película Fata Morgana (Herzog, 1971), quedé perplejo al enterarme que la película se trata de un grupo de extraterrestres buscando agua en el Sahara; en la película lo más cercano a un extraterrestre es un chico blanco con gogles enormes sosteniendo una víbora. Esto me hizo consciente de que cuando uno construye una película puede tener la hipótesis que quiera, un mapa del tesoro, tan descabellado como pueda sonar, lo único que necesita es una excusa con cierta intensidad que lo mandará directo a una búsqueda fílmica. Así hice mi documental de 12 minutos Cronetera, contraponiendo el tiempo Newtoniano al Aristotélico, excusa para encontrar la belleza a través del blanco y negro, una búsqueda plástica en el chapopote y las distintas texturas que rodean el trabajo de la carretera, y registrar el trabajo fuera del tiempo que marca el tiempo de una cuadrilla de trabajadores, sin perder la doble lectura de película de ciencia ficción.
Herzog constituye una fuente de inspiración no solo por lo bien que domina el género documental, ni tampoco por lo bien que maneja sus ficciones que van desde la épica ó los relatos que parecen épicos y él los vuelve narraciones sencillas; inspira por la manera como combina documental y ficción en la misma película creando un cine nuevo junto con otros autores importantes del anterior sigo que terminó hace muy poco. Es increíble como llega a una calidad estética haciendo películas con presupuestos considerables ó prácticamente prescindiendo de dinero.
Encuentros al Fin del Mundo, como su nombre lo indica es un viaje a una de las pocas regiones que aún no están completamente exploradas: la Antártica, el polo sur, un extremo de este planeta que de forma maravillosa aparece en esta película como una puerta a varios mundos. Herzog declaró hace algunos años que él estaba apuntado para la primera expedición al planeta Marte, diciendo que él siempre había buscado la imagen pura y que en este planeta ya se había extinguido, creo que no contemploó esta helada región de paisajes dignos de cualquier nueva escuela de pintura de la nueva era aún por aparecer.
La National Science Foundation lo invitó a filmar a la Antártica, lo primero que Herzog hizo es decirles que no iba a hacer otra película sobre pingüinos. Por medio de la sucesión de imágenes en este film nos podemos dar cuenta de la sorpresa de Herzog aprendiendo datos que no sabía y dándose cuenta de que este sitio es mucho más de lo que el creyó, a medida que avanzamos en sus imágenes conocemos personajes singulares que nada tienen que ver con los que habitan el planeta, todos ellos comparten la locura de una búsqueda sin remuneración, una especie de súper héroes anónimos que investigan, trabajan, viajan de forma externa e interna, alucinan naturalmente, escriben poesía en su percepción de diversas formas.
Un científico nos habla de B15, un iceberg que no solo es más grande que el Titanic, ni tan solo más grande que el iceberg que hundió al Titanic, sino que es más grande del país que construyo al Titanic. Nos da una visión de Antártica como una estación que programa icebergs (de forma peligrosa para nuestra civilización en un futuro cercano) y los programa para otra estación “mundo civilizado” que por mucho tiempo lleva programando para la Antártica sin saber que estaba programando, pidiendo estos icebergs, planeando uno de sus múltiples haraquiris.
Otros científicos registran el sonido de focas por debajo, en las profundidades de las aguas, estos sonidos dejarían perplejos al mejor productor de música ambient, arrullos singulares donde uno podría dormir una siesta eterna, ellos mismos lo comparan con Pink Floyd y también tiene ecos de juego de video arcade de los 80´s tipo Galaga o Space Invaders. Me imagino a los programadores de hoy en día, por más que los jale el sistema, esta máquina mecánica, ellos siguen siendo humanos, terminales biológicas, por más metalizados e iniciados en el mundo Cyborg están conectados al planeta y si mueren no se oxidan.
Un biólogo marino se despide porque ya vivió varios años en la estación, habla de que su afición en la ciencia ficción fue rebasada por criaturas reales que habitan el obscuro mundo acuático de la región. Habla de un ser de varios tentáculos delgados, suaves como la seda, que permanece con sus dedos extendidos y sin darte cuenta puedes estar nadando dentro de él, pronto aprovechará para desmembrarte cuando pierdes fuerza para nadar. Las brújulas no funcionan por la cercanía al polo magnético, así que el solo estar buceando es ya lo bastante peligroso al estar bajo hielo mucho más sólido que el concreto y con solo una salida, la entrada. Se dice que la naturaleza es mucho más poderosa de lo que pensamos con nuestra mentalidad de National Geographic; esta naturaleza volverá a regularnos en algún momento y luego devorarnos como ya ha ocurrido en civilizaciones antiguas, simplemente nos da oportunidades de desarrollar nuestro karma por intervalos para luego engullirnos, esto es cercano a la premisa de varias películas de Herzog.
Encuentros al Fin del Mundo incluye pietaje submarino que por sí mismo ya es una ventana a otro mundo, imágenes que recuerdan a Lovecraft a través del vidrio de tu nevería favorita. Hermosos fractales de hielo, sables de cera, lámparas de hule que son lianas que podrían haber estado en la cueva donde Aladino encuentra la lámpara, cascadas de leche fluorescente.
Un buzo describe su experiencia como: “I sink into bliss” algo así como “Me sumerjo a el éxtasis”.
Labores interesantísimas que se llevan a cabo por medio de costosos equipos: Rastrear a partir del estudio de ciertas especies el origen de la vida; también el estudio del ardiente magma que podría consumir a nuestra civilización como si lo que pasó en Pompeya fuera simplemente el pintarse las uñas de una adolescente que se prepara para ir a su baile de graduación.
Por otro lado conocemos personas muy singulares que tenían que encontrase en este singular sitio: Una mujer que a viajado por toda África en un camión de basura. Un indio que comparando sus manos siendo muy distintas nos dice que es la señal que lo identifica como heredero de un linaje real Inca-Azteca. Un lingüista que cuida un invernadero mientras nos alerta que desaparecen más lenguas que especies se extinguen. Un hombre que lleva en una maleta de 20 kilos todo lo que necesita para sobrevivir, incluyendo un kayak inflable.
Alguien cita a Alan Watts de manera muy pertinente: “Por nuestros ojos el universo se contempla, por nuestros oídos escucha sus armonías”.
Sin duda el universo se percibe por medio de nosotros, así que después de todo, algo somos.
Werner Herzog y Jonathan Demme charlan sobre Encuentros al Fin del Mundo
Autor: Psicanzuelo / Colaborador PS
Blog del autor: Psicanzuelo
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