Como si se tratara de una especie de rutas foto irradiantes que iluminan el confuso camino de la sociedad contemporánea, alejandola de una destructiva artificialidad mecanizada, grupos de miles de insectos forman campos luminosos que simulan constelaciones o mapas celestes. Su lectura, únicamente accesible para los adeptos, intriga a científicos de distintas disciplinas alrededor del mundo, y constituye un precioso recordatorio estético del perfecto equilibrio natural.
Hasta ahora los biólogos han podido detectar algunas prácticas peculiares impresas en estos festivales de luces. Por ejemplo, ciertas especies,como las luciérnagas hembras del tipo Photuris, mimetizan la frecuencia luminosa de otros insectos para atraerlos y devorarlos. Otro maravilloso ejemplo es la magia conductual de las luciérnagas Pteroptyx, habitantes de los legendarios bosques malayos, que sincronizan sus destellos al unísono para formar cúmulos de geometría en el tiempo.
Sin embargo, aún se desconocen los verdaderos motivos de estos fascinantes escenarios. No sabemos si se trata de rituales masivos, sesiones orgiásticas, coreografías aéreas de luz, o simplemente vuelos sincronizados con algún sentido metabiológico. Hasta este momento sólo se han publicado suposiciones sobre estos comportamientos que oscilan entre la competitividad, la cooperación social, la dieta o la altitud de las condiciones geográficas. Lo único probadamente es que es difícil mantener el aliento y no liberar enormes cantidades de endorfina mientras se contempla uno de estos espectáculos.
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