Noam Chomsky, lingüista y politólogo, ha sostenido que que el Tratado de Libre Comercio fue ideado como una arma para controlar a México en taller de desarrollo de estrategias para América Latina, celebrado en el Pentágono en 1990, propuesto como una forma de impedir los riesgos de una eventual democratización que osara desafiar a Estados Unidos. Esto se solucionó al imponer reformas neoliberales que ataran al gobierno mexicano. Al socavar la agricultura mexicana, que competiría con las grandes corporaciones estadounidenses subsidiadas, se crearía una migración hacia el norte, lo cual permitiría militarizar las fronteras.
Durante una conferencia que ofreció en la Universidad Nacional Autónoma de México en 2009, Chomsky habló sobre cómo Obama es un producto de mercadotecnia, tomando como referencia el hecho de que su campaña presidencial superó a Apple como la mejor campaña promocional según la industria de la publicidad. "Las elecciones en Estados Unidos son montajes espectaculares (extravaganzas)", dijo Chomsky. Recordó además que los máximos donantes de la campaña de Obama fueron las instituciones finnacieras que luego rescató. Un guiño a Goldman Sachs, cuyos ex directivos son ahora los directivos de la economía de EU. "Los principales arquitectos de las políticas públicas no son los comerciantes y los fabricantes, sino las instituciones financieras y las corporaciones trasnacionales", dijo.
Curiosamente la definición de Mussolini de fascismo era la fusión del Estado con las empresas.
Por otro lado, Chomsky aseguró que la política expansionista de su país opera bajo las normas de la mafia que protege su territorio:
Que alguien logre desafiar al Amo puede volverse un virus que disemine el contagio, tomando prestado el término usado por Kissinger cuando se preparaba para derrocar el gobierno de Allende.
Chomsky incluso trazó el camino político del nuevo orden mundial:
[...] las políticas se conforman muy cerca de las doctrinas del orden mundial formuladas por los planificadores estadounidenses de alto nivel durante la Segunda Guerra Mundial. A partir de 1939 reconocieron que, fuera cual fuese el resultado de la guerra, Estados Unidos se convertiría en una potencia global y desplazaría a Gran Bretaña.
Con su característica inteligencia penetrante, desenmascaró "la ficción de la guerra contra las drogas" como una agenda oculta para crear un nuevo enemigo necesario. Justo cuando caía el muro de Berlín y el enemigo del comunismo se desinflaba, Estados Unidos invadía Panamá. Bajo el nuevo mapa geopolítico se hizo necesario "contar con un nuevo pretexto, y este llegó rápido: la amenaza de narcotraficantes de origen latino", lo cual permitió incrementar la intervención policiaca tanto al interior de Estados Unidos como en el resto del mundo (Afganistán, Colombia, México); al respecto, dijo:
El hecho de que se privilegien consistentemente los métodos menos eficaces y más costosos sobre los mejores es suficiente para mostrarnos que los objetivos de la guerra contra las drogas no son los que se anuncian.
El entrenamiento de oficiales latinoamericanos se ha incrementado abruptamente en los últimos 10 años, mucho más allá de los niveles de la guerra fría. El pretexto es la guerra contra las drogas.
Chomsky dijo también entonces que Estados Unidos busca montar una base en Palanquero, Colombia, desde donde podría monitorear todo el sur del continente americano.
La única alternativa optimista que ve Chomsky ante esta macabra elucubración de dominación planetaria es la formación de movimientos populares independientes que desafíen la visión unipolar del mundo. O, en términos de Hakim Bey, comunidades intencionales de resistencia (utopías neopiratas).
Recomendamos a nuestros lectores consultar el texto completo de Chomsky en el periódico mexicano La Jornada.
También en Pijama Surf: Bienvenidos a la era del capitalismo psicodélico, ¿y al final de su potencial revolucionario?