Comúnmente se cree que el líder destaca por tener cualidades como inteligencia, fuerza, visión, carisma y demás. Sin embargo, aunque esto puede ser el caso en ciertos puestos, un estudio sugiere que, al menos en el caso de grupos en los que no existe un líder claro, la persona que suele ocupar ese lugar es simple y sencillamente quien más habla.
Investigadores de la Universidad de Binghamton realizaron un estudio, publicado en The Leadership Quarterly, en el cual se demostró que que la aparición del liderazgo en un grupo no depende de la inteligencia o la personalidad de los miembros. El indicador determinante es solamente el volumen de conversación emitida.
Los hallazgos proponen que los primeros intentos de evaluar la calidad del liderazgo se confundieron con dicho parámetro mucho más elemental: la cantidad de tiempo que una persona habla durante una discusión.
La investigación tuvo como voluntarios a 256 estudiantes universitarios, divididos en treinta y tres grupos. Se pidió a cada grupo que colaborara en un juego de simulación de computadora militar o un juego orientado a los negocios. Los participantes tenían diez minutos para planificar una tarea y sesenta minutos para completarla colectivamente. En la prueba también se pidió que cada grupo eligiera a un líder, tanto antes como después del juego. Independientemente de variables quizá más convenientes, como el grado de conocimiento previo del juego, ciertos rasgos de personalidad o tipos de inteligencia útiles a la partida, las personas que más hablaban eran más eran propensas a ser nominadas como líderes.
En una entrevista con el blog PsyPost, el responsable de la investigación, Neil G. MacLaren, confirmó que "la evidencia parece consistente con que las personas que hablan más tienen más probabilidades de ser vistas como líderes".
El estudio también reveló un claro sesgo de género. Los hombres recibieron un voto extra simplemente por ser hombres. Como explicó MacLaren, "en nuestros datos, los hombres reciben en promedio un voto extra sólo por ser hombres. El efecto es más extremo para el individuo con más votos".
Los investigadores denominaron a sus hallazgos "el poder del parloteo (babble)". Los resultados nos llevan a reflexionar sobre la autoridad en una sociedad como la nuestra, donde quizá no son las personas más calificadas las que guían, sino simplemente las más extrovertidas y las que más confianza demuestran. Aunque puede existir cierta relación entre la seguridad y cualidades positivas como el conocimiento o la inteligencia, también es muy probable que la confianza no siempre esté arraigada en virtudes dignas de liderazgo. La demagogia, la charlatanería, o simplemente una incontenible locuacidad, pueden igualmente ser factores determinantes.