Un notable estudio realizado por investigadores de la Universidad de Varsovia ha aportado evidencia sobre el uso de sustancias psicodélicas como la ayahuasca y el cactus de San Pedro hace alrededor de dos mil años.
En el estudio se analizaron veintidós momias de las ruinas del centro ceremonial de Cahuachi, lugar sagrado de la civilización nazca. Según reporta El País, particularmente notable es el caso de un niño que habría sido sacrificado a los dioses y que habría consumido el cactus de San Pedro (Echinopsis pachanoi) antes de ser ofrecido a las divinidades. Vale la pena recordar que esta cactácea tiene una amplia tradición en la medicina tradicional y ritual de la zona de los Andes, en donde es conocio por sus propiedades psicoactivas, pues el cactus de San Pedro es una de las especies con mayor concentración de mescalina, situándose tan sólo después del peyote.
En el caso del niño sacrificado, los investigadores teorizan que el consumo de un brebaje psicodélico (o quizá insuflado) muestra la importancia religiosa y ceremonial de esta planta en dicha cultura. El hallazgo representa el uso más antiguo de este cactus registrado hasta la fecha.
En otras momias se encontraron restos de hoja de coca y de Banisteriopsis caapi, el componente principal de la ayahuasca. El uso de estas plantas, cuyo consumo data de entre el año 100 a. C. y el 450 d. C., indica la existencia de una antigua ruta comercial de plantas psicotrópicas, posiblemente transportadas desde el norte de Perú o la región amazónica a través de la Cordillera de los Andes.
La evidencia sugiere que las sustancias ingeridas durante los rituales cambiaron con el tiempo: la ayahuasca y la mescalina perdieron prioridad frente al consumo de coca, que comenzó a ser más común después de la conquista de Nazca por los wari alrededor del año 750 d. C.
No existen registros escritos sobre esta cultura preincaica que produjo unos fascinantes geoglifos; todo lo que se sabe viene de investigaciones arqueológicas y, por lo tanto, en gran medida, sigue siendo un enigma.