¿Qué es la Iglesia anglicana?

Por principio de cuentas, la Iglesia anglicana es una comunión cristiana de treinta y ocho iglesias nacionales o regionales. El anglicanismo se ve a sí mismo como la fe dada por Jesucristo a los apóstoles bajo una forma, tanto tradicional, como reformada. Desde su perspectiva, se remonta a la misma comunidad cristiana establecida en las islas británicas desde los primeros siglos de la era común, pero que vivió una revisión crítica a partir del siglo XVI, para eliminar excesos medievales o romanos en temas de doctrina y costumbres. Por ello confirma la autoridad de las Sagradas Escrituras y la tradición católico anglicana, pero a la par de la razón como tercer criterio de discernimiento.

La Iglesia anglicana reconoce los credos apostólico y niceno, los siete primeros concilios ecuménicos, sobre todo su cristología, aunque no como autoridad inerrante, su “Libro de Oración Común”, sólo como referencia litúrgica y sus “Treinta y nueve artículos de religión”, sólo como referencia doctrinal, así como los siete sacramentos católicos, aunque no todas las comunidades anglicanas les dan el mismo énfasis e interpretación, siendo necesarios solamente el bautismo y la eucaristía.

Asimismo, da veneración a la Virgen María, mártires, santos y ángeles, aunque no promueve la doctrina de pedir por su intercesión. En otro aspecto, acepta el uso de imágenes para el culto, pero de forma más moderada.

Es la confesión religiosa mayoritaria en Inglaterra, así como su credo oficial desde la primera monarquía isabelina (1558-1603), por lo que está a cargo de algunos servicios religiosos públicos del país, en general relacionados con su casa real. Tiene también comunidades importantes de fieles en Estados Unidos (donde se le denomina “episcopal”), el resto del Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica y otros países de la Commonwealth o el extinto Imperio británico.

En América Latina existe la Iglesia episcopal de Brasil y las Iglesias anglicanas de México, Chile, la Región Central de América y América del Sur, además de una provincia bajo la Iglesia de Inglaterra en Cuba. La comunión tiene representación en Jerusalén y el resto de Tierra Santa.   

La Comunión Anglicana acepta tres órdenes sagradas: diáconos, presbíteros y obispos, abiertas indistintamente a mujeres y hombres, incluso a homosexuales activos, pero no de manera universal, sino conforme a la autoridad de cada territorio. Aunque desde el reinado de Enrique VIII (1509-1547) muchas comunidades monacales y de frailes fueron cerradas para favorecer la Reforma inglesa, entonces muy beligerante, con el tiempo el anglicanismo reabrió sus órdenes de vida contemplativa, tanto desde modelos tradicionales, con votos de castidad, pobreza y obediencia, como más liberales o alternativos, para solteros y casados.

En la imagen, Sarah Mullally, Obispo de Londres, con monjas de la Comunidad de Santa María la Virgen de Wantage, Inglaterra (Imagen: Diócesis de Londres)

Todas las Iglesias de la comunión están capacitadas para elegir un obispo primado y cuentan con autonomía sinodal, pero se encuentran en unión con la Iglesia de Inglaterra y el arzobispo de Canterbury, hoy Justin Welby, quien funge a modo de primero entre iguales o autoridad ecuménica, un árbitro de conciliación con poder simbólico, aunque con pocas competencias universales prácticas. Esto hoy se encuentra en entredicho debido a un cisma de veintidós provincias de la “Fraternidad del Sur Global de Iglesias Anglicanas”, cuyos obispos no aprueban las recientes reformas liberales que los sínodos de otros territorios han llevado a cabo. Por ejemplo, la ordenación de mujeres al sacerdocio y al episcopado, no considerar los actos homosexuales un pecado, pero sobre todo, bendecir o incluso casar a parejas gay.

A diferencia de lo que comúnmente se piensa, el monarca británico, hoy Carlos III, sólo es gobernador temporal de la institución en su reino, con el título de “Defensor de la Fe”. Es decir, no tiene atribuciones respecto a las doctrinas del anglicanismo ni un rol espiritual, salvo asegurar simbólicamente la existencia, prosperidad y unión de la Iglesia de Inglaterra, sin ningún papel en el resto de la comunión. Aunque mantiene la potestad de elegir al primado de su Iglesia, el arzobispo de Canterbury que ocupará por derecho el palacio de Lambeth y un puesto en la Cámara de los Lores como miembro espiritual, debe hacerlo a partir de una lista de dos nombres que le propongan las autoridades religiosas, además de ser aconsejado por el Primer Ministro.

Algunos ejemplos destacables de la diversidad en la Comunión Anglicana son:

  • Libby Lane, la primera mujer obispo consagrada por la Iglesia de Inglaterra para la diócesis de Stockport.
  • Gene Robinson, el primer obispo abiertamente gay de la Iglesia episcopal para la diócesis de New Hampshire.
  • Y el primer primado negro de la Iglesia de África Meridional, Desmond Tutu, activista contra el apartheid y Premio Nobel de la Paz.

También es digno de mención que el anglicanismo incorpore a sus memoriales de los santos a personas de otras denominaciones cristianas, entre ellas, el arzobispo católico romano Óscar Romero (esto ocurrió antes de ser también canonizado por la Santa Sede o Vaticano), la mística Teresa de Ávila, el pastor bautista Martin Luther King y el célebre compositor luterano Johann Sebastian Bach

El Arzobispo de Canterbury predica en los terrenos de la Abadía de Walsingham (Imagen: Graham Howard / churchtimes.co.uk)

Se ha señalado una estratificación del anglicanismo en iglesia “alta” y “baja”, aunque esto no es del todo exacto. La primera sería una corriente más apegada a la tradición católica común, que pone énfasis en la riqueza ritual, la autoridad sacramental y nociones mariológicas como el culto a imágenes de la Virgen y la oración del rosario. La segunda, antes cercana al puritanismo, tendería más a la herencia compartida con la reforma protestante y a la sobriedad en los servicios religiosos, similar al evangelismo. En parte esto se debe a que Inglaterra ha vivido estadios de mayor purga de elementos romanos y monásticos, y más tarde un reavivamiento de la piedad antigua. También a que su jerarquía religiosa ha tenido posturas encontradas sobre temas de la más diversa índole, manteniendo muchas veces actitudes claramente pragmáticas.   

Una minoría de la iglesia alta se ha ido reintegrando a la plena comunión con Roma mediante el modelo de los “ordinariatos personales anglicanos”, gracias a los cuales el papa les ha permitido conservar su liturgia, su unidad parroquial o diocesana y algunas de sus disciplinas, como mantener en el sacerdocio a hombres casados y con familia. Esto para distanciarse también de innovaciones como el sacerdocio femenino y reivindicaciones LGBTTTIQ.

La Comunión Anglicana considera que su aprecio por la Reforma y por la tradición católica lo imprime en la preservación de ésta última desde una perspectiva mucho más cristocéntrica, en contraste con las interpretaciones doctrinales y de praxis de la Iglesia Romana. Su apertura al diálogo desde el análisis teológico crítico le ha llevado, no sin controversias, a aceptar en su jerarquía a pensadores como el antiguo obispo de la diócesis episcopal de Newark, John Shelby Spong, un expositor de la “teología del proceso”, la cual parte de una visión de Dios, menos como el ser supremo, y más como el fondo o misterio del Ser. Un no realismo cristiano o cristianismo no mitológico ético, en favor de la humanidad de Jesús como ejemplo, y no de una cristología y soteriología dogmática, que imponga creencias como el Infierno y el Paraíso literales, una única manera de entender qué es Dios y en qué sentido Cristo lo es, entre otros temas difíciles.

O como dijo otro teólogo del proceso, el periodista y sacerdote anglicano Don Cupitt: 

Si Dios es amor, Dios tiene que ser vulnerable. 

Y vulnerable es un rasgo de la Iglesia anglicana. Un adjetivo que muchos abrazan, no como defecto, sino de forma creativa y crítica como la cualidad de adaptarse. Un Dios con un amor que no cambia, pero que responde a un mundo que es experiencia y nunca es el mismo. 


Alejandro Massa Varela (1989) es poeta, ensayista y dramaturgo, además de historiador por formación. Entre sus obras se encuentra el libro El Ser Creado o Ejercicios sobre mística y hedonismo (Plaza y Valdés), prologado por el filósofo Mauricio Beuchot; el poemario El Aroma del dardo o Poemas para un shunga de la fantasía (Ediciones Camelot) y las obras de teatro Bastedad o ¿Quién llegó a devorar a Jacob? (2015) y El cuerpo del Sol o Diálogo para enamorar al Infierno (2018). Su poesía ha sido reconocida con varios premios en México, España, Uruguay y Finlandia. Actualmente se desempeña como director de la Asociación de Estudios Revolución y Serenidad.


Canal de YouTube del autor: Asociación de Estudios Revolución y Serenidad


Del mismo autor en Pijama Surf: La Crista de Edwina Sandys: una reflexión histórica y teológica sobre Dios como mujer

Imagen de portada: El arzobispo Foley Beach entrega una Biblia a James Hobby durante la consagración de éste como obispo de la diócesis anglicana de Pittsburgh, en septiembre de 2016 (Lake Fong / Post Gazette)

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