El dolor crónico es una condición debilitante que afecta a millones de personas en todo el mundo. Para aquellos que viven con dolor constante (e incapacitante), las opciones de tratamiento son limitadas. Sin embargo, un nuevo estudio científico realizado por el neurologista Prasad Shirvalkar y su equipo de investigación en la Universidad de California, San Francisco, ofrece un rayo de esperanza en el campo del manejo del dolor crónico.
En este estudio pionero, Shirvalkar y sus colegas lograron decodificar la actividad cerebral subyacente al dolor crónico en pacientes. Esto marca la primera vez que se han logrado desentrañar los secretos de esta condición debilitante a nivel neuronal. Los resultados, publicados en la prestigiosa revista Nature Neuroscience, revelan la posibilidad de emplear terapias de estimulación cerebral utilizadas en el tratamiento del Parkinson y la depresión mayor para aliviar el dolor crónico.
Durante el estudio, los investigadores implantaron quirúrgicamente electrodos en cuatro pacientes con dolor crónico intratable después de un accidente cerebrovascular o la pérdida de una extremidad. Estos dispositivos permitieron a los pacientes registrar la actividad en dos regiones cerebrales clave: la corteza cingulada anterior (ACC, por sus siglas en inglés) y la corteza orbitofrontal (OFC, idem). Mediante un control remoto, los participantes podían grabar su actividad cerebral en momentos específicos cuando experimentaban dolor.
Al completar encuestas breves varias veces al día sobre la intensidad y el tipo de dolor que experimentaban, los voluntarios proporcionaron datos valiosos para el estudio. Los científicos pudieron entrenar un algoritmo para predecir el nivel de dolor de una persona en función de las señales eléctricas registradas en su OFC. Este descubrimiento es un hito significativo, ya que proporciona un biomarcador objetivo para medir el dolor crónico.
Hasta ahora, los tratamientos médicos convencionales han demostrado ser ineficaces para el alivio sostenido del dolor crónico. Esto ha llevado a un llamado urgente para una revisión completa de cómo los servicios de salud abordan esta condición debilitante. El hallazgo del estudio de Shirvalkar tiene el potencial de revolucionar el campo del manejo del dolor, ofreciendo nuevas esperanzas y posibilidades de tratamiento.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que alrededor del 20% de la población mundial sufre de dolor crónico. Esto significa que aproximadamente una de cada cinco personas en todo el mundo vive con esta condición. A nivel global, se estima que más de 1.5 mil millones de personas experimentan dolor crónico en diferentes grados de intensidad y duración. Estas cifras muestran la magnitud del impacto del dolor crónico en la salud y el bienestar de las personas a nivel mundial, subrayando la necesidad de encontrar mejores enfoques y tratamientos para ayudar a aquellos que lo padecen.
Si bien el dolor es un fenómeno complejo y diversos factores que influyen en su experiencia, el estudio de Shirvalkar ha arrojado luz sobre la diferencia fundamental entre el dolor crónico y el dolor agudo. El dolor crónico no es simplemente una versión prolongada del dolor agudo, sino que tiene características únicas en el cerebro. Comprender estas diferencias es crucial para desarrollar terapias de estimulación cerebral personalizadas para aliviar las formas más severas de dolor.