Matthieu Ricard es un monje budista francés que posee cierta fama mundial, entre otros motivos, porque hace unos años participó como sujeto de observación en un experimento científico sobre los beneficios que meditar tiene en el cerebro humano.
A partir de dicho experimento, algunos medios llamaron a Ricard "el hombre más feliz del mundo". El título es un tanto engañoso, ya que no sólo no se puede determinar quién es el hombre más feliz del mundo, en singular, mediante un estudio que mide los patrones de las ondas cerebrales, pues el mismo estudio mostró que otros monjes budistas con mucha experiencia meditativa tenían patrones similares, como es el caso de Mingyur Rinpoche.
De cualquier manera, la fama de Ricard es merecida en tanto que es un tipo sumamente interesante. Ricard obtuvo un doctorado en Biología molecular, pero poco después abandonó su carrera científica para ordenarse y vivir cerca de su gran maestro, Dilgo Khynetse Rinpoche, uno de los maestros budistas tibetanos más importantes del siglo XX.
Ricard ha residido durante mucho tiempo en el monasterio Shechen en Katmandú, Nepal, y se ha destacado por impulsar una gran cantidad de actividades altruistas. Es también el intérprete francés del Dalái Lama y uno de los encargados de la educación de la reencarnación de Dilgo Khyentse. Menos conocida quizá es su afición a nivel profesional por la fotografía.
En este sentido, es justo afirmar que pocas personas han logrado captar la belleza prístina de los Himalayas y de la espiritualidad que los rodea como Ricard.
Los Himalayas son la cordillera montañosa más imponente del mundo. Las setenta montañas más altas del mundo se encuentran en los Himalayas. Pero este lugar se caracteriza también por ser el lugar mítico de las divinidades del hinduismo (Shiva habita en el Kailash), de los yoguis que viven retirados del mundo y de numerosos monasterios budistas, particularmente en Bután, Nepal, el Tíbet y en algunas partes de la India. De cierta manera, la altura física se funde con la altura espiritual.
El resultado es una belleza única, altiva y majestuosa, que Ricard ha sabido captar con su ojo meditativo y privilegiado por tener acceso a sitios a los que muy pocas personas pueden ir.
Aunque Ricard estudió biología, su padre fue un destacado escritor, y tiene ciertamente algo de artista en la sangre. Esto se puede apreciar no sólo en su sensibilidad a los paisajes sino en sus retratos de nómadas, monjes y muchachas butanesas y tibetanas, dentro de sus muchos viajes a lo largo de la cima del mundo.
Sugerimos acudir al sitio web de Ricard, de donde hemos tomado las imágenes de este artículo y donde todas las fotografías pueden verse en una mejor resolución.