Basada en hechos reales, aunque con licencias, Cocaine Bear (Elizabeth Banks, 2023) es una película que trata, como el nombre indica, sobre un oso que ingiere cocaína. Eso es básicamente todo, y también es más que suficiente.
La historia se remonta a 1985, cuando un oso negro americano fue encontrado muerto por una sobredosis de cocaína en Georgia. Tres meses antes una bolsa de cocaína había sido tirada de un avión piloteado por Andrew C. Thornton II, un exoficial antinarcóticos condenado por tráfico de drogas. El oso había abierto hasta cuarenta bolsas de plástico de cocaína. Actualmente el animal disecado puede visitarse en un centro comercial en Kentucky.
El oso que consumió cocaína, disecado y en exhibición en el Kentucky for Kentucky Fun Mall
Este es el origen de la historia del "Cocaine Bear" que ahora llega al cine en una película producida por Universal y dirigida por Banks. La cinta cuenta con actores como Ray Liotta y Keri Russell, acaso apropiadamente, pues ambos son estrellas pasadas cuyas carreras parecen estar un poco en el olvido. En este caso, eso es un plus para la película, que parece ser completamente consciente de ser ridícula.
La película difiere de la historia real en tanto que no se sabe qué efectos tuvo la cocaína en el oso. En la película, el oso parece volverse rápidamente adicto a la cocaína y se convierte en un asesino letal. Esta es la libertad imaginativa del filme, que es en esencia un thriller cómico monotemático en el que las personas son perseguidas por un poderoso oso que, como siempre repiten, "está drogado ("on coke", en inglés)". Es una de esas películas que entre más tontas parecen mejores, aunque claro, tiene la muy limitada función de sólo servir para pasar el rato.
Cocaine Bear se estrena en los cines de Estados Unidos el 24 de febrero y después de esa fecha en otros países (incluidos los de habla hispana)