Hacer milpa: más que sólo un sistema tradicional de agricultura

En México, la milpa (del náhuatl milpan, de milli: "parcela sembrada", y pan: "encima de") es el sistema agrícola tradicional conformado por un policultivo, es decir, un espacio donde se cultivan diversas especies. La principal es el maíz, aunque también se siembra frijol, calabaza, jitomate y chile principalmente, y según la región se cultivan algunas otras especies. Lo que comparten todas las milpas es aquello que se conoce como “la tríada mesoamericana”, conformada por maíz-frijol-calabaza. 

El espacio de la milpa es dinámico. Cada especie que se cultiva le brinda equilibrio al suelo y hace que todas las especies aprovechen los nutrientes que ellas mismas devuelven al suelo. En la milpa nada se desperdicia, pues también sirven de alimento las plantas que crecen de manera natural. A estas plantas se les llama “quelites” e incluyen, por ejemplo, las verdolagas, varias especies de quintoniles, huauzontle y romeritos. También se aprovechan los arbustos y árboles frutales. En algunas milpas se siembran cafetales y platanales, que dependiendo del tipo de suelo aportan los nutrientes necesarios para las demás especies.

La interacción de muchas especies hace que la milpa sea un ecosistema complejo en el que todas las especies aprovechan todos los recursos disponibles: agua, luz y suelo. En este ecosistema ocurren interacciones ecológicas que proveen importantes beneficios en cuanto al control biológico de insectos, la fertilidad del suelo y los procesos de polinización. Todo ello tiene un impacto en las comunidades que gestionan las milpas, ya que de la cosecha se obtienen muchos alimentos que forman parte de una dieta sana y equilibrada. La milpa es la base de la alimentación de la gran mayoría de los mexicanos, tanto a nivel de autoconsumo como a nivel de comercio nacional.

Y así como en la milpa conviven diferentes plantas, cada una con sus atributos y funciones, también es el espacio a partir del cual se construyen relaciones sociales de cuidado, de cultivo y de cosecha. Hacer milpa no sólo es procurar la alimentación de una familia, sino conocer cada especie y transmitir los métodos de cultivo y cosecha de generación en generación.

Hacer milpa es una forma de ser y estar en el mundo. El trabajo comunitario en la milpa es una manera de interpretar y sostener la vida. Hay un paralelo en la diversidad de especies que se complementan y la diversidad de la vida social que se construye alrededor de la milpa. 

La diversidad de la milpa también se expresa en las relaciones que los campesinos tienen con otros seres humanos y con la naturaleza. Hacer milpa es la manera en la que se concibe la vida, su cuidado y su reproducción. 

La milpa condensa un cúmulo de prácticas y saberes; ahí encontramos a todos los miembros de una comunidad participando de una u otra manera, y a partir de ella se organizan maneras de trabajar, de producir y de alimentarse. Estas prácticas están basadas en acciones de respeto a la naturaleza y un manejo sustentable del medioambiente. 

A pesar de que las lógicas del capitalismo han permeado casi todas las esferas de la vida, la milpa sigue siendo un espacio desde el cual es posible resistir al consumismo, al individualismo exacerbado y la lógica del “úsese y tírese”.

Defender la milpa es defender la vida.


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Imagen de portada: Pixabay

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