5 de septiembre: Día Internacional de la Mujer Indígena

La historia de los pueblos indígenas del continente americano es la historia de una resistencia de los herederos y herederas de una cultura milenaria que se niega a morir. Cada país, cada región y cada pueblo son distintos pero a todos los une el despojo, el saqueo y la negación que los gobiernos modernos han perpetrado con ellos. 

En el caso de México, aún existe un enorme problema de desigualdad entre los pueblos indígenas y la sociedad civil. El acceso a la justicia, a los sistemas de salud, e incluso a la participación y representación política, siguen siendo terreno de disputa en un país que parece reivindicar el glorioso pasado de los indígenas muertos mientras niega la realidad de las personas que son discriminadas por su origen étnico. Ello se agrava en el caso de las mujeres indígenas, que no sólo sufren discriminación por su apariencia física sino también por su género, lo que hace aún más grande la brecha entre hombres y mujeres. 

Para señalar este problema se instituyó el Día Internacional de las Mujeres Indígenas a través del Segundo Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América en Tiahuanaco (Bolivia) en honor a la lucha de Bartolina Sisa, guerrera aymara que se opuso a la dominación colonial y que fue asesinada en 1782 en La Paz, Bolivia. Sisa era hiladora. Se casó con el caudillo Túpac Katari y junto a él organizó la resistencia indígena de los pueblos andinos contra el yugo español.

El Día Internacional de la Mujer Indígena se celebra cada 5 de septiembre para rendir tributo a todas las mujeres pertenecientes a los pueblos indígenas del mundo y visibilizar sus luchas. Desde 1983, indígenas de distintos países conmemoran esta fecha honrando a las mujeres portadoras de la herencia cultural y ancestral de estas comunidades, así como a aquellas que murieron en la lucha contra la discriminación y los abusos históricamente asentados.

El papel fundamental que tienen los pueblos indígenas, en especial las mujeres indígenas, sigue siendo invisibilizado o directamente negado. Por ejemplo, los sistemas de subsistencia alimentaria indígena y medios de producción propios. Las mujeres indígenas desempeñan un rol importante en la preservación de la biodiversidad a través de la conservación de las semillas y la recuperación de prácticas agroecológicas que garantizan la soberanía y seguridad alimentarias desde la producción de alimentos saludables. Todo ello, muchas veces a contracorriente de las políticas y acciones que imponen otras prácticas de alimentación.

Resulta esencial reconocer la relevancia de los conocimientos ancestrales de las mujeres indígenas para la subsistencia alimentaria de los pueblos indígenas y de muchas otras personas que, de una forma u otra, reciben los beneficios de estos saberes. A pesar de ese aporte notable y único, las mujeres indígenas siguen siendo objeto de desigualdad social y política y, por ejemplo, están limitadas por un menor derecho de tenencia (acceso, uso y transferencia) de la tierra. Esto dificulta la consecución de la igualdad de género, condición necesaria para erradicar la pobreza y el hambre.

No obstante, las mujeres indígenas tienen una enorme capacidad de superar problemas como los mencionados, encontrando respuestas para seguir adelante como individuos y como colectivo.


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Imagen de portada: Deb Dowd / Unsplash

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