Vox Populi, Vox Dei: My Chemical Romance, la vitalidad de la adolescencia

La adolescencia es una de las épocas más importantes en la vida del ser humano: en ella es que en gran parte se forma la personalidad, los ideales y valores de una persona, porque es en esta época donde la persona se aventura a tratar de responder a la pregunta esencial: "¿quién soy?". Todo este proceso nos lleva a buscar y probar para finalmente encontrar "lo que es nuestro", lo que creo ser: ponerlo en alto y defenderlo a capa y espada es gran parte de lo que caracteriza a esta etapa. Es por esto que, en dicha época, la persona quiere "gritar su existencia''.

Entre los años 90 y principios de los 2000, mucha de la juventud parecía sentirse identificada con la energía que entregaban géneros como el punk y el hardcore. Energía que parecía ser una alegoría a este "gritar nuestra existencia". ¿Y por qué hablo de esto? Porque justamente hay una banda que tomó esta esencia adolescente y la puso en un lugar más alto, artísticamente hablando.

My Chemical Romance (MCR) es una de las bandas más grandes representantes del emo, de hecho tal vez la más grande. Cualquiera actualmente entre los 20 y los 35 años de edad, ha escuchado al menos el nombre de esta banda. Pero también es cierto que ante este género musical existe un gran prejuicio, el cual puede apartarnos de poder contemplar la obra de la banda: "esta música es para adolescentes dramáticos", prejuicio que se concentra, como muchos de los prejuicios en la música, más en el tipo de gente que lo escucha y no en la música. Pero, en The Black Parade, MCR logra romper, en parte, con este prejuicio. Lo cierto es que cuando la música es lo suficientemente buena, tanto los géneros musicales como el público que los abraza ya no importan.

 

Primeros trabajos: la búsqueda de una voz

En su primer disco (I Brought You My Bullets, You Brought Me Your Love, 2002) MCR bien podría pasar desapercibida como cualquier otra banda de hardcore-punk-emo. Lo que podemos destacar aquí es que, desde este primer disco, ya contaban con la habilidad de construir canciones. En Three Cheers for Sweet Revenge (2004) se revela un poco más quién es MCR artísticamente hablando. La prueba más grande está en su canción "Helena", parteaguas en su expresión musical, que aunque seguía adoptando aún una forma ajena, ya nos presentaba algo más "propio". Debo aclarar: estos dos primeros discos no son malos, a través de ellos se hace presente –en un sentido muy restringido– el sentido estético y las habilidades de la banda. Pero, repito, mucho de lo que suena en el disco bien podría pasar desapercibido (ser algo más entre el montón); estos primeros discos carecen de personalidad. 

No nos confundamos, las influencias son algo de lo que nadie se puede librar, siempre están ahí, y claro que se perciben. Nadie crea desde cero, siempre hay algo ya creado que inspira al artista en su creación y, en ocasiones, a hacer un uso particular de los elementos; pero debe entenderse que todo esto sólo forma parte de la construcción musical, no debe ser la construcción musical en sí. Distinguir esto, en gran parte, permite identificar cierta inmadurez artística. Cuando el artista es nuevo tiene el deseo de sonar "como tal". Lamentablemente no sabe que, tras este deseo, corre el riesgo de cumplirlo, a tal grado que su personalidad quede completamente diluida, tanto que simplemente la obra ya no parece haber sido hecha por él: la obra se convierte en algo completamente ajeno. En este caso, la influencia termina eclipsando a la expresión genuina que existe, o puede existir, detrás de todo impulso creativo. Y esto, en gran medida, fue lo que ocurrió en los dos primeros discos de MCR.

 

The Black Parade

Este disco sí mantiene la verdadera esencia de la banda, lo que en realidad siempre quisieron decir, por definirlo de alguna manera, y proyecta un gran crecimiento interno, reflejado a través de lo alcanzado artísticamente; algo así como un refinamiento estético. Aquí MCR se percibe, más que cualquier otra cosa, como una banda libre. Y gracias a esto es que se permite dar paso a una creación genuina; algo que, aun dentro del género, no tiene igual. Sí toma algo de sus influencias, pero esta vez únicamente como parte del material para construir su obra. 

La instrumentación gira alrededor de lo convencional de una banda de rock, pero esta libertad los lleva a incorporar exitosamente elementos y estilos musicales que generalmente no irían en una canción de punk-rock. Es increíble lo bien logradas que están las ideas, lo bien combinados que están los elementos y la forma en que esto se lleva a cabo: desde las voces (incluyendo coros) y guitarras hasta los elementos más orquestados, los órganos, acordeones, etc.; el disco presenta realmente una gran variedad de elementos e ideas; hay mucho ocurriendo más allá de la superficie, pero sobre todo logrado exitosamente, consiguiendo una interacción armoniosa entre los elementos, lo que en el caso de la música, como en cualquier creación artística, siempre es lo más importante. 

The Black Parade (2006) es un disco bien logrado en toda la extensión de la palabra; de inicio a fin se percibe la unidad de la obra como álbum. Atención: con esto no estoy diciendo que necesariamente se trate de un disco conceptual, ese no es el punto aquí. El impulso creativo en todas las canciones es uniforme; a pesar de que, a decir verdad, cada canción tiene un carácter propio, sigue existiendo integridad en la obra como disco. Se puede escuchar sin problema alguno de inicio a fin, y tiene sentido completamente. La verdad es algo que sí puede tener sentido cuando, en teoría, nos es contado, pero en realidad sólo puede tener sentido cuando es experimentado en carne propia. Así, lo único que puedo hacer, más que cualquier otra cosa, es invitarlos a escucharlo: a dedicarle, respetuosamente, su debido tiempo y espacio. 

De momento, visitaré uno de los tracks para ejemplificar en parte de qué va la esencia del disco: "Welcome To The Black Parade".

Esta canción –junto con "Mama"– es en donde, más que en cualquier otro track del disco, se expone con transparencia la libertad creativa de la banda al trabajar con nuevos elementos. El crecimiento de la música sólo puede darse cuando esto ocurre: cuando el artista logra liberarse de los prejuicios detrás de los géneros musicales y consigue crear, a través de su voz única, una obra de arte genuina. En esta canción se logró expandir la idea de lo que suele ser concebido por hardcore-punk. Incluso como emo, es una canción que sin duda no tiene igual; con ayuda de una orquestación tipo banda de marcha, MCR, desde la voz de la esperanza, nos presenta la idea de un mundo por el cual vale la pena luchar; lo cual nos deja ver, más allá de los temas comunes que este género musical suele tratar, lo bueno en la intención creativa de la banda.

Pero el mismo Gerard Way lo dijo en una entrevista para NME: "Para ser honesto, nunca vi a My Chemical Romance pasando por Black Parade [...] cuando llegué al tercer álbum, que no tenía nombre, sentí que era el final".

El disco y los sencillos que siguieron después de Black Parade nunca encontraron la vida que logró ser alcanzada a través de este álbum, y la banda se separó. Pero a finales de 2019 anunciaron su regreso, únicamente para realizar presentaciones en vivo; claro que estaría bien escucharlos intentar algo nuevo.

 

Twitter del autor: @JavienLaNube

 


Encuentra en este enlace la entrega anterior de esta columna: Vox Populi, Vox Dei: Kanye West y el valor del ser humano como individuo

 

Imagen de portada: Jimack32, CC BY 3.0 (Wikimedia Commons)

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