Hace unos días, Netflix estrenó The Queen's Gambit, distribuida en países de habla hispana como Gambito de dama. Se trata de una adaptación en el formato de miniserie de una novela homónima escrita por Walter Tevis y publicada originalmente en 1983.
A grandes rasgos, Gambito de dama (Scott Frank, 2020) cuenta la historia de Elizabeth “Beth” Harmon, una niña huérfana que descubre por azar el ajedrez en el orfanato adonde es llevada luego del fallecimiento de su madre en un accidente automovilístico.
Siendo hija de una destacada matemática, Beth posee, aparentemente de nacimiento, las habilidades necesarias para sobresalir en el juego, al grado de que aun con las limitaciones propias de su circunstancia, logra hacerse de un lugar y un nombre en el mundo del ajedrez, tanto nacional como internacionalmente.
Por sus lecciones sobre la adversidad
¿Limitaciones? Sí, en efecto, porque al inicio de la historia Beth lo tiene todo en contra. Es huérfana, no cuenta con recursos propios evidentes, es mujer en una época que limitaba todo tipo de desarrollo personal e intelectual femenino (las décadas de 1950 y 1960 en Estados Unidos) y el talento que descubre y desarrolla tiene cabida en un ámbito casi exclusivamente masculino (el mundo del ajedrez). Pese a todo, la protagonista triunfa sobre sus circunstancias y poco a poco se abre paso en medio de la adversidad.
Y no podría ser de otro modo, pues la novela de Walter Tevis, la fuente original de la miniserie, es considerada una Bildungsroman, esto es, un tipo de narración que se ocupa fundamentalmente del crecimiento del personaje principal. Llamadas también “novelas de aprendizaje”, las Bildungsroman se consolidaron como género sobre todo en el siglo XIX, cuando en Europa se afianzaron culturalmente las ideas de individualidad, progreso, subjetividad y destino personal (esto último entendido sobre todo como hazaña o empresa por cumplir).
En ese sentido, Gambito de dama cumple satisfactoriamente con la promesa de entregar al espectador la historia de la progresión subjetiva de Beth y su paso de huérfana con un futuro incierto a una ajedrecista del más alto nivel.
Por momentos hubiera podido profundizarse en ciertos conflictos de su existencia o mostrarlos con matices dramáticos más marcados, pero lo cierto es que la serie propone desde el inicio transitar con cierta sutileza o suavidad por ese tipo de problemas o contradicciones sin ahondar mucho en los abismos del alma, aunque sin subestimarlos ni caricaturizarlos, creando así un balance delicado y muy singular entre el énfasis y la banalización de un sentimiento. El resultado es una paleta interesante de emociones, suficientemente atractiva, rica y verosímil como para mantener la atención sobre el desarrollo de la historia.
Porque muestra las dificultades que puede enfrentar una mujer
La condición de mujer de Beth es tratada con un acercamiento similar. Gambito de dama no es una serie que reivindique con vehemencia ideas feministas pero, por otro lado, sí tiene como intención mostrar las circunstancias adversas que una mujer puede encarar, absurdamente, por el solo hecho de ser mujer.
Como decíamos antes, el pretexto más evidente para mostrar dichas dificultades es el ámbito donde Beth se desenvuelve, el mundo del ajedrez, que tradicionalmente ha estado reservado a los hombres, en buena medida por el veto tácito o explícito que se ha impuesto desde hace siglos para las mujeres en actividades de tipo intelectual.
Esta circunstancia es presentada de manera consistente con el tono general de la serie. Con la misma agudeza cuidadosa con que se tratan otras situaciones de la historia, este aspecto fundamental también se le entrega al espectador en la medida justa para propiciar al mismo tiempo el asombro, la reflexión, la indignación y quizá incluso el interés de hacer algo al respecto.
Por el ajedrez
Otro elemento que la serie valoriza es, por supuesto, el ajedrez, juego que tiene sin duda su propio reconocimiento pero cuya reputación muchas veces lo perjudica más que favorecerlo.
Al ajedrez, en efecto, no pocas personas lo consideran un juego complejo, aburrido, lento, propio únicamente de gente rara o muy inteligente, entre otras consideraciones similares. Y aunque algunas de estas quizá tengan su pizca de razón, en ningún caso son suficientes para privarse del entretenimiento agradable y vivo que una buena partida puede proveer.
La emoción de la rivalidad, el estímulo intelectual de la estrategia, la necesidad de la memoria, el cultivo de una cierta forma de paciencia, la posibilidad de apreciar cómo el tiempo transcurre a su propio ritmo, la honestidad que fomenta un juego donde no es posible hacer trampa…
En fin, lo cierto es que el ajedrez es uno de los juegos más generosos que existen, y practicarlo así sea únicamente en partidas amistosas (las mejores, indudablemente), es adquirir un poco de todas esas virtudes.
A este respecto cabe hacer un comentario sobre el título tanto de la serie de Netflix como de la obra literaria en la que está basada. El "gambito de reina" (o más bien "de dama", como se le conoce usualmente) es una apertura del ajedrez en donde quien juega blancas ofrece voluntariamente una pieza a su adversario a cambio de una ventaja estratégica (lo cual, dicho sea de paso, es la definición elemental de un gambito), a la sazón, el peón del alfil de la reina. Según los estudiosos del juego, sin embargo, el gambito de dama puede considerarse un falso gambito, pues en realidad las blancas pueden recuperar el peón perdido con suma facilidad a lo largo de la partida. De cualquier manera, es una de las aperturas más desarrolladas en la historia del ajedrez y una de las que tienen las derivaciones más dinámicas e interesantes para una partida. En comparación con otras aperturas, el gambito de dama es una apertura moderna.
En suma, Gambito de dama es una serie interesante, emocionante, que despierta la curiosidad por varios de los temas ahí presentados y cuenta con una excelente producción cinematográfica (en todos sus aspectos: actuaciones, guion, escenografía, fotografía, la música, etc.). Pero lo más importante, esta serie destaca por la manera tan inteligente y aun bella en que lleva a reflexionar sobre algunos prejuicios que todavía persisten sobre las mujeres, el lugar de la mujer en la sociedad, las actividades intelectuales, el tratamiento que se le da socialmente a emociones como la soledad y la tristeza, el bienestar mental y más. Ese, sin duda, es su rasgo más valioso.
Mira en este enlace la serie Gambito de dama
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