Con más de 1 milenio de historia, el desierto de Nazca, en Perú, resguarda misterios que aun en la actualidad siguen sorprendiendo a la humanidad. Entre ellos están una serie de gigantescos jeroglíficos que se vislumbran desde el espacio exterior, conocidos comúnmente como líneas de Nazca y cuyo significado siempre ha hecho cuestionarse tanto a los expertos como a los aficionados de la arqueología y de los misterios del pasado de la humanidad. ¿Quién y con qué propósito trazó esos diseños? ¿Qué método utilizó? ¿Cómo se establecieron las proporciones? ¿Será, como han planteado algunos, que los dibujos fueron hechos para que los observara alguien desde las alturas? Y si fue así, ¿quién podría elevarse tanto en el cielo como para apreciar los dibujos en su totalidad?
Por si esto fuera poco, recientemente se descubrieron nuevos jeroglíficos que han dejado más absortos a los arqueólogos: se trata de dibujos de civilizaciones aún más antiguas que las que hicieron las líneas de Nazca.
A diferencia de las líneas de Nazca, que datan del 200 y 700 d. C., estos jeroglíficos podrían ser de culturas previas, de los paracas o topará, que llegaron a asentarse entre el 500 a. C. y 200 d. C. Además, los jeroglíficos de los paracas se realizaron tanto con formas humanas como sobre superficies montañosas, con el posible fin de que fueran vistos por los pobladores (y no por el cielo).
Los dibujos gigantescos representaban guerreros
Pese a que los jeroglíficos fueron creados hace miles de años, el paso del tiempo casi los borró de la vista del ser humano. Tuvo que usarse un dron con una alta tecnología para escanear la región y hallarlos. Este método estuvo a cargo del profesor Luis Jaime Castillo Butters de la Pontificia Universidad Católica del Perú, el arqueólogo y ministro de Cultura peruano, Johny Isla, y Sara Parcak, arqueóloga del espacio y exploradora de National Geographic. Tras un largo proceso de mapeo, ubicación y exploración, los equipos de los arqueólogos realizaron la búsqueda de nuevos sitios arqueológicos sin explorar.
De acuerdo con Castillo Butters, la mayoría de las figuras representaban guerreros que estaban dibujados en posiciones estratégicas (para que fueran vistos por las poblaciones más lejanas). Gracias a ello se descubrió que estas “nuevas figuras” databan de la cultura paracas y topará, en plena transición entre los paracas y los nazca. Esto, explica Isla, podría significar que la tradición de realizar jeroglíficos gigantescos proviene de milenios atrás, lo cual abre una vasta diversidad de hipótesis en relación con sus funciones y significados.
Las imágenes mostraban docenas de antiguos jeroglíficos enterrados en el desierto
Cuando los investigadores tomaron fotografías de los sitios arqueológicos desde el cielo, encontraron que sólo mediante imágenes de muy alta resolución se podían distinguir rastros de docenas de antiguos jeroglíficos en el desierto. Con el paso de los siglos, las líneas se convirtieron en depresiones ligeras del suelo, las cuales sólo adquirían forma si se observaban a través de un escáner 3D del terreno desde diversos drones.
Gracias a la tecnología del satélite GlobalXplorer, que tiene la capacidad de detectar un objeto desde una distancia de 383 millas sobre la superficie de la Tierra, los expertos lograron encontrar los jeroglíficos, como se dice popularmente, como si se tratara de una aguja en un pajar. Si bien actualmente los jeroglíficos no se encuentran en riesgo inminente, los científicos los han inscrito en la lista de Patrimonios del Mundo de la UNESCO y en la lista del Ministerio de Cultura de Perú.
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