Este fin de semana el mundo quedó conmocionado por algo que ya ha pasado a la historia del periodismo como #PanamaPapers, hashtag que da cuenta de una de las mayores filtraciones jamás vistas, luego de que hace 1 año una fuente anónima entregó al diario alemán Süddeutsche Zeitung casi 2.6 terabytes de información relacionada con el despacho Mossack Fonseca, el cuarto más importante del mundo, especializado en crear empresas fantasma en países conocidos por ser “paraísos fiscales”.
Este tipo de operaciones se conocen como “empresas offshore” pues, grosso modo, su funcionamiento consiste en establecer el domicilio legal de una empresa en un país pero con la condición de que sus operaciones se realicen en otros, usualmente bastante laxos en sus regímenes fiscales y laborales; por último, la triangulación se cierra (aunque no sin ciertos intermediarios) con el depósito de la “ganancia” de dichas empresas en las cuentas de la persona que en realidad no hizo más que transferir grandes sumas de dinero de su país natal a través de bancos cómplices de estas transacciones. El propósito último de todo este entramado es, en la mayoría de los casos, evadir el pago de impuestos, lavar dinero (cuando su origen es totalmente ilegal) o esconder grandes fortunas por otros motivos.
Ahora bien, entre los implicados o, mejor dicho, beneficiados por estas operaciones se encuentran personalidades de muy distinta índole, desde algunos cuya presencia podría no sorprendernos, de tan cercanos que están a todo tipo de corrupción (Vladimir Putin, por ejemplo, o los magnates petroleros de Medio Oriente que al mismo tiempo son o han sido dirigentes de sus naciones), hasta otros que, dorados por la pátina de la popularidad, podríamos suponer íntegros y honestos (Lionel Messi y Pedro Almodóvar).
Sin embargo, quizá el peor caso de todos los nombres incluidos en esta primera revelación sea el de Sigmundur David Gunnlaugsson, primer ministro de Islandia de 2013 a la fecha y quien hasta este fin de semana tenía entre sus logros haber luchado contra la especulación financiera de su país, esto al mismo tiempo que, según se sabe ahora, él mismo movilizaba importantes sumas personales de dinero a través de los mismos bancos que habían saqueado la riqueza de Islandia.
En específico, los Panama Papers señalan a la esposa de Gunnlaugsson, Anna Sigurlaug Pálsdóttir, como la dueña de Wintris desde 2007, empresa que al parecer compró para invertir los ahorros de su familia y cuya sede se encuentra en las Islas Vírgenes Británicas, nación catalogada como paraíso fiscal. La compra se realizó a una compañía panameña a través de un banco de Luxemburgo, otro país conocido por la lasitud de sus regímenes fiscal y financiero. En abril de 2009 Gunnlaugsson fue elegido como miembro del parlamento de Islandia pero, a pesar del cargo público ostentado, no dio a conocer que poseía la mitad de las acciones de Wintris, las cuales vendió 8 meses después a su esposa por 1 dólar. Más tarde, en 2015, formó parte de un acuerdo con bancos islandeses en bancarrota que, a la postre, resultó en una enorme ganancia monetaria para su esposa. Gunnlaugsson actuó así como juez y parte, a sabiendas de que las medidas en contra de la especulación resultarían en un beneficio para él y su familia.
Como parte de las reacciones ante esta información, este lunes miles de personas se congregaron a las afueras del parlamento islandés en Reikiavik para exigir la renuncia de Gunnlaugsson. Asimismo, la oposición política analiza la posibilidad de emitir un voto de no confianza contra el primer ministro y, a partir de eso, convocar a elecciones para sustituirlo.
Al momento ni Gunnlaugsson ni su esposa han declaro respecto a sus conexiones con el despacho Mossack Fonseca pero hace 1 mes, en entrevista con una cadena pública de televisión sueca, SVT, Gunnlaugsson se molestó visiblemente cuando el periodista preguntó sobre Wintris y su participación financiera en la compañía.
Cabe destacar, por último, que Islandia ha sido el único país cuya sociedad ha demostrado masiva y públicamente su indignación ante la información revelada por los Panama Papers y el hecho de que su gobernante esté involucrado en actos de corrupción y deshonestidad tan flagrantes y tan en contra de toda civilidad elemental y respeto por la ley común, algo que no ha sucedido en Argentina, México o Rusia, cuyos presidentes también parecen haber sido beneficiados por estas triangulaciones fiscales.