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El estereotipo que asocia a los afroamericanos con un alto consumo y abuso de "drogas duras" no parece tener sustento real. Una investigación dirigida por la psiquiatra Linda A. Teplin de la Escuela de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern, que tomó en cuenta casi 2 mil casos de jóvenes detenidos por posesión y consumo de drogas, revela una historia racial muy distinta del estereotipo.
El estudio se llevó a cabo a través de 12 años gracias a los registros del Cook County Juvenile Temporary Detention Center de Chicago, tomando en cuenta mil 829 casos de jóvenes (mil 172 hombres y 657 mujeres entre 10 y 18 años de edad) que fueron arrestados más de una vez entre 1995 y 1998. Los investigadores se entrevistaron con los jóvenes hasta en nueve ocasiones a lo largo de sus años 20, revelándose que las probabilidades de abuso de cocaína se incrementaban 30% más en jóvenes blancos no hispánicos que en afroamericanos.
Las conclusiones (publicadas en el American Journal of Public Health) parecen demostrar que la dependencia y abuso de "drogas duras" (como los opiáceos y las anfetaminas) es "menos común entre jóvenes delincuentes afroamericanos que entre blancos no hispánicos", lo que resulta "sorprendente considerando el estereotipo ampliamente aceptado de que los afroamericanos son quienes abusan predominantemente de las 'drogas duras'", segun la doctora Teplin.
La incongruencia entre la tasa de encarcelamiento de afroamericanos y la de otros grupos étnicos no es meramente casual: de acuerdo con Noam Chomsky, la guerra contra las drogas fue diseñada como una forma de mantener a raya el ascenso de los afroamericanos en la escala de clase o, dicho de otra forma, como una estrategia para preservar la hegemonía blanca en Estados Unidos al criminalizar a los jóvenes por delitos fáciles de rastrear y comprobar, como la posesión y consumo de cannabis.
Se estima que en las zonas más conflictivas y de mayor tasa de criminalidad en EEUU, uno de cada tres jóvenes hombres afroamericanos irá a prisión al menos una vez en su vida, mientras la tasa de blancos en la misma situación es uno de cada 17.