"El mundo es como la impresión dejada por la narración de una historia", dice un antiguo texto védico, citado en la contratapa de uno de los libros más importantes de Roberto Calasso, Ka (uno de los libros más importantes escritos sobre mitología hindú, sólo superado quizás por un nuevo libro de Calasso sobre el pensamiento de la India: Ardor). Esta frase es fascinante puesto que nos remite a la idea de que el mundo se hace al decirse --la eterna historia que emerge alrededor del fuego-- pero eso que queda es como un eco, una persistencia retiniana, una sustancia espectral, una copia. Se nos introduce al māyā, a la idea del mundo como una divina ilusión. Calasso es uno de los escritores que se encargan de deshebrar este tejido maravilloso de simulacros y flamantes conexiones, esta madeja mágica de la divinidad que se confunde con la creación. Como dijera Borges: "Nosotros (la indivisa divinidad que opera en nosotros) hemos soñado el mundo. Lo hemos soñado resistente, misterioso, visible, ubicuo en el espacio y firme en el tiempo; pero hemos consentido en su arquitectura tenues y eternos intersticios de sinrazón para saber que es falso". Podemos evocar otra imagen que quizás le gustaría a Calasso, quien se ha encargado de hacer una arqueología filosófica de los bandhus (los hipervínculos originales con los que fue formado el mundo, según los Vedas). A través de su obra se develan los nudos luminosos en el velo epifánico de māyā, esa red de correspondencias y analogías, esos intersticios que resalta Borges como huellas de la divinidad, que justamente revelan la mano del divino artífice, a quien conoceremos por sus articulaciones y pegamentos.
Como todo gran escritor Calasso ha creado su propio género, una especie de voz ensayística en stream of consciousness donde la enorme cantidad de referencias eruditas ha sido zurcida invisiblemente en un continumm, sin más pretensión que hacer de lo abstruso algo disfrutable y fluido, salvando un ritmo que nos sitúa en la circularidad mutidimensional del mito y en la lógica conectiva del sueño. Calasso sabe, como buen historiador, que la historia no existe en un tiempo pasado separada del presente sino que es una perpetua presencia fantasmagórica, un árbol de mil ramas que confluyen en la palabra. En el epígrafe de Las bodas de Cadmo y Harmonía, una frase de Salustio dice: "Estas cosas no ocurrieron jamás pero son siempre". Bajo la sombra persistente de los dioses se desarrolla la obra de Calasso: una serie de gestos que se repiten desde el amanecer: el dios transformado en toro que mira a una muchacha caminar por la orilla del mar, la ninfa que es la serpiente que es la fuente de agua, el narrador cuya palabra es tan dulce como el soma y que sustituye el sacrificio por la miel de la palabra sólo mientras dura el encantamiento... los arquetipos, los emblemas, las resonancias de la literatura con los planos invisibles, los momentos en los que nos posee lo divino. La literatura de Calasso es como ese bosque al cual las mujeres iban a perderse luego de percibir el aroma o el atabal del dios, de Shiva o de Dionisio.
A continuación hacemos una lista de cinco libros esenciales de Roberto Calasso, no para hacer crítica literaria sino para llamar a la lectura de este escritor que ha sido llamado "una institución literaria", término en ninguna medida exagerado, ya que la magnitud de la labor literaria de Calasso no puede entenderse sin también citar a Adelphi, la editorial que dirige y la cual quizás tenga en su catálogo la colección de textos más refinada y diversa actualmente en el mundo editorial.
1. Ardor
La más reciente obra extensa de Calasso en su perenne investigación del pensamiento mítico y en específico del pensamiento védico. Lo que Calasso comenzó con Ka lo madura en Ardor, habiéndose convertido en un importante indólogo, estudiando detalladamente el Shatapatha Brahmana y formando una teoría del sacrificio como el acto que definió al pensamiento antiguo y que para el mundo moderno se ha convertido en mero procedimiento. Literalmente, sin sacrificio nuestra sociedad pierde su naturaleza sagrada, pero no por ello su necesidad del rito. Vivimos así en mundo donde la sociedad se ha convertido en sí misma en una religión, pero es una religión o un fanatismo secular, sin éxtasis ni disciplinas internas ligadas al conocimiento de lo divino, que era lo que caracterizaba a la civilización védica, que a través del sacrificio repetía lo que había hecho los dioses y así accedía a lo divino.
Citas:
Regresar a observar ciertos simples gestos, de los cuales podemos ser conscientes o no, pero que siempre están con nosotros y sin los cuales no podríamos existir: las acciones de respirar, tragar, copular, cortar, matar, evacuar, hablar, quemar, servir, pensar, soñar, mirar.
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La primacía de despertar sobre cualquier otra actividad mental no es una innovación del Buda, quien simplemente ofreció una versión de esto que era a la vez radical y mayormente destructiva de lo que le antecedía. La preocupación sobre el despertar y su importancia siempre había estado presente en los textos védicos.
Simplemente estar despierto. Eso es lo que permite que cualquiera se vuelva “más divino, más calmado, más ardiente”, en otras palabras más rico en tapas. ¿Y acaso no fue el tapas lo que permitió que los dioses se convirtieran en dioses en un principio?… Todo puede ser trazado de regreso a esto. Y todo puede ser eliminado, excepto esto.
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La actitud sacrificial implica que la naturaleza tiene significado, mientras que el acercamiento científico nos ofrece una descripción pura de la naturaleza, en sí misma desprovista de significado.
2. La ruina de Kasch
El texto más complejo y experimental de Calasso; Italo Calvino lo describió así: "La ruina de Kasch tiene dos temas, el primero es Talleyrand y el segundo es todo lo demás". Una obra totalizadora, la historia como procesión hacia el matadero, llena de ideas filosóficas, de elipsis poéticas, de aforismos, de teoría marxista y de reglas (metafísicas) de etiqueta diplomática. Inclasificable: cuento de hadas, novela, ensayo visionario, liturgia, colección dinámica de citas a la Walter Benjamin... Aquí Calasso hace patente su obsesión por el sacrificio como el gesto fundamental del cual se despliegan todos los demás y al cual regresamos siempre. Aquí también nos regala la más deliciosa leyenda, que da nombre al libro, sobre un narrador cuyas historias eran tan dulces y cautivadoras que por un momento parecía haber logrado suspender la práctica de sacrificar al rey del reino de Kasch cuando los astros llegaban a cierta posición en los cielos (los sacerdotes que escuchaban las historias no veían los astros, entretenidos toda la noche por el flujo de las palabras que eran como una droga hipnótica).
Citas:
Todo sacrificio es el reconocimiento de un Otro. Al final de todas las emancipaciones, Occidente sólo consigue reconocerse a sí mismo. Su parálisis, que se oculta detrás de la agitación de la praxis, procede de no saber ya a quién darse. Derrumbados los dioses, no se han derrumbado, sin embargo, las hipóstasis; entonces el mundo acaba por entregarse al torpe y siniestro cortejo que Stirner había descrito: a la Razón, a la Libertad, a la Humanidad, a la Causa. Pero el despertar de esta hipóstasis es amargo, más que cualquier otra superstición.
Los Upanishad exigen que la destrucción se realice en el momento de máxima conciencia. En el Bhagavad Gita, Arjuna tiene la revelación de Krishna en el momento en el que se dispone a matar a sus parientes en el campo de batalla. El mundo secularizado aparta la mirada de la destrucción. Y aparta la destrucción de la mirada, como la ciudad bombardeada se desvía del ojo del piloto que suelta la bomba y vuela ya más lejos.
Este libro ha sido traducido al español y publicado por Anagrama.
3. Las bodas de Cadmo y Harmonía
El libro más popular de Calasso, donde posa su mirada erudita y altamente intuitiva a las mitologías de Grecia, cazando el gesto que define y vincula y todos los ecos que genera: todas las historias son las ramas de un gran árbol cuya raíz se pierde en el tiempo, en el sueño. "Todo se repite, todo vuelve, pero siempre con alguna ligera torsión del significado", escribe Calasso. Como en la tradición órfica, Calasso descubre que los mitos son una forma de iniciación hacia un pensamiento no lineal, analógico, hacia la luz enigmática del símbolo y del arquetipo, hacia la visión de la eternidad que es siempre finalmente un círculo o, acaso para nosotros, una espiral. Calasso vuelve a contar esa única historia, y la altera para vivificarla, y la poetiza, y al hacerlo la anuda más con la primera, que resuena siempre.
Citas:
Las figuras del mito viven muchas vidas y muchas muertes, a diferencia de los personajes de la novela, vinculados en cada ocasión a un único gesto. Pero en cada una de estas vidas y de estas muertes están presentes todas las demás, y resuenan. Podemos decir que hemos cruzado el umbral del mito sólo cuando advertimos una repentina coherencia entre incompatibles.
El falo de Dionisio es alucinógeno antes que impositivo. Tiene una naturaleza próxima al hongo, al parásito, a la hierba tóxica recogida en el hueco del tirso. No contiene la fidelidad agraria, se extiende por el surco trazado, donde Yasión copila con Demeter, no se abre paso entre las lozanas mieses, sino entre los bosques ásperos. Es la punta metálica oculta debajo de inocuas hojas verdes. No quiere embriagar para fomentar el crecimiento, pero el crecimiento sostiene la embriaguez como el pie de una copa. Dionisio no es dios útil para tejer, anudar, sino un dios que desata, disuelve.
En la blancura termina Helena, y en la blancura comienza. La espuma de las olas de las que nació Afrodita se concentró en la cáscara blanca de un huevo de cisne, arrojado "a un lugar pantanoso". La inmóvil inmensidad del mar se había reducido a un espejo de agua estancada, enmarcado por cañas. Al abrirse ese huevo en el pantano aparece Helena. Según algunos, ocultos en la misma cáscara estaban los Dioscuros. Así que Helena, la única está ligada desde un principio a la fraternidad gemela y a la escisión. La única es la misma figura del Doble. Cuando se hable de Helena, jamás se sabrá si se trata de su cuerpo o de su simulacro.
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En el origen del simulacro está la imagen mental. Este ser caprichoso e impalpable replica al mundo y al mismo tiempo lo sujeta a la furia combinatoria, azotando sus formas con su proliferación inexhausta. Emana una fuerza prodigiosa, el terror frente a lo que se ve en lo invisible. Tiene todas las características de la arbitrariedad y de lo que nace de la oscuridad, de la indiferenciación, como quizá, tiempo atrás, había nacido el mundo. Pero esta vez el caos es la vasta tela tenebrosa detrás de nuestros ojos sobre la que se dibuja la disipación del fosfeno. Esa formación de las imágenes se repite en cada instante, en cada individuo. Y no paran ahí sus rarezas. Cuando el simulacro toma posesión de la mente, cuando comienza a agregarse a otras figuras afines o enemigas, poco a poco ocupa el espacio de la mente en una concatenación cada vez más minuciosa. Lo que se había presentado como la misma maravilla de la aparición, desligada de todo, se conecta ahora, de simulacro en simulacro, a todo.
Este libro ha sido traducido al español y publicado por Anagrama.
4. Ka
Al igual que hizo con Grecia en Las bodas de Cadmo y Harmonía, en Ka, Calasso nos introduce a la vasta selva mitológica y filosófica de la India haciendo de la más compleja y enredada metafísica una historia, un delicioso flujo narrativo, una especie de tour literario de lujo por la psicogeografía védica, budista e hindú. Si en Grecia tenemos a Dionisio, en la India tenemos a Shiva. Aquí Calasso traza ya lo que será su gran aportación al estudio del sánscrito, el entendimiento del concepto central de tapas como un ardor de la conciencia, un estado de alerta encendida, similar a la iluminación que es el acto creativo de la mente divina.
Citas:
En torno suyo todo era nuevo y, al girar la mirada, podía ver aún detrás de las manchas de la vegetación, detrás de las siluetas de las rocas, un número, una palabra, una equivalencia: un estado de la mente que se adhería, se mezclaba con otro estado. Como si cada estado fuese un número. Esta era la equivalencia primera [...] y entonces vio que la vasta dispersión de todo lo que vivía, y sobre todo moría, podía articularse en relaciones que no se deteriorasen. Lo que ve la mente cuando establece una relación lo ve para siempre.
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El primer estado entre todos, aquel al que se vuelve entre un acontecimiento y el siguiente, como a una última barrera, es el nacimiento del fuego desde el agua. De Agni desde Soma. El fuego líquido... Por eso la primera forma adoptada por el pensamiento fue la de un brasero sumergido que se expande, un resplandor en el agua.
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Brahma dijo: "Interrumpir un sueño profundo es como interrumpir el coito de dos amantes". El mundo nació de la interrupción de un sueño. Por eso la vigilia es la única prueba de la existencia. Por eso el mundo está fragmentado y no puede alcanzar la plenitud. Por eso intenta continuamente recomponer la plenitud..
Este libro ha sido traducido al español y publicado por Anagrama.
5. La locura que viene de las ninfas
Un libro pequeño de ensayos que puede servir para introducirse a la obra de Calasso y deleitarse en su gran erudición. Leemos aquí sobre otro de los grandes temas que apasionan a Calasso: la posesión, la manía divina. A su fascinante interpretación de la locura que viene de las ninfas (la ninfa es el agua y es la serpiente que seduce y se repite en la historia de Lilith a Lolita) la acompañan también ensayos más ligeros que van de la obra de John Cage a la vida erótica de Kafka (sobre este último autor Calasso escribió un libro entero que merece una mención honorífica, K., donde nos introduce a los subtemas metafísicos de El proceso y El castillo).
Citas:
El primer ser sobre la tierra al que Apolo habló fue una Ninfa. Se llamaba Telfusa y de inmediato engañó al dios. Apolo había atravesado la Beocia procedente de Calcide. La vasta planicie que después fue rica en trigo estaba entonces cubierta por una densa floresta. Tebas no existía. No había calles ni senderos. Y Apolo buscaba su lugar. Quería fundar en él su culto. Según el himno homérico rechazó más de uno. Después vio un "lugar intacto" (charos apeman), dice el himno. Apolo le dirigió la palabra. En el himno el pasaje es brusco: ese lugar es un ser. En sólo dos versos, sin transición, el masculino charos se convierte en un ser femenino ("Te detuviste cerca de ella y le dirigiste estas palabras"). Aquí, con la máxima rapidez y densidad, se muestra qué es la Ninfa en la economía divina de los griegos.
[...] Si en el origen de la posesión encontramos a una Ninfa --Iynx, si las Ninfas presiden a la posesión en su máxima generalidad, es así porque ellas mismas son el elemento de la posesión, son esas aguas perennemente revueltas y mutables donde de pronto un simulacro se impone soberano y subyuga a la mente. Y esto nos transporta al léxico griego: nymphe, que significa tanto "muchacha lista para las bodas" como "fuente".