¿Las personas que deseas en las redes sociales son falsas?

La modelo Essena O'Neill ha desatado una pequeña revolución de polémica en las redes sociales luego de que se revelara como fake, como una producción artificial para satisfacer los ideales y estándares de la belleza y lo deseable en nuestra sociedad. O'Neill había acaparado una pequeña fortuna de "real state" digital con cientos de miles de seguidores en Instagram, YouTube y Snapchat. Todo iba bien --según ella, estaba empezando a recibir contratos de modelo y buenas cantidades de dinero por parte de marcas-- hasta que un día decidió renunciar a lo que considera una vida de falsedad e irrealidad.

Su decisión fue alabada por algunas personas y criticada por otras, incluyendo también a algunas social media stars, quienes la acusan de no ser realmente tan popular y estar haciendo una estratagema para, ahora sí, ganar más popularidad.

De cualquier forma el caso ha levantado una discusión en varios sitios de Internet y foros sobre cómo se construyen las imágenes de las nuevas celebridades de los social media, las cuales parecen no depender de las corporaciones: son estrellas self-made. Essena, por ejemplo, se ha dedicado a hacer una campaña en la que exhibe cómo montó sus fotos para satisfacer los estándares. Por ejemplo: "NO ES LA VIDA REAL –tomé más de 100 fotos en poses similares tratando de que mi estómago se viera bien. Seguramente no comí nada ese día. Debí gritarle a mi hermanita para que siguiera tomándolas hasta que estuve de alguna forma satisfecha".

La pregunta que genera este exposé tiene que ver con cuántas de las modelos aparentemente perfectas que se han vuelto estrellas de redes sociales como Instagram se ven en realidad como las imágenes que publican y, sobre todo, cuánto tiempo pasan creando estas imágenes, cuánto de su vida dedican a "parecer ser". Y, también, por qué gratificamos tanto a las personas que cumplen con estos ideales de belleza, éxito y en general, deseabilidad. Podemos pasarnos la vida contemplando imágenes de modelos que viven la vida que quisiéramos vivir sin nunca vivirla, entre otras cosas por estar contemplándola a través de una pantalla.

Un caso también revelador es el de la modelo Stina Sanders, cuya cuenta de Instagram se desplomó una vez que empezó a compartir imágenes de su vida normal, sin maquillaje, yendo al doctor, cosas comunes y corrientes y poco glamourosas.  Al parecer a sus fans no les interesaba conocer su verdadera intimidad sino solamente verla en sus mejores momentos, cuando lograba transmitir el ideal de belleza con el que fantasean. 

La imagen corporal como una divisa de intercambio es parte de nuestra sociedad, y también como mecanismo de poder (si se tiene) y de patología (si no se tiene). Y, sin embargo, todo esto hace del cuerpo un fantasma al cual perseguimos, devaluando nuestra propia realidad.

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