"Por qué este año no voy a ir a Burning Man" (reflexiones de Daniel Pinchbeck)

El año pasado Burning Man hizo masa crítica en el mundo de los festivales y se elevó al mainstream, como reportamos aquí, convirtiéndose en el hotspot de la élite de Silicon Valley, celebridades y miembros del jet set en busca de experiencias trascendentales, satori programdo, enteógenos y un poco de polvo y sol. Algunos celebran que personas como Mark Zuckerberg o Jeff Bezos (algunos de los VIPs que han asistido recientemente) puedan darse una probada de la visión contacultural, off the grid, de Burning Man y expandir su mente, con la esperanza de que modifiquen su filosofía empresarial; otros creen que es contradictorio que este tipo de personajes asistan y lleguen a cooptar el festival, cuando la idea de Burning Man es justamente huir del tipo de civilización que las empresas de Silicon Valley están creando. ¿La experiencia cósmica en Black Rock de un CEO se convertirá en una flamante idea para esa nueva killer app que le hará tener un edge sobre sus competidores, o para liberarse de la mentalidad ultracapitalista? Claro que si lo único que uno quiere es irse a drogar con clase, en medio de arte psicodélico de primer nivel y chicas lindas disfrazadas de diosas o vagabundos apocalípticos para estimular el trip, Burning Man sigue siendo un buen lugar. Pero muchos de los viejos burners creen que esto no era el espíritu esencial del festival; había una conciencia distinta. Se trataba más sobre el arte y la libertad; querían construir otro mundo, pero éste se ha convertido en una Disneylandia para adultos. 

Este año, uno de los periodistas más ligados a esta comunidad, Daniel Pinchbeck, ha escrito en Reality Sandwich un interesante ensayo sobre por qué, por primera vez en 15 años, dejará de asistir a este festival en el desierto de Nevada. Esto es lo que pensaba Pinchbeck de Burning Man en la cresta de la tecnoutopía psicodélica en el año 200o, y esto es lo que piensa en 2015. A continuación traducimos algunos párrafos de su reciente artículo:

Este año no voy a ir. Existen varias razones para esto, pero la principal es que siento que Burning Man --una institución en su propio proceso perenne de cambio y evolución-- se ha desviado de su camino. Espero que sea sólo temporal. Conozco y quiero a muchas de las personas que crean el festival, y creo en su visión y en su intención.

Burning Man ha logrado muchas cosas increíbles, abriendo toda una nueva dimensión de libertad individual y expresión. Al mismo tiempo el festival se ha convertido en víctima de su propio éxito. Se ha convertido en un masivo complejo de entretenimiento, un poco como Disneylandia, para un contingente compuesto sobre todo de una élite millonaria. Siempre ha tenido un poco de esta vibra, pero se ha vuelto más pronunciada en los últimos años. El potencial para una verdadera liberación o despertar se ha vuelto cada vez más oscuro y remoto.

[...] En Burning Man, siempre hubo tensión entre dos visiones de mundos, que llamaría libertaria hedonista y mística anárquica. Siento que, como resultado de su rápido crecimiento, el festival se ha convertido en un imán de la élite adinerada (la gente de Silicon Valley, los dueños de los medios de comunicación y sus  grupos, la gente de Ibiza), la balanza se ha volcado a favor del hedonismo libertario. Los carros de arte se han vuelto los nuevos yates, representando expresiones de egos masivamente inflados. Campamentos acaudalados gastan cientos de miles de dólares en un vehículo para pavonearlo por ahí, con una vibra de cordón de terciopelo. Cada vez más, la cultura de Burning Man se siente como otra versión de la visión ensimismada, nihilista e inconsciente de la economía liberal que rápidamente está aniquilando la vida de un mundo compartido.      

Recuerdo, hace un par de años, me quedé a un lado de un camp que había sido construido para el fundador del Cirque du Soleil, Guy Laliberté y sus amigos. El camp estuvo vacío durante la semana. Había muchas tiendas estilo caravana de gitanos, esperando a que llegarán los invitados de Europa el fin de semana. Había también algunos mexicanos que trabajaron durante el fin de semana, construyendo grandes sombrillas y decorando de arte los carros. Nadie le había ofrecido a los trabajadores un lugar para quedarse en las lujosas tiendas cuidadosamente protegidas del sol. Así que habían tendido una pequeña tienda de nailon en el sol. Esta imagen resume en lo que Burning Man ha devenido, inexorablemente.

Pinchbeck se lamenta de la decadencia de Burning Man, puesto que es (o era) uno de los pocos lugares que ofrece en la actualidad una oportunidad de vivir experiencias iniciáticas y transformadoras. Burning Man "nos reveló nuestras capacidades innatas para construir una nueva sociedad o rediseñarla basándonos en la creatividad, la comunidad, la inspiración y la compasión".

Sigue leyendo

 

© 2017 - pijamasurf.com Todos los derechos reservados