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No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio. Juzgar que la vida vale o no la pena de que se le viva es responder a la pregunta fundamental de la filosofía.
Albert Camus, El mito de Sísifo
Entre los comentarios de la nota “Frases memorables para antes de morir” hubieron dos que reflexionaba acerca del suicidio, por un lado HAVS98 dice en una parte de su comentario: “me parece que el suicidio es una de las formas más enigmáticas (por supuesto, también más definitivas) de hacerse uno mismo una obra. Suicidio es una palabra que me causa fascinación. ¿Qué será sentirse tan miserable como para cometerlo?”. Y por otro lado, Miguel Flores escribe que: “El suicidio, producto de nuestra propia libertad, dejar de vivir una vida que es indeseable. Más terrible sería estar obligado a vivir para siempre”. Estos comentarios me motivaron a hacer una breve recopilación de seis historias de de escritores suicidas, si bien no con el fin de encontrar una respuesta a si la vida vale o no la pena de que se le viva, tal vez sí con el fin de generar, por medio de las historias de cada escritor, más preguntas y más reflexiones al respecto.
Qué será sentirse tan miserable como para cometer suicidio seguramente no llegaremos a comprenderlo del todo si no nos encontramos en esa circunstancia, sin embargo, tal vez hay algunos detalles que se repiten, pequeñas pistas que nos pueden ayudar a interpretar qué es lo que llevaría a alguien a terminar con su vida.
Virginia Woolf
Desde niña, la escritora británica Virginia Woolf, uno de los grandes referentes de la literatura universal, sufrió de un trastorno bipolar que se vio empeorado por distintas circunstancias. En 1895, cuando tenía apenas 13 años, muere su madre y 2 años después su media hermana quien había suplido a la madre tras su muerte, lo que provocó lo que se cree el primer episodio depresivo de Woolf.
En 1905 muere su padre, lo que provoca que Woolf tenga una crisis nerviosa que la lleva a ser internada en un psiquiátrico por un breve período. Los episodios depresivos de Woolf también estuvieron influidos, como sugiere su sobrino Quentin Bell, por los abusos que sufrieron Virginia y su hermana Vanessa por parte de sus medios hermanos Gerald y George Duckworth.
El estallido de la Segunda Guerra Mundial y la destrucción de su casa en Londres durante el bombardeo nazi al Reino Unido conocido como The Blitz probablemente fueron factores decisivos para que el estado mental de Virginia Woolf empeorara hasta el punto del suicidio.
En su última carta, antes de su suicidio, comienza:
Estoy segura de que me vuelvo loca de nuevo. Creo que no puedo pasar por otra de esas espantosas temporadas. Esta vez no voy a recuperarme. Empiezo a oír voces y no puedo concentrarme.
El 28 de marzo de 1941, Woolf se puso su abrigo, llenó de piedras sus bolsillos, salió de su casa, caminó unas cuadras y se lanzó al río Ouse, donde terminó con su vida. Su cuerpo fue encontrado 20 días después, el 18 de abril.
Sylvia Plath
La vida de Sylvia Plath constantemente estuvo dividida entre su ansia de vivir libremente y el papel que como mujer debía ocupar en la sociedad. Buscaba en sus reflexiones cómo conciliar su papel destinado como esposa y la fuerza interior que la hacía buscar una existencia más acorde a sus inquietudes artísticas.
En 1956 Sylvia contrae matrimonio con el poeta Ted Hughes, en él creía haber encontrado a una pareja muy parecida a ella y su carácter. Tuvo dos hijos con él, cuando ella se vuelve madre se exacerba el conflicto entre su deber maternal y su vocación de artista.
Tras divorciarse de Hughes, el 11 de diciembre de 1963 Sylvia Plath despertó, preparó el desayuno para sus hijos, lo llevó a su cuarto y regresó a la cocina para matarse metiendo la cabeza en el horno. Alguna vez había escrito en su poema “Lady Lazarus”:
Morir
es un arte, como todo.
Yo lo hago excepcionalmente bien.
Tan bien, que parece un infierno.
Tan bien, que parece de veras.
Supongo que cabría hablar de vocación.
Alejandra Pizarnik
El 25 de septiembre de 1972, cuando tenía 36 años, la poeta argentina Alejandra Pizarnik ingirió 50 pastillas de Seconal sódico, era la segunda vez que intentaba matarse con pastillas, la primera ocasión tomó barbitúricos pero a tiempo se le realizó un lavado estomacal.
Toda su vida sufrió depresión a causa de su apariencia física, era asmática y tartamuda, además se consideraba fea, debido a sus problemas de acné, peso y estatura, e inadaptada socialmente. Su poesía es en muchas ocasiones breve y con claras raíces surrealistas.
En sus diarios en muchas ocasiones puede encontrarse su visión lúgubre de la existencia. Inclusive cuentan que Julio Cortázar alguna vez le dijo: “No te quiero así, yo te quiero viva, burra”.
Paul Celan
El poeta rumano Paul Ancel, quien cambiara su apellido a Celan (un anagrama del otro), fue considerado uno de los poetas más importantes de la segunda posguerra, con poemas fundamentales como “Fuga de muerte” que habla sobre Hitler y el nazismo. Los padres de Celan fueron enviados a los campos de concentración y él a un campo de trabajo donde estuvo de 1941 a 1944, cuando fue liberado.
En 1948 Celan se casa con la pintora Gisèle Celan-Lestrange, con la que tuvo dos hijos, uno de ellos, el primogénito (François) fallecido a los pocos años y a quien el poeta le escribiera el poema “Epitafio para François”.
Desde 1962 Celan comienza a sufrir severas depresiones que en ocasiones terminarán en alucinaciones, hasta el grado de intentar matar a su esposa en una ocasión. La muerte de sus padres y su hijo, aunado a la acusación de plagio realizada por viuda del poeta Yvan Goll, hizo que el estado psiquiátrico de Paul se agravara hasta el punto de aceptar hacerse internar en clínicas privadas.
En la noche del 19 de abril de 1970 Paul Celan dejó una biografía del poeta alemán Hölderlin abierta en una página con unos versos subrayados: "a veces el genio se oscurece y se hunde en lo más amargo de su corazón”, después se lanzó al río Sena desde el puente Mirabeau. 10 días después, el 1º de mayo, el cuerpo del poeta rumano fue encontrado río abajo por un pescador.
Stefan Zweig
Las obras del escritor y activista austríaco Stefan Zweig estuvieron entre las primeras que protestaron contra la intervención alemana en la Segunda Guerra Mundial, volviéndose una de las figuras fundamentales de la primera mitad del siglo XX.
En 1936 sus libros fueron prohibidos en Alemania por el régimen nazi. Después del estallido de la Segunda Guerra Mundial, Zweig se trasladó a París. Poco después, viajó a Inglaterra, en donde obtuvo la ciudadanía.
Durante la Primera Guerra Mundial, Zweig sirvió al ejército austríaco como empleado de la Oficina de Guerra por algún tiempo, pues había sido declarado como no apto para combatir.
En 1939 se casa con la que sería su segunda esposa, Charlotte Elisabeth Altmann, con quien se va a vivir a Brasil, exiliados por los ataques nazis alemanes.
El 22 de febrero de 1942, en Petrópolis, Zweig y su esposa deciden suicidarse con veneno. La última nota escrita por Zweig comienza:
Cada día he aprendido a amar más este país y quisiera no haber tenido que reconstruir mi vida en otro lugar después de que el mundo de mi propia lengua se hundió y se perdió para mí, y mi patria espiritual, Europa, se destruyó a sí misma.
Hunter Stockton Thompson
Hunter S. Thompson fue un periodista y escritor estadounidense que se destacó por su carácter fuera de control y el estilo único que caracterizó el inicio del periodismo gonzo.
En 1970, Thompson escribe The Kentucky Derby is Decadent and Depraved, el primer artículo en el que Thompson utiliza las técnicas de lo que posteriormente se conocería como “periodismo gonzo”. El tono subjetivo en primera persona, lleno de descripciones que Thompson emplea en este artículo, es el supuesto resultado de la desesperación generada por la fecha límite para terminar dicho artículo.
Thompson se suicidó en su casa de Colorado en el año 2005, disparándose con un revolver .45 mm. Hunter tenía 67 años y arrastraba varias enfermedades. Días antes de dispararse había escrito un texto al que se toma como su nota de suicidio:
No más juegos. No más bombas. No más paseos. No más diversión. No más natación. 67. Son 17 años más pasando los 50. 17 años más de lo que necesitaba o quería. Aburrido. Siempre soy grosero. No más diversión para nadie. 67. Ya es demasiado. Compórtate de acuerdo a tu edad. Relájate, no va a doler.
Finalmente comentar que en recientes días apareció el ensayo largo sobre el suicidio La caída del búfalo sin nombre, del escritor mexicano Alejandro Tarrab, quien dice que:
El suicidio es un movimiento extremo que se pronuncia desde la ira, desde la savia y la aflicción. A esta voz profunda corresponde un contramovimiento, una respuesta desde la oposición: el balbuceo oscurantista de los dolientes, enfermos, convalecientes. Aunque, también, la fuerza de admiración, la repetición del acto insensato de disponer de la vida.
Twitter del autor: @tplimitrofe