Ya que si no hubiéramos visto las estrellas, el Sol y el cielo, ninguna de las palabras con las que hemos descrito el universo habrían sido dichas. La visión del día y la noche, los meses y las revoluciones de los años, han creado el número, y nos han dado un concepto del tiempo y el poder de investigar la naturaleza del universo; y de esta fuente hemos derivado la filosofía...
Platón, Timeo
But if a man would be alone, let him look at the stars.
Ralph Waldo Emerson
En las estrellas recordamos; en los planetas olvidamos.
Eliphas Levi
Pese a que en nuestra sociedad científica creer en la astrología garantiza el desprecio intelectual y esta disciplina hoy en día es sinónimo de superstición, los astros siguen ejerciendo una innegable atracción en la imaginación popular que no parece estar por apagarse. De alguna manera la astrología es uno de los últimos rescoldos de esa cosmovisión mágica, hoy para muchos primitiva, a la cual nos seguimos sujetando en medio del desencantamiento mecanicista y la pérdida de las grandes narrativas que caracterizan a la sociedad moderna. Y es que, aunque ya ni siquiera podemos ver la estrellas en nuestros cielos y no solo hayamos declarado muerto a Dios sino también a la naturaleza, los planetas y las estrellas son el símbolo primordial de la belleza, el misterio y lo espiritual (en ellos creemos atisbar la cara visible de lo divino). Si bien tenemos las imágenes del Hubble y las teorías astrofísicas, no nos es suficiente ver estas maravillosas imágenes y leer sobre estas extrañas teorías; no tardamos en proyectar cualidades psíquicas a los cuerpos celestes y a ver en el ritmo de sus movimientos y en la belleza de sus formas los signos de nuestra propia existencia. Podríamos decir, con Pascal, que no soportamos el silencio del espacio infinito, y queremos que el cosmos hable, esté habitado y se haga presente en nuestras vidas. En este sentido la astrología, que postula un cosmos lleno de significado (un logos o una razón en los astros), es una de las más conspicuas alternativas al materialismo que predomina en la ciencia moderna hoy en día.
Tal vez despreciamos o simplemente desconocemos la astrología, pero a la mayoría de nosotros nos sigue picando la curiosidad conocer aspectos de nuestros signos solares, de los de nuestras parejas y tal vez también nos llama la atención el fenómeno de lo que los astrólogos llaman "Mercurio retrógrado". Pareciera que el modelo de realidad de la ciencia, tan efectivo para producir tecnología y extraer los secretos de la naturaleza no tiene la misma efectividad para saciar nuestras inquietudes y responder a nuestras preguntas más profundas.
En los márgenes y en los huecos que deja la ciencia, en nuestra necesidad de encontrar sentido no solo al mundo sino a nuestra propia existencia en conexión al mundo, florece la astrología. Como un hongo, o como una flor que es imagen siempre de una estrella. Depende desde donde miremos. Una las formas más comunes con las que entramos en contacto con la astrología es a través de lo que se conoce como Mercurio retrógrado, un fenómeno un tanto espectral que se ha vuelto parte del lenguaje cotidiano, como una explicación que casi todos hemos oído para momentos de poca fluidez en la comunicación y en el transporte. "Debe de ser Mercurio retrógrado", se dice cuando nada conecta, con intuición o fácil pretexto. Aunque tenía una cierta noción de lo que este movimiento aparente de Mercurio simbolizaba para la astrología, principalmente por estar familiarizado con los atributos del dios Mercurio (Hermes), hace unos días me dí cuenta de que realmente no sabía cómo explicar este fenómeno astrológico. Después de algunas lecturas y un poco de investigación, sigo sin estar seguro de poder entender con suficiencia los posibles mecanismos de acción de este fenómeno y sus significados, que son múltiples. Pero de esto no me avergüenzo, ya que Hermes (como el Loki nórdico) es un dios que gusta de ponernos en predicamentos, de hacer (o resolver) líos, de mistificarnos, de la perplejidad y el enigma que conducen al descubrimiento (o al dolor de cabeza). Su terreno natural es la aporía y la paradoja, como el arquetipo del trickster que tan bien encarna. Reconociendo que me he metido en el centro de un laberinto, en este artículo intentaré explicar lo que significa para la astrología Mercurio retrógrado, a partir de qué fenómeno astronómico se deriva este significado y, por último, explorar un poco cómo es que el movimiento de Mercurio puede producir un efecto en nosotros o, mejor dicho, cómo es que podemos ver en el movimiento de Mercurio y en la simbología del planeta (y el dios) un mensaje relevante para nuestras vidas, lo cual irremediablemente remite a una tentativa explicación de cómo funciona la astrología. En este sentido intentaré hacer de Mercurio, de vicario de Hermes, que es esencialmente el traductor (el hermeneuta), puenteando la astrología con la filosofía y la psicología. Al final del artículo, para no profanar de manera tan irreverente y dejar algo de ofrenda traduzco aquí un himno a Thoth, el Hermes egipcio, el cual descubrí leyendo una excelente crónica en la que Aaron Cheak (autor del genial Alchemical Traditions) resuelve su encuentro con el lado oscuro de Mercurio recitando este himno, acaso así complaciendo al dios de los pies alados.
¿Qué es el movimiento retrógrado de un planeta?
Como algunos sabrán Mercurio entra en su órbita retrógrada al menos un par de veces al año. Ahora bien, este movimiento de Mercurio es engañoso, aunque no exclusivo de Mercurio. En realidad Mercurio no regresa en su órbita, en dirección opuesta del zodiaco, sino que solo aparenta hacerlo desde nuestra perspectiva en la Tierra. Este espejismo ocurre cuando, desde la perspectiva de la Tierra, los planetas parecen moverse de oeste a este, invirtiendo aparentemente el movimiento normal que para nosotros es de oeste a este. En el caso de los planetas exteriores --Marte, Júpiter, Saturno, Neptuno, Urano y Plutón (planeta en el sistema astrológico)-- esto ocurre cuando entran en oposición al Sol y son "rebasados" por la Tierra en su elíptica al completar con mayor velocidad su órbita. En el caso de Mercurio y Venus, los planetas en el interior de la órbita terrestre, entran en retrogradación cuando entran en conjunción inferior con el Sol y desaparecen ante el brillo solar. En el caso de Mercurio, su órbita altamente elíptica hace que su velocidad cambie, por lo que desde la perspectiva de la Tierra, esto se ve de la misma forma que si un automóvil en una carretera de múltiples carriles fuera a alta velocidad y luego desacelerara; desde nuestra perspectiva parece que va hacia atrás y luego vuelve a estar adelante del Sol. Debido a esta conjunción, Mercurio y Venus parecen desaparecer y luego reaparecen en su nueva fase como "estrella de la tarde" y "estrella del amanecer", sumiéndose en el abismo del horizonte como si fueran héroes viajando al inframundo. Antiguamente esta desaparición y retrogradación era considerada un oscurecimiento o una inversión de su influencia, ya que se consideraba que este movimiento realmente ocurría. Por esto, entre otras cosas, a los planetas se les llamaba "los vagabundos".
El período entre las retrogradaciones de Mercurio, conocido también como período sinódico, es de 116 días y dura 23 días. Este año el siguiente retrógrado será del 17 de septiembre al 9 de octubre.
Los astrólogos modernos reconocen que este movimiento es un trompe-l'oeil celestial, en el caso de los planetas interiores una muerte simbólica en el Sol o una danza de máscaras. Pero aun así, bajo el hechizo de lo simbólico, consideran que esta ilusión acentúa su influencia, quizás porque, como sugiere Aaron Cheak, nos hace prestarles más atención, de la misma manera que nos percatamos más de algo cuando lo perdemos o se descompone: el brillo de la ausencia.
Los efectos o la influencia que los astrólogos atribuyen a Mercurio son herencia de la mitología y del sistema de correspondencias de la filosofía antigua. Mercurio, regente de Géminis y Virgo, toma las características que se le atribuyen al dios Hermes, el mensajero de los dioses. En el caso del movimiento retrógrado se dice que sus cualidades se invierten o, quizás con mayor perspicacia, que se vuelven hacia adentro, tal que si Mercurio generalmente es el dios que permite la fluidez de la comunicación, en este caso sería común que la comunicación interpersonal pueda atorarse un poco pero no así la comunicación interna. La cualidad mercurial de la elocuencia y la habilidad racional se vuelven hacia adentro --siguiendo esta noción astrológica, por lo que Mercurio retrógrado sería buen momento para la introspección, la comunicación no mediada, para la reflexión profunda pero no para comunicar esa reflexión. Tal vez por esto me ha sido tan difícil escribir este artículo que mi intención era publicar al principio de este ciclo en el que Mercurio regresa en su camino alrededor de la rueda flamante de los "animales divinos", como llama Platón a las estrellas. Tenía que hacer antes un poco de lo que en inglés llaman "soul-searching". O tal vez he sido víctima del hermano gemelo del placebo, el nocebo y me he dejado sugestionar por el arquetipo oscuro de esta divinidad, posiblemente Loki, Seth o el mismo Tezcatlipoca: una forma más aparatosa de procrastinar. ¿He comprado la ilusión del maestro de la ilusiones?
¿Cómo entiende la astrología la influencia de Mercurio?
Veamos un poco lo que dicen los astrólogos de Mercurio retrógrado. Según Armand Diaz, las personas suelen creer que durante este ciclo astrológico no es bueno hacer casi nada, pero en realidad "solo afecta lo mercurial", eso es "firmar contratos, comprar autos o computadoras, o empezar un nuevo proyecto literario... estas cosas entran bajo escrutinio". También se suele incluir los viajes y los negocios, ya que Mercurio es considerado el patrón del comercio y el transporte. Por otro lado se dice que Mercurio retrógrado es buen momento para editar un texto o arreglar la casa, más que hacer innovaciones. Aparentemente, nuestra sociedad es más sensible a la revolución de Mercurio ya que vivimos en un mundo donde la tecnología es cada vez más importante y cómo ha dilucidado Erik Davis en su libro Techngnosis, Internet y la tecnología de la información están regidos por Hermes, son una extensión de su magia demiúrgica. Mercurio, que es el dios de la elocuencia y la razón, rápidamente deviene en la más enredosa confusión mental. En nuestra era lo podemos ver por estar expuestos a una gran cantidad de información que no necesariamente se convierte en sabiduría o en conciencia que pueda ser aplicada para cambiar de manera puntual la vida. Este es quizá uno de los retos de nuestra era, que se podría acentuar en momentos de Mercurio retrógrado: tener la capacidad de desconectarse y de alejarse de la saturación de data para desarrollar no solo la capacidad de asimilar la información y convertirla en algo que nos sirva tangiblemente sino también trabajar otros aspectos de nuestra mente menos racionales. Esto sería saber movernos en la sombra de la gran iluminación eléctrica de Mercurio, que es también el dios de los ladrones y los caminos.
El simbolismo de Hermes
Para poder familiarizarnos un poco más con la influencia de Mercurio, pero no solo en un sentido astrológico sino como parte de un arquetipo de la mente humana, de una faceta primordial en la danza de máscaras que es nuestra personalidad, analicemos un poco la simbología de este dios-planeta. Según Paul Friedrich en su libro The Meaning of Aphrodite, Hermes tiene las siguientes cualidades:
1. Se mueve de noche, en el tiempo del amor, los sueños y el robo.
2. Es el maestro de la astucia y el engaño, la marginalidad de las ilusiones y los trucos.
3. Tiene poderes mágicos en el límite entre lo natural y lo supernatural.
4. Es el patrón de todas las profesiones que involucran los márgenes o involucran la mediación: los comerciantes, los ladrones, los pastores, los heraldos.
5. Su movilidad lo hace una criatura liminal, entre una y otra cosa.
6. Su marginalidad es indicada por la locación de sus estatuas fálicas construidas entre caminos, encrucijadas y bosques.
7. Incluso su erotismo no está orientado a la fertilidad sino que es afrodítico, furtivo, engañoso, amoral, un amor ganado por la usurpación sin preocupación moral de las consecuencias.
8. Hermes es el guía para cruzar fronteras, incluyendo la frontera entre la tierra y el Hades, esto es, la vida y la muerte.
Recordamos aquí que Hermes no es solo el mensajero de los dioses, es también el psicopompo, el guía del alma en su descenso al inframundo. Hermes rescata a Perséfone del inframundo y ayuda a Orfeo a encontrar a Eurídice. Aaron Cheak apunta: "Hermes Chtonios está perfectamente en sintonía con el aspecto 'retrógrado de Mercurio' ya que desciende a los mundos invisibles justo como el planeta desciende debajo del horizonte, haciéndose invisible al ojo desnudo, y solo resurgiendo otra vez cuando el retrógrado se ha completado".
Hermes es también el vínculo con el Divino Pimandro, pastor celestial de hombres, la razón universal que lleva al ser humano a penetrar los misterios y a observar la ciencia y la correspondencia de la creación. Marsilio Ficino dice que Mercurio (el Hermes latino) "siempre está lleno de Apolo", el dios de la luz, la música, la medicina, la manía profética, etc. Algo que se entiende también por la cercanía de Mercurio al Sol. En los himnos homéricos se cuenta que el niño Hermes robaba el ganado de Apolo, por lo que este último le enseñó música, de esta forma dándole estructura al espíritu precoz del dios de los ladrones y las artes ocultas. Ficino, el gran traductor de los textos herméticos en el Renacimiento bajo el auspicio de los Medici, escribe en una de sus cartas:
A Mercurio se le atribuye el regalo afortunado de la reminiscencia... cuando estimula la percepción del animus, uno se suelta a hablar. Pero cuando provoca la razón, uno interpreta. Cuando excita la memoria, se alzan las reminiscencias... Cuando Mercurio [el hermeneuta por antonomasia] no puede explicar, Apolo puede presentar por vaticino y Júpiter puede realizar en acto.
Tomando de De vita coelitus comparanda, de Marsilio Ficino, Thomas Moore dice:
La gran ventaja de la inteligencia mercurial es su poder de mantener al alma en movimiento, en una espiral descendente hacia un vórtice de significado. Mercurio mantiene el carrusel de interpretación moviéndose, alimentándonos de asombro y curiosidad sin otorgar el estupor de la conquista final.
Ficino señala que Mercurio puede, con un movimiento de su caduceo, "poner a dormir a las almas o despertarlas... puede calmar o agitar, fortalecer o debilitar", es el gran transformador de los estados y los niveles de conciencia. Siguiendo con esta relación simbólica, para los alquimistas, mercurio, el metal, era el gran intermediario entre la materia y el espíritu, el agente de cambio primordial. Dice Aaron Cheak:
El mercurio es el punto preciso de la transición entre el Sol y la Luna, el hombre y la mujer, el día y la noche. En los reinos metálicos este rol se desdobla como mediador entre los metales "rojos" y los metales "blancos": oro, cobre y hierro de un lado; plata, latón y plomo, del otro.
Esta misma naturaleza la podemos ver psicológicamente en los signos astrológicos asociados con Mercurio: la volatilidad, la constante mutación, la inquietud intelectual, el viento mismo que agita las cosas. Norman O. Brown, escribiendo sobre un poema de Andrew Marvell, captura el espíritu mercurial:
Es importante seguir cambiando de tema. El tema cambia ante nuestros propios ojos. Es importante seguir cambiando nuestra mente:
The mind, that ocean where each kind
Does straight its own resemblance find;
La mente, o la imaginación, el transmutador original: Tres veces grande Hermes.
La enseñanza final de Mercurio retrógrado y del aspecto telúrico-maligno-escatológico de Hermes es la asimilación de la sombra, la comprensión de la confusión y la transmutación de la intoxicación de la mente. Aaron Cheak nos cuenta que Loki (el Hermes nórdico) "fue amarrado por los otros dioses por sus actos fatales" y "una serpiente fue colocada sobre su cabeza para que derramara veneno sobre su cara" y agrega que "la recompensa de Loki es el veneno". Recordando que en alemán veneno se dice "gift" la misma palabra significa "regalo" en inglés. De aquí la epifanía paracélsica:
El veneno es un regalo. Acciones retrógradas, falta de comunicación, mala dirección, retrasos y --todo esto puede tomarse como regalos o venenos dependiendo del componente de nuestra conciencia. Y, sobre todo, todas son experiencias reveladoras --si podemos abrazar la alquimia que se involucra con el veneno y lo transmuta.
El alma y las estrellas: ¿cómo funciona la astrología?
La astrología representa el cúmulo de todo el conocimiento psicológico de la antigüedad.
Carl Jung
Más allá de esta matriz simbólica que podemos desprender del hermetismo y tomar como una máscara o un regalo de la lotería cósmica, surge naturalmente la duda en torno a cómo es que puede influir en los seres humanos el movimiento de los planetas e incluso si esta influencia en realidad ocurre o es solo una alucinación masiva, aunque de milenios, y de la que han sido víctimas algunas de las mejores mentes de la humanidad. Resolver o siquiera pasar revista de la controversia sobre dicha influencia es difícil de abarcar en un artículo como este. Entre los estudios más citados a favor de un efecto de los astros está el llamado "efecto Marte", encontrado por Michel Gauquelin, quien correlacionó estadísticamente la posición de Marte, el dios de la guerra, en la carta natal de diferentes atletas profesionales, sugiriendo que había una correspondencia entre la presencia de este planeta y la aptitud atlética. De manera más reciente, Karl Roberts creyó encontrar una correlación entre un aspecto de Venus-Urano y hombres que se definían a sí mismos como "homosexuales", pero esto aparentemente no ha podido corroborarse. Otro interesante estudio realizado por el astrólogo Paul Westran sugiere que la sinastría entre Venus y el Sol parece estar correlacionada con el inicio de relaciones románticas.
Si bien estos estudios son interesantes y sugieren que existe cierto efecto astrológico, el cual esta en sintonía con la filosofía y el sistema de correspondencias de la astrología, para la ciencia son meras curiosidades estadísticas ya que no existe ninguna teoría que pueda rendir cuentas sobre cómo se produce este efecto. Es decir, siguiendo el conocimiento científico moderno, no es posible encontrar una causa y por lo tanto los efectos de la astrología podrían ser bajo este paradigma una forma de placebo, cuando no son inconsistencias en la metodología de los estudios. Una de las principales ideas con las que históricamente la astrología ha entendido la influencia de los planetas ha sido a través del magnetismo y la fuerza de atracción. Si bien existe claramente un efecto lunar que podemos percibir en las mareas, en los ciclos menstruales y en algunos otros comportamientos, la fuerza de la gravedad que puede ejercer un planeta como Mercurio, y ni se diga Plutón, es físicamente insignificante.
La dificultad para encontrar una causa material para explicar la astrología para muchas personas anula definitivamente toda valía que se pueda depositar en esta disciplina y la orilla al despectivo reino de la pseudociencia. Sin embargo, la astrología no necesariamente supone operar a través de la causalidad y es aquí donde entramos en una disonancia cognitiva, pero también donde quizás esté la máxima virtud de esta "ciencia" intuitiva.
La sincronicidad de los astros: una interpretación acausal
Carl Jung, en su libro sobre la sincronicidad, hace un análisis estadístico de las posiciones de los astros en diferentes parejas siguiendo la antigua noción astrológica de que la compatibilidad va acompañada de una conjunción entre el Sol y la Luna, la Luna y la Luna o la Luna y el ascendente. Jung se afana en demostrar que existe estadísticamente una correspondencia alquímica (coniunctio oppositorum) entre los planetas de las parejas, pero prefiere explicar esta relación de manera acausal, a través del principio de la sincronicidad, el cual define como "una coincidencia significativa acausal". Aquí Jung nos reintroduce a la vieja noción de que la astrología opera en un plano de significado o en un plano espiritual, y no de causas materiales. Marsilio Ficino señala que los astros "no son causa sino signo", como si el universo fuera un un inmenso libro escrito con números de luz. A través de ellos podemos ver el Logos divino pero no son ellos mismos la creatividad que impulsa la obra (algo que los identifica también con los ángeles: son los mensajeros). "La sincronicidad no admite causalidad en la analogía entre los eventos terrestres y las constelaciones astrológicas... lo que la astrología puede establecer son los eventos análogos, pero no que cualquier serie es causa o efecto de la otra". Jung sugiere que el tiempo tiene una cualidad en sí misma, como se muestra con los vinos, pero no existe una fuerza que transmita esa cualidad sino que se difunde simultáneamente como propiedad de lo que llama el Unus Mundus, la unidad que implica a todas las cosas en una misma madeja acausal. Dice el psicólogo suizo:
Como he dicho, es imposible, con nuestros recursos actuales, explicar la percepción extrasensorial, o el hecho de la coincidencia significativa, como un fenómeno de energía. Esto termina con la explicación causal también, ya que un “efecto” no puede entenderse sino como un fenómeno de energía. Así que no puede ser una cuestión de causa y efecto, sino de caer conjuntamente en el tiempo, un tipo de simultaneidad… considero que la sincronicidad es una relatividad del tiempo y el espacio psíquicamente condicionada.
Aquí Jung se acerca claramente a una interpretación cuántica de la realidad, tal vez como resultado de su correspondencia con Wolfang Pauli, el físico alemán que contribuyó a la formación de su concepto de sincronicidad y el cual (co)acuñó la idea del Unus Mundus. Nos habla de que el espacio no puede disociarse de la psique, el mundo es la conjunción de la psique con el espacio-tiempo; tendríamos que, siguiendo a Einstein, postular un continuum psique-espacio-tiempo (psyspacetime continuum). El cosmos entendido aquí como una psique externa; la psique un cosmos externo: dos caras de la misma moneda. Una idea que podemos vincular con el cosmos pitagórico que expone Platón en el Timeo, diálogo en el que se sugiere un principio de identidad entre la psique y los astros. Y donde se explica que el tiempo fue creado conjuntamente con el cielo y guarda un principio de identidad: "el Sol y la Luna y las otros astros que llamamos planetas fueron creados para distinguir y preservar los números del tiempo".
Una teoría platónica y hermética de cómo funciona la astrología
El Demiurgo hizo entonces una nueva mezcla de alma, en el mismo cuenco [cráter] en el que había mezclado antes el alma del universo, usando los restos de los mismos ingredientes, pero mezclados de un modo menos puro, diluidos en segundo y tercer grado. Luego dividió la mezcla en almas separadas iguales en número a las estrellas, y asignó a cada alma una estrella; y, habiéndolas colocado como sobre carros, les mostró la naturaleza del universo y les declaró las leyes del destino.
Platón, Timeo
Se habla en este pasaje de lo que podemos ver como una caída conjunta de alma y estrella --ya que se dice también en el Timeo que el tiempo fue creado conjuntamente con el cielo--, una vinculación y una simpatía que viene desde el origen, una mezcla eterna: el alma corresponde en número a las estrellas, ambas son un desdoblamiento del número y la armonía en la mente del Demiurgo que hizo el mundo contemplando los arquetipos. Proclo, llamado el "sucesor platónico", en su comentario al Timeo, dice que el Demiurgo distribuyó "la multitud de almas acorde a su género bajo el mandato de sus dioses correspondientes, y sujetas a diferentes tribus, cada una bajo el gobierno de distintos líderes". Proclo agrega que el carácter y la forma que se deposita en las almas provienen de estos dioses (las estrellas son consideradas almas divinas) y que la forma es "número" que "define la peculiaridad de la vida". "Existen tantas formas como hay líderes... por ejemplo saturnales, joviales, solares, lunares, y de manera similar los otros dioses", a partir de la forma o el número (el radio del alma) de los dioses se establece una similitud, que podríamos entender como un microcosmos.
Mención aparte merece el cuenco que menciona Timeo, en griego el Krater, palabra que utilizamos para el cráter de un volcán pero que conserva la raíz de creación, como en kosmokrator. Proclo dice que Jámblico considera que el cráter es la causa vivificadora de la vida entera que otorga a cada alma su lote y sus "medidas apropiadas de conexión". Proclo dice del cráter que es "psicogónico", es decir tiene la propiedad de generar almas, es el vientre y la nodriza de la vida. Tenemos en el cráter el modelo a través del cual los alquimistas han ingeniado sus crisoles y alambiques en los que se busca restaurar el proceso de la creación, llenando de alma a la materia de orden inferior. ¿Qué es este cráter entonces que es diferente a Dios pero que participa en sus cualidades íntimamente? Ciertamente no se trata de un copa o un cuenco de manera literal sino que es una metáfora para un recipiente de la vida, quizás como también en la Cábala se habla de los receptáculos de la luz divina. El cráter parece tener que ver, o ser una elaboración más concreta del khore, que Timeo describe como "el ser invisible y amorfo que recibe a todas las cosas y de forma misteriosa participa en lo inteligible", o luego "hay un tercer ser que es el espacio y es eterno y no admite destrucción y provee un hogar para todas las cosas creadas", y que ha sido entendido como una especie vientre universal o una bisagra entre el ser y el no ser. Un concepto elusivo, donde los hay, y del cual, como el mismo Timeo dice, sólo tenemos una vaga noción, similar a un sueño. Este espacio puede encontrar un eco cósmico en el concepto del vacío del cual emergen los 10 mil seres en el taoísmo y al concepto hindú del espacio como el sueño de Brahma. Es también, posiblemente, el punto que origina la línea en el sistema geométrico de Pitágoras, el punto infinito e hiperdenso, divinamente impregnado.
Digiriendo todo esto podemos esbozar una teoría (palabra que significa originalmente "contemplación divina") sobre cómo se produce la influencia de los astros, esto es una identidad entre el alma y las estrellas, una especie de entrelazamiento cuántico en el amanecer del universo, puesto que, como la física nos dice, las partículas de luz que han estado en contacto entre sí se mantienen conectadas para siempre más allá de la velocidad de la luz --algo que deja perplejos a los físicos y para lo cual tampoco se conoce una causa. La influencia de los astros, que son número vuelto luz, estaría mediada o significada por el alma, que puede ser entendida, según la filosofía antigua, como aquello que mueve y causa al cuerpo --el medio entre la esencia eterna y la materia generada-- o también como el significante del cuerpo (Platón dice que el cuerpo (soma) es el signo (sema) del alma). El espacio mismo, ese vientre amorfo que todo lo abarca, todo lo recibe, y todo lo nutre, al mantener el principio de unidad con el todo puede comunicar esta "influencia" de la misma forma que una persona se comunica con el menor esfuerzo con cualquiera de sus células o partes de su cuerpo. Una metáfora moderna para este espacio creativo es el holograma, el emblema de la totalidad implicada en cada parte en la teoría cuántica de David Bohm. Escribe Emerson que "contemplando la inmensidad del alma", el hombre llegará a ver "que el universo está representado en un átomo, en un momento de tiempo". Ante todo esto, la ciencia se ha preguntado siempre: ¿entonces, dónde rayos está el alma? (¿En el rayo mismo, tal vez?) ¿Por que no la podemos ver o medir? Pero, como nos dice Manly. P Hall, “lo visible en realidad es apenas una parte pequeña de la naturaleza” y “la vida invisible debe de ser superior a su vehículo de manifestación”, por lo que podríamos entender que es poco razonable pedirle al alma que se manifieste según los términos del cuerpo y el paradigma del materialismo. Sería parecido a que un animal --un perro o un pato o lo que sea-- comprobara que no tenemos conciencia porque no sabemos hablar su lenguaje.
Claro que esto es una interpretación poética, mayormente hermética, de la astrología, que seguramente no significará mucho para un físico, puesto que se basa en algo que dijo Platón hace más de 2 mil 300 años y, sin embargo, es difícil encontrar un sistema más elegante y poéticamente funcional que el del filósofo ateniense. Sigo aquí la creencia tan difundida en la antigüedad de que Platón, como Pitágoras y Solón, fue iniciado en Egipto y es el gran recopilador de una tradición de conocimiento que proviene de Egipto y que, como sugiere la inclusión de la narración de la historia de la Atlántida en el Timeo, podría remontarse a orígenes inmemoriales. Algunos físicos y matemáticos, seguramente bajo la influencia del idealismo platónico al cual son tan involuntariamente propensos, defienden ciertas teorías usando como argumento la elegancia y la belleza de las mismas (y es que en la filosofía platónica es la belleza la que lleva a espiar la mente de Dios, como quería Einstein). En ese sentido pensar que los astros influyen en nosotros puesto que no solo somos "polvo de estrella", sino que somos alma de estrella y no solo regresaremos al polvo que somos, sino que también regresaremos a las estrellas que somos, me parece una teoría elegante, suficientemente bella para ser verdad. Se dice en el Timeo:
Aquel que durante su tiempo asignado ha llevado una buena vida deberá regresar y habitar en su estrella nativa, y ahí tendrá una existencia bienaventurada.
Este regresar a la estrella natal es seguramente una alusión al viaje de regreso del alma a la eternidad que en el antiguo esquema ptolomeico era representado por la octava esfera, la esfera de las estrellas fijas, el Empíreo. Pero para hacerlo, según la filosofía hermética antes se tenía que escalar de regreso las otras siete esferas, tomando algo como la escalera de Jacob y regresando a cada uno de los siete planetas los atributos que entregaron al ser humano, constelando su abanico de arquetipos. Para terminar con este misterio es apropiado recurrir al Pimandro, el texto fundamental del Corpus Hermetico, atribuido al misterioso Hermes Trimegisto, pero que probablemente data de una escuela de iniciados grecoegipcios alrededor del año 250 d. C. Sin embargo, este texto parece recoger una tradición mucho más antigua y su similitud con el Timeo de Platón y el Génesis bíblico es de llamar la atención. El Pimandro narra la teofanía de Hermes Trimegisto, quien parece haber entrado en contacto con la Mente Universal, el Logos que se manifiesta como un dragón y el cual le muestra la creación un poco como en el Timeo se dice que el Demiurgo al crear las almas les mostró la naturaleza del universo y las leyes del destino. En la versión preparada por Manly. P Hall del Pimandro se dice:
En esta manera fue llevado a cabo, oh Hermes: la Palabra que se mueve como un aliento por el espacio provocó el Fuego por la fricción de su movimiento. Por lo tanto, el Fuego es llamado el Hijo de Esfuerzos. El Trabajador pasó como un torbellino por el universo, haciendo las sustancias vibrar y brillar con su fricción, el Hijo de Esfuerzos de Siete Gobernadores así formados, los Espíritus de los Planetas, cuyas órbitas saltaron el mundo; y los Siete Gobernadores controlaron el mundo por el poder misterioso llamado el Destino dado a ellos por el Trabajador Encendido.
El Trabajador Encendido es el Demiurgo o un segundo Demiurgo nombrado por el Creador para completar su obra en imagen y semejanza. Luego Hermes dice que "la Palabra se estableció en medio del universo e hizo girar las ruedas de los Poderes Celestes". Pimandro revela a Hermes el máximo secreto de la teúrgia: para que la naturaleza inferior recupere su estado espiritual debe subir lo anillos o los escalones de los Siete Gobernadores y devolver a cada planeta los poderes que han infundido en el alma humana.
Sobre el primer anillo sienta la Luna, y a ello es devuelto la capacidad de aumentar y disminuir. Sobre el segundo anillo sienta Mercurio, y a ello son maquinaciones devueltas, engaño, y astucia. Sobre el tercer anillo sienta Venus, y a ello son devueltos las lujurias y pasiones. Sobre el cuarto anillo sienta el Sol, y a este Señor son ambiciones devueltas. Sobre el quinto anillo sienta Marte, y a ello son el impetuosidad devuelto y profanan el valor. Sobre el sexto anillo sienta Júpiter, y a ello son devueltos el sentido de acumulación y riqueza. Y sobre el séptimo anillo sienta Saturno, en la Puerta de Caos, y a ello son la falsedad devuelta y la mala conspiración.
Aquí tenemos descrito lo más cercano a un proceso de liberación del alma, un gran vehículo, en el centro de la tradición esotérica de lo que hoy conocemos como "Occidente" (aunque Occidente es por supuesto una mezcla y Grecia es también "oriental"). La rueda de los planetas que conforman a la psique humana es el teatro de ilusiones, el baile de máscaras en el que el individuo prueba, por así decirlo, la diversidad de la existencia, se sumerge en la multiplicidad, en el abismo de la materia sobre el cual debe alzarse de nuevo para regresar al esplendor original de la psique. "Oh Hermes, hay un gran misterio en la Octava Esfera, ya que la Vía Láctea es la tierra de semilla de almas", dice Pimandro. El ama aspira a dejar la Rueda del Zodiaco, la Rueda del Karma y detener el ciclo de reencarnación para reunirse con el Uno.
HIMNO DE HOREMHEB A THOTH
Adoración de Thoth, hijo de Ra, Luna,
De hermoso surgir, Señor de las apariencias, Luz de los dioses,
Por el Príncipe, Conde, Portador del abanico a la derecha del Rey,
Gran comandante de las tropas, Escriba de la Realeza, Horemheb, cuya palabra es recta y verdadera,
Él dice:
Alabados seas, Luna, Thoth,
Toro en Hermopolis, morador de Herset,
¡Quien hace brecha para los dioses!
Quien conoce los secretos,
Quien registra las expresiones,
Quien distingue un habla de la otra,
Que es el juez de todos,
De rostro afilado en la Nave-de-los-millones,
Mensajero de la humanidad,
Que conoce a un hombre por su palabra,
Quien hace que el acto se alce en contra de su hacedor,
Quien contenta a Ra,
Aconseja al Único Señor,
Deja que Él conozca lo que sea que ocurra,
En el amanecer llama en el Cielo,
Y no olvida el reporte de ayer,
Quien hace seguro la barca nocturna
Hace tranquilo el paso diurno,
Con brazos extendidos en el arco de la nave,
Con el rostro puro cuando toma la cuerda en la popa,
Y la barca del día se huelga en la alegría de la barca nocturna,
en la fiesta de la encrucijada del cielo,
Quien derriba al espíritu maligno,
divide la luz de la tierra del oeste.
La Eneada en la barca nocturna adora a Thoth,
Le dice a Él:
"Salve, Hijo de Ra ,
¡Alabado de Ra, Quien los dioses aplauden!
Repiten lo que tu ka (fuerza vital, el doble) desea
Mientras avanzas al lugar de la barca,
Mientras actúas en contra del maligno,
Cortas su cabeza, deshaces su ba (el alma),
Arrojas su cuerpo al fuego,
Tú eres el dios que los degüellas,
Nada se hace sin que Tú lo sepas,
Grande del Grande, que vino de la Madre,
Campeón de Horakhty,
Quien hace la morada de los dioses,
Quien conoce los misterios,
Quien interpreta sus palabras.
Alabado seas Thoth,
Equilibrio en la balanza,
Quien repele el vicio,
Quien acepta a aquel que practica la virtud,
El Tjati (el Primer Ministro) Quien arregla los casos,
Quien lleva el tumulto a la paz;
El escriba del mat (la ley) que lleva el libro,
Quien castiga el crimen,
Quien acepta a los súbditos,
Quien es el estruendo del brazo,
Sabio entre la Eneada,
Quien relata lo que se olvidó,
Consejero de quienes se equivocan,
Quien recuerda el momento fugitivo,
Quien reporta la hora de la noche,
Aquel cuyas palabras duran para siempre.
Quien entra al Dwat (inframundo),
Conoce a aquellos ahí,
y los registra en su lista.
Bibliografía
http://www.aaroncheak.com/news/2015/2/8/curiouser-and-mer-curioser-ruminations-on-a-hermetic-retrograde
http://www.astrotranspersonal.com.ar/cuantica1.htm
http://pijamasurf.com/2014/05/astroteologia-el-origen-de-nuestras-historias-en-las-estrellas-iiii/
Synchronicity: An Acausal Connecting Principle, by C.G. Jung
Georgias and Timaeus (Translated Benjamin Jowett)
The Commentaries of Proclus on the Timaeus of Platon (Translated by Thomas Taylor)
The Planets Within: The Astrological Psychology of Marsilio Ficino by Thomas Moore
También en Pijama Surf: La astrología y la psicoterapia como una práctica metafísica