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Nuestra cultura ha hecho del orgasmo femenino un problema. Por todos lados circula información sobre cómo las mujeres pueden alcanzar un orgasmo, lo cual supone implícitamente una dificultad que sólo se confiesa sotto voce: algo está pasando que las mujeres no llegan al clímax durante una relación sexual.
Esto no es enigmático, aunque tampoco es obvio para muchos. La respuesta, como decimos, es cultural, está relacionada con las construcciones sociales y subjetivas tanto de la mujer como del hombre. A ellas se les orienta hacia ciertos ideales de belleza que se sienten obligadas a cumplir; ellos se desarrollan sexualmente creyendo que deben ocupar una posición de poder (poder hacerlo todo, saberlo todo, poder con todo). Y estos son sólo dos ejemplos de la multitud de factores que se hacen presentes en un encuentro sexual, que pueden cruzar por nuestra mente cuando nos encontramos frente a otro y consideramos que tenemos que actuar de cierta forma.
En este sentido, tal vez sea posible decir que las mujeres se encuentran en desventaja. A los requisitos fisiológicos para su orgasmo se suma una cultura que por siglos las ha situado en un segundo plano con respecto al hombre, en casi todos los ámbitos. Sus necesidades sexuales, por ejemplo, que en ciertas circunstancias parecen supeditadas al deseo del hombre.
Recientemente, Cosmopolitan publicó una encuesta al respecto. Luego de obtener cuestionarios resueltos por 2 mil 300 mujeres de entre 18 y 40 años, la revista dio a conocer esta suerte de radiografía del placer femenino que, en términos generales, no se encuentra en el mejor estado posible. Estos son algunos de los datos más relevantes:
• 57% de las encuestadas dijo alcanzar el orgasmo cada vez que tenía relaciones sexuales con su pareja.
• 38% dijeron no alcanzar el orgasmo por falta de estimulación del clítoris.
• 32% lo atribuyeron a estar concentradas en sus propios pensamientos o en su apariencia física.
• 67% de las encuestadas aceptaron haber fingido alguna vez un orgasmo.
• 42% lo hicieron porque no querían lastimar los sentimientos de su pareja y porque sabían que no alcanzarían el orgasmo y querían terminar con el encuentro lo más pronto posible.
• 39% logran la mayoría de sus orgasmos masturbándose con la mano o con un juguete.
Los números nos mueven a la reflexión, tanto a mujeres como hombres, y quizá muestran que hay varias cosas que deberían replantearse tanto en la construcción de las identidades femenina y masculina como en las relaciones que se establecen entre uno y otro género.
Si una mujer prefiere fingir un orgasmo que hablar con su pareja y si un hombre no puede darse cuenta de ese fingimiento, sin duda algo extraño sucede en la mente de esas personas y en la matriz cultural que hace posibles ambos comportamientos.
El gráfico completo puede consultarse en este enlace (en inglés).