Por alguna razón, a muy pocos les parece alarmante que desde hace pocos años exista un sistema computarizado de reconocimiento facial que, además, cada día es más preciso. Nos parece “normal” e incluso cómodo que al subir una foto a Facebook, por ejemplo, haya un algoritmo que nos sugiera a quiénes de nuestros amigos etiquetar, sólo porque el sistema reconoció sus facciones. ¿No es esto un poco espeluznante? Al parecer no, porque millones de personas en el mundo lo aceptan sin ningún tipo de oposición.
Millones, pero no todos. Afortunadamente. Tal es el caso de Leo Selvaggio, un diseñador que ha ideado una forma de resistir y potencialmente dinamitar esta tecnología. Su solución es simple: usar una máscara de rasgos neutros que imposibilita el reconocimiento facial por parte de un software.
La medida tiene cierto aire sci-fi. Como el “monotraje mezclador” de los agentes antidrogas de A Scanner Darkly, la novela de Philip K. Dick, la máscara de Selvaggio también evoca la posibilidad de ese ser todos que al final deviene en ser nadie, un rostro tan común y corriente que podría ser el de cualquier persona y, por eso mismo, el de ninguna.
Por ahora el sistema “URME Personal Surveillance” es parte de una iniciativa crowdsourcing y también se ofrece por un precio de 200 dólares; sin embargo, Selvaggio también ha puesto en línea una versión que puede imprimirse en papel.
Y si bien algunos podrían considerar ridícula esta iniciativa o hacer suyo el argumento de que la vigilancia tiene como fin “el bien” de la sociedad, vale la pena reflexionar sobre estas ideas y contraponerlas al derecho de todo individuo de conservar su privacidad y su identidad frente a la maquinaria apabullante del Estado.
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