La intuición podría ser el recurso cognitivo más avanzado que tenemos para procesar la vida. Hay un creciente número de esfuerzos sólidos de investigación que respaldan este argumento (aunque también podemos confiar en nuestra propia intuición, que nos dice que la intuición es poderosa). El estudio más impactante hasta ahora es el de La Universidad de Columbia, que parte de la premisa de que aquellas personas que confían en sus sentimientos tienen significativamente más probabilidades de hacer predicciones acertadas.
Los investigadores que participaron en ese proyecto dieron al fenómeno el nombre “efecto del oráculo emocional”. De acuerdo al estudio, depositar tu confianza en tu intuición no significa que estés ignorando la información que posees sobre algo, sino que simplemente estás legando a la herramienta intuitiva, y no a la racional o estadística, la tarea de digerir la información y sugerirte una respuesta. El profesor Michael Tuan Pham lo pone mejor:
[Cuando confiamos en lo que sentimos] aquello que se siente como correcto o como erróneo, resume todo el conocimiento y la información que hemos adquirido inconscientemente sobre el mundo que nos rodea. Es este conocimiento acumulado, el cual nuestros sentimientos resumen para nosotros, lo que nos permite hacer mejores predicciones. En algún sentido, nuestros sentimientos nos dan acceso a una privilegiada ventana de conocimiento e información –a la cual un razonamiento más analítico bloquea.
Ahora, de acuerdo con un reporte en Psycological Science, “somos mejores al detectar mentiras cuando confiamos en respuestas iniciales en lugar de pensar al respecto”. Para probar esto llevaron a cabo una serie de experimentos.
Dieron a 72 participantes videos para observar “sospechosos” en un crimen actuado. Algunos de los sospechosos en los videos habían robado un billete de $100 dólares, mientras que otros no lo habían hecho, pero a todos se les dijo que pretendieran que no habían robado dinero.
Cuando se les pidió a los participantes que dijeran quién estaba mintiendo y quién estaba diciendo la verdad, pudieron detectar a los mentirosos sólo en un 43% del tiempo, y a los que dijeron la verdad sólo en un 48% del tiempo.
Pero cuando los investigadores usaron una tarea de asociación de palabras para probar la percepción inconsciente, sucedió algo interesante:
Se les pidió que vieran una foto de la cara de cada sospechoso y escogieran qué palabras les venían a la mente de dos listas: una era de palabras como “deshonesto” “sospechoso”; y la otra de tales como “honesto” o “válido”.
Sus respuestas fueron mucho más acertadas en este caso y al mismo tiempo proporcionaron evidencia de que nuestro sentido intuitivo puede detectar las mentiras efectivamente. Esto refuerza la teoría de que las decisiones basadas en la intuición son casi siempre certeras.
Las mejores circunstancias en donde depositar esta sofisticada herramienta intuitiva son, por ejemplo, con quién salir, con quién continuar interactuando, a quién dejar de ver, quiénes queremos que sean nuestros amigos, con quién trabajar, etc. Quizá a las personas que dejamos fuera es porque de alguna manera sentimos que nos están mintiendo.