La luz es un elemento ciertamente arquetípico en la historia humana, origen de innumerables metáforas generalmente asociadas a un carácter benéfico. Es por excelencia el ícono del bien, de esa región que, en oposición a la oscuridad, revela la esencia original de las cosas al permitirnos verlas. Si bien en muchas tradiciones no existe una distinción ontológica entre luz y oscuridad, sino que son simplemente dos elementos indispensables y complementarios, quizá no exista religión o tradición mística que deje de hacer referencia al factor lumínico.
Esta larga tradición en torno a la luz, y a su carácter positivo, está incluso impresa en nuestras expresiones cotidianas. En múltiples idiomas existen frases populares o recurrentes expresiones que aluden a ello: por ejemplo "dar a luz", "a la luz de la razón", o "se iluminó", "arrojo luz a", etc. Una atmósfera impregnada de luz blanca se asocia a experiencias místicas, entre ellas el trayecto que enlaza la vida y la muerte.
En fin, la luz es por excelencia nuestro referente de algunas de las más profundas virtudes que nuestra conciencia concibe. Y tal vez por esta razón resulta particularmente emocionante el que un grupo de investigadores haya encontrado una manera de utilizar luz para aliviar el dolor físico. Hasta ahora existían pruebas de los efectos terapéuticos de la luz, por ejemplo para aliviar trastornos depresivos, al grado en que incluso se utiliza para combatir el suicidio en Japón o que en Suecia se implementan campañas de salud pública durante invierno, con tratamientos lumínicos para contrarrestar la tristeza invernal.
El descubrimiento, reportado en el diario Nature Biotechnology, fue obra de investigadores del sofisticado laboratorio Bio-X, de la Universidad de Stanford. Básicamente insertaron opsinas (proteínas fotosensibles) en los nervios de un ratón. Tras un par de semanas los nervios adquirieron propiedades fotosensibles, y posteriormente al aplicar luz de un color podían incrementar la sensación de dolor, y con otro disminuirlo.
Esta novedosa aplicación podría revolucionar el tratamiento del dolor y tener significativas implicaciones en la neurociencia, la psicología, y la fisioterapia, entre otros muchos campos. En este sentido, Linda Porter, del National Institute of Neurological Disorders and Stroke, celebró la novedad afirmando que "este poderoso recurso tiene un gran potencial para ayudar a millones de personas que sufren de dolor originado por nervios lastimados".