Uno de los preceptos fundamentales del Romanticismo fue otorgar a la Naturaleza un lugar primordial y de magisterio en la creación artística. Si somos capaces de crear y apreciar el arte es porque, en primer lugar, lo hemos aprendido en la contemplación del mundo natural, en los cielos y las montañas que se nos ofrecen gratuitamente, en los colores de los animales y los frutos, en el aroma de las flores y, en fin, en el entorno colmado de perfección y armonía que existió antes que nosotros.
Prueba de ello es esta serie fotográfica de Matt Molloy, quien se dedicó a captar los matices que confluyen en una puesta de sol, el ocaso que, en sí mismo poético, ve potenciada su cualidad estética gracias al talento de Molloy.
En sus tomas el fotógrafo de origen canadiense empleó una técnica que bautizó como “timestacking”, término que podría traducirse como “acopio de tiempo” y la cual, grosso modo, consiste en condensar el time-lapse hasta conseguir una imagen fija.
Las fotografías de Timestacks ―explica Molloy―, son en realidad el destilado de un video en una sola imagen. Los movimientos de las nubes frecuentemente parecen brochazos y dan a la imagen una impresión pictórica. Ofrecen una perspectiva diferente del tiempo y una sensación única de movimiento.
El resultado, como se observa, es una combinación de recursos tecnológicos, técnicas y aun tradiciones artísticas. La fotografía se combina con la reminiscencia de grandes maestros de la pintura por medio de la manipulación digital para devenir un paisaje que, aunque no existe bajo esta forma, al conocerlo así nos permite apreciarlo mejor en su manifestación natural.
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