La osadía de los japoneses para expresar el erotismo a través del arte se remonta siglos atrás. Sus representaciones pictóricas sexuales fueron más allá de la solemnidad de las relaciones de pareja, llevaron la irreverencia sexual a un nivel jocoso, demostrando que podían abordar el concepto de sexualidad desde un sentido meramente genital.
Hacia 1840 el artista japonés Utagawa Kuniyoshi hizo estos grabados en madera que muestran a unos ingeniosos perros mapache que convierten sus escrotos en útiles herramienta.