Liz McDonald, maestra de yoga en el estudio Brazilian Yoga, inicia su clase a las 4:25 de la tarde como cortesía e invitación a los stoners de Glendale, California --no muy lejos de ahí, en San Rafael, Los Waldos acuñaron el hábito de reunirse a las 4:20 a fumar marihuana. La clase, "4:20 Remedy Yoga", se mueve con lentitud; McDonald invita a sus alumnos a relajarse y sentir que su mat es una alfombra mágica.
Este guiñó a la marihuana viene de que, en una sociedad donde la marihuana médica está ampliamente difundida, McDonald ha descubierto que ésta puede ser una herramienta útil para potenciar el aprovechamiento del yoga, una disciplina donde la relajación y la introspección son claves. "He descubierto que [la marihuana] es una herramienta valiosa en la ensañanza. La incredulidad es mi más grande obstáculo. La gente no cree que puede sentir su propio latido o que puede enviar aire a sus apéndices. Un poco de marihuana los relaja hacia la comprensión. Y si quieres solamente echarte en el suelo en mi clase, eso está bien", dice McDonald.
En San Franciso, la instructora Dee Dussault imparte la clase Ganja Yoga, en donde mezcla las técnicas ancestrales del tantra, el yoga y la estimulación psicoactiva sagrada. "El yoga tántrico dice que debes de usar las herramientas que están disponibles para llegar a la trascendencia", sostiene Dussault. Algunos promotores de esta fusión argumentan que en los sutras se habla de la "hierba" como uno de los cinco métodos para alzar el velo de la ignorancia, o la barrera entre la mente consciente y la mente inconsciente --pero los críticos señalan que esa hierba podría ser cualquier otra.
Este tipo de prácticas sincréticas tienen numerosos opositores más puristas. "Una de las cosas que enseña el yoga, incluso en que algo que puede ser tan simple como sostener una posición incómoda, es cómo tolerar la realidad", dice la instructora Nancy Romano. "Cualquier sustancia que altera nuestra habilidad de estar con aquello que realmente está pasando debería ser evitada".
Sin duda un tema polémico, border del doping, de lo profano y sagrado, de lúdico, lo irreverente y lo tradicional. ¿Quién tiene la mente más abierta, el que admite que se puede beneficiar del uso de drogas como la marihuana para aumentar su capacidad de entender y explorar una disciplina ancestral, o el que no necesita de un aditamento para profundizar en el presente, relajándose y asimilando la totalidad de una práctica? ¿O en realidad hay conflicto entre estas dos visiones?
El yoga sin duda es una de las disciplinas físico-espirituales que más innovación ha generado en su propio ejercicio: yoga con marihuana, yoga teórico en el espacio sideral, o doga (yoga con perros), son algunas de las más estimulantes recreaciones de esta tecnología de unión espiritual a través del cuerpo.