Era una apacible tarde en la hermosa Bali cuando Ngurah Alit tuvo la idea de experimentar sexo con una vaca, penosamente fue cachado en el momento climático del acto. El joven aseguró que la vaca lo había seducido, pero la excusa no fue válida para las autoridades balinesas que lo condenaron a casarse con el animal.
La ceremonia se llevaba a cabo cuando Ngurah se desplomó debido a la enorme pena que lo invadió. Para resarcir el daño, el joven simbólicamente fue ahogado en el mar como un gesto de purificación, mientras la vaca sí fue sacrificada.
La madre de Ngurah comenzó a gritar histéricamente cuando cientos de personas comenzaron a disparar su cámara a fin de obtener la mejor imagen del enlace matrimonial.
En ocasiones, las penas dictadas por las tradiciones son más severas que aquellas erigidas por las leyes de algún gobierno, como en Sudán, donde un consejo de ancianos decidiera castigar a un hombre que tuvo sexo con una cabra, obligándole a casarse con ella.