Ante esta situación, y luego de que los hombres involucrados desoyeran las peticiones de sus mujeres para dar fin al enfrentamiento, la población femenil decidió recurrir a una infalible estrategia: las mujeres ambas aldeas acordaron instaurar una huelga de sexo hasta que sus maridos decidiesen acordar el término del conflicto. Obviamente todos sabemos que esta historia tiene un final feliz, ya que la paz fue rápidamente acordada y seguramente los hombres fueron premiados por sus pacificas mujeres.
Es curioso como, si bien el sexo y la violencia comparten la misma región del cerebro al activarse ya sea el deseo sexual o un impulso violento, en esta ocasión las mujeres filipinas lograron hackear esta naturaleza neuroviolenta de la actividad sexual y la utilizaron como un eficiente instrumento de paz.