Lingüistas dan forma al primer diccionario del celta antiguo
Sociedad
Por: Carolina De La Torre - 12/09/2025
Por: Carolina De La Torre - 12/09/2025
Durante siglos, el celta antiguo ha permanecido como un eco fragmentado en la historia. Una lengua que sobrevivió a medias, dispersa entre crónicas romanas, nombres de antiguos asentamientos y piedras erosionadas por el tiempo. Hoy, un equipo de especialistas de la Universidad de Aberystwyth decidió reconstruir ese rompecabezas: están creando el primer diccionario completo del celta antiguo, una herramienta que busca iluminar cómo se hablaba en partes del Reino Unido e Irlanda hace más de dos mil años.
El proyecto parte de una realidad incómoda: casi todo se perdió. No existen largos textos literarios ni registros formales. Lo que queda son migajas lingüísticas que ahora, por fin, se están reuniendo en un solo lugar. Los investigadores estiman que el diccionario superará las mil palabras, un número modesto si se compara con otros idiomas antiguos, pero suficiente para comenzar a reconocer patrones, conexiones y pistas sobre cómo sonaba el mundo celta antes de entrar en la historia escrita.

Las fuentes que están utilizando son tan diversas como escasas. Van desde el famoso relato de Julio César sobre su avance por el norte de Europa hasta lápidas conmemorativas que sobrevivieron a pesar de guerras, invasiones y climas poco amables con la piedra. Todo lo que se encuentre entre el 325 a. C. y el 500 d. C. entra en la reconstrucción: nombres de lugares, referencias étnicas, anotaciones administrativas y las pocas inscripciones que persistieron.
El Dr. Simon Rodway, especialista en lenguas galesas y celtas, describe el proyecto como un ejercicio de memoria histórica. Por primera vez, estas fuentes dispersas se revisan de manera conjunta para dibujar una imagen más clara del paisaje lingüístico de Britania e Irlanda en sus primeras etapas documentadas. Para él, este diccionario no solo importa a los lingüistas. También abre una puerta para arqueólogos, historiadores y quienes estudian la huella genética de las poblaciones antiguas.
El celta antiguo dejó rastros en lenguas modernas como el galés, el irlandés, el gaélico escocés, el bretón y el córnico. Aunque hoy son lenguas distintas y con caminos propios, comparten raíces que pueden detectarse al revisar las pocas palabras heredadas. Un ejemplo es la palabra para mar: môr en galés y muir en irlandés antiguo. Ambas se reflejan en “Mori”, presente en nombres celtas antiguos como Moridunum, que significa “fuerte marino” y que corresponde a la actual Carmarthen en Gales. Estos pequeños puentes sirven para entender qué partes del idioma sobrevivieron y cuáles se transformaron.
Rodway explica que, fuera de unas cuantas inscripciones halladas en Britania durante la época romana, casi todo lo que se conoce del celta antiguo proviene de documentos escritos en latín o griego. Son textos que mencionan grupos, regiones o personas cuyos nombres revelan su origen celta. A eso se suma el análisis de topónimos, que durante años ha permitido intuir la presencia de ciertas raíces lingüísticas. El objetivo del diccionario es ensamblar todo esto y revisar qué patrones se repiten, cuáles desafían lo que se creía y qué nuevas líneas de estudio se pueden abrir.
Parte importante del material proviene del periodo romano en Britania, entre los siglos I y IV. Cuando los romanos se instalaron, dejaron registros administrativos, informes militares e incluso cartas de soldados que mencionan palabras locales. Aunque casi todo está escrito en latín, hay términos que se deslizan y revelan su origen celta. En Irlanda la historia es distinta. Al no haber formado parte del Imperio romano, la cantidad de material disponible es menor y comienza a aparecer hasta mediados del siglo II.
Otro recurso clave son las inscripciones hechas con el alfabeto Ogham, un sistema de líneas verticales y diagonales talladas en piedra, hueso, madera o metal. Estas marcas, presentes en zonas como Cornualles e Irlanda, guardan información valiosa aunque limitada. En el norte de Europa la escritura no tuvo la misma presencia que en las civilizaciones mediterráneas, así que para reconstruir la historia hay que recurrir a nombres propios, inscripciones aisladas y la persistencia de ciertos sonidos que sobrevivieron entre los pueblos.
El plan final es publicar el diccionario en formato impreso y digital. Más que un libro, será una invitación a mirar una lengua que parecía definitivamente perdida. Una forma de regresar a un pasado donde los idiomas cambiaban con el territorio, las migraciones y las conquistas, y donde incluso unas cuantas palabras pueden reconstruir una historia entera.