Australia veta las redes sociales para menores de 16 años
Sociedad
Por: Carolina De La Torre - 12/09/2025
Por: Carolina De La Torre - 12/09/2025
Australia decidió hacer algo que parecía imposible en la era del scroll infinito: apagar, de golpe, las redes sociales para todos los menores de 16 años. Una medida histórica que dejó a millones de niños y adolescentes fuera de TikTok, Instagram, YouTube, X, Snapchat, Reddit, Twitch, Threads y más. La prohibición entró en vigor esta semana y ya abrió un debate que mezcla preocupación, alivio y una larga lista de consecuencias que apenas empiezan a asomarse.
La orden es clara: si tienes menos de 16 años, las plataformas deben eliminar tu cuenta y bloquearte el registro. Las empresas que no cumplan se enfrentan a multas de hasta 49.5 millones de dólares. Es una decisión inédita en el mundo, respaldada por encuestas que muestran que dos tercios de los votantes apoyan elevar la edad mínima para usar redes sociales. Pero, aunque contundente, la medida llegó con tropiezos.
Durante los últimos días, muchos adolescentes estuvieron verificando su edad, pidiendo teléfonos prestados, intercambiando números y preparándose para la desaparición de sus perfiles. Algunas pruebas de verificación —incluidas las faciales— fueron superadas sin problema por menores de 16 años, y el gobierno admitió que no espera un sistema perfecto desde el primer día.
Aun así, casi todas las plataformas aceptaron cumplir. X fue la excepción: no informó claramente a sus usuarios cómo aplicaría la prohibición, aunque la comisionada de seguridad electrónica, Julie Inman Grant, aseguró haber presionado para que lo hiciera. Incluso Bluesky, que no estaba obligada por su baja base de usuarios en Australia, decidió sumarse al veto.
Australia acaba de hacer lo impensable: desde diciembre de 2025, los menores de 16 años no podrán usar redes sociales.
— Jesus Velazco (@Jesusve931) December 3, 2025
No es un debate. No es una recomendación. Es ley. pic.twitter.com/ilTyQVlQZx
Las reacciones entre padres y adolescentes son tan diversas como las formas en que usan Internet. Una madre contó que su hija de 15 años estaba angustiada: Snapchat la clasificó como menor de 16, mientras que casi todos sus amigos “milagrosamente” pasaron por mayores de 18. El temor no era solo perder la cuenta, sino quedar fuera de la vida social: la organización de fiestas, chistes internos, mensajes rápidos que definen la pertenencia a un grupo.
Otros padres, en cambio, celebraron la prohibición. Algunos la vieron como un respiro necesario, un marco externo que les permite poner límites que antes se sentían imposibles. “Mi hija era completamente adicta”, compartió un padre, convencido de que la medida llegó justo a tiempo.
Y también están los padres que, entre resignación y pragmatismo, enseñaron a sus hijos a evadir la ley. VPN, trucos de verificación, creación de cuentas adultas: herramientas que normalmente se asocian al anonimato digital ahora forman parte de una conversación familiar incómoda. “Le tuve que enseñar cómo saltarse las restricciones”, dijo uno. “Si no lo hago, se queda completamente fuera”.
La prohibición ya llamó la atención internacional. Países como Malasia, Noruega y Dinamarca estudian adoptar medidas similares. La Unión Europea incluso aprobó una resolución para explorar restricciones por edad y el gobierno británico dijo que está “observando de cerca” la estrategia australiana.
Mientras tanto, dentro del país, empieza la fase más difícil: evaluar si la prohibición realmente funciona. El regulador enviará avisos a todas las plataformas para saber cuántas cuentas eliminaron, cómo piensan evitar reincidencias, cuántos intentos de evasión detectan y qué tan bien operan los sistemas de denuncia y apelación.
El propio primer ministro, Anthony Albanese, explicó que el objetivo no es la perfección inmediata, sino establecer un estándar claro, como sucede con la edad legal para beber alcohol. Aunque algunos adolescentes logren esquivar la regla, la existencia de un límite —dicen— es ya un mensaje contundente.
La prohibición no termina en la eliminación de cuentas. Ahora, un grupo académico realizará una evaluación independiente para entender los impactos a corto, mediano y largo plazo. La comisionada Inman Grant ya lanzó las preguntas clave:
Y, sobre todo, ¿qué efectos tendrá en las zonas que no se ven? Desde la migración a rincones más oscuros de Internet, hasta el aprendizaje forzado de herramientas como VPN para evitar restricciones. Antes de la entrada en vigor, muchos adolescentes publicaron sus números de teléfono en Snapchat para mantenerse en contacto ante el cierre inminente de sus cuentas. La plataforma, preocupada, pidió que no compartieran información personal de forma pública.
El regulador también contactó a plataformas emergentes —como Yope y Lemon8— que repentinamente subieron en descargas. El objetivo es saber si deben incluirse en esta nueva era de control digital para menores.
Australia acaba de dibujar una línea que el mundo no había intentado cruzar. Una frontera entre la infancia, la adolescencia y la potencia infinita —y peligrosa— de las redes sociales. Lo que sigue será un experimento social a gran escala: un ensayo sobre cómo crecen, se relacionan y se sienten los jóvenes cuando el acceso constante a las pantallas deja de ser un derecho automático. Una apuesta arriesgada que podría redefinir la vida digital de toda una generación.