«Demonios» de Dostoievski: el precio del idealismo extremo
Libros
Por: Carolina De La Torre - 03/18/2025
Por: Carolina De La Torre - 03/18/2025
Hay novelas que arden desde adentro, que no se limitan a contar una historia, sino que desgarran las costuras de una época. Los demonios de Fiódor Dostoievski es una de ellas: un torbellino filosófico donde las ideas —como brasas encendidas— devoran a sus personajes y arrasan las estructuras sociales.
Pero entender esta obra requiere mirar más allá de sus páginas, hasta el propio abismo que habitó su autor. En el San Petersburgo de mediados del siglo XIX, Dostoievski no era solo un joven escritor: era parte del Círculo Petrashevski, un grupo de intelectuales que soñaban con demoler las cadenas de la autocracia zarista. Entre discusiones sobre socialismo utópico y conspiraciones susurradas, las ideas revolucionarias se infiltraron en su sangre.
El precio fue brutal. En 1849, arrestado por conspiración, Dostoievski enfrentó una condena a muerte que, en un giro sádicamente teatral, fue conmutada en el último instante por años de trabajos forzados en Siberia. Esa experiencia, lejos de apagar su fuego interno, lo transformó: las certezas políticas se quebraron y dieron paso a una obsesión más profunda por las fuerzas invisibles que mueven al ser humano.
Demonios es el eco de esa metamorfosis. Más que una crítica al nihilismo revolucionario, la novela es un espejo oscuro donde las ideas –cuando se vuelven absolutas– poseen a las personas como espíritus malignos. Es la advertencia de un hombre que sobrevivió a sus propias creencias incendiarias y volvió con cicatrices imborrables.
Dostoievski no demoniza la revolución; demoniza la devoción ciega a cualquier causa. Al final, su obra nos enfrenta a una pregunta que sigue ardiendo: ¿quién mueve los hilos —el hombre o sus ideas?