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J.K. Rowling sigue estando en el centro de la polémica de las discusiones de género

J.K. Rowling, la célebre autora de Harry Potter, ha vuelto a ser el centro de un encendido debate tras sus recientes comentarios en redes sociales sobre el activismo trans y su intensidad. En respuesta a un artículo de The New York Times titulado “Transgender Activists Question the Movement’s Confrontational Approach” (“Activistas Trans Cuestionan el Enfoque Confrontativo del Movimiento”), Rowling criticó duramente el texto y compartió su experiencia personal, reavivando la discusión sobre la libertad de expresión, el activismo y el discurso sobre la identidad de género.

El artículo, firmado por Jeremy W. Peters y publicado el 26 de noviembre, aborda la autocrítica emergente dentro de la comunidad activista trans. Destaca las preocupaciones de que un enfoque excesivamente confrontativo podría alejar a posibles aliados y obstaculizar un diálogo constructivo. Rodrigo Heng-Lehtinen, director ejecutivo de Advocates for Transgender Equality, subrayó la importancia de fomentar un ambiente donde las personas se sientan cómodas al cambiar de opinión, advirtiendo contra la demonización de quienes no comparten su postura.

Rowling, no obstante, arremetió contra el tono y el enfoque del artículo, calificándolo como un “reescribir de la historia.” En sus declaraciones, expresó frustración por lo que percibe como una minimización del daño causado por los elementos más extremos del activismo trans. La autora relató experiencias personales que incluyen amenazas de muerte, intentos de doxxing contra su familia y un aislamiento social generalizado. Además, destacó que muchas personas que cuestionan aspectos de la ideología de género han sufrido despidos, agresiones físicas y riesgos de seguridad personal.

Entre sus ejemplos, mencionó a la endocrinóloga británica Dra. Hillary Cass, quien supuestamente recibió advertencias de seguridad sobre el transporte público. Este caso, según Rowling, subraya una cultura que, en su opinión, sofoca el debate abierto mediante intimidación y violencia.

Las declaraciones de Rowling han generado reacciones polarizadas. Sus detractores sostienen que su discurso perpetúa el daño hacia la comunidad trans, al confundir incidentes aislados con el movimiento en general y tergiversar los objetivos de los activistas trans. Por otro lado, sus seguidores la ven como una defensora de la libertad de expresión y una figura que desafía lo que consideran un exceso ideológico.

Este debate plantea preguntas más amplias sobre la ética y la eficacia del activismo. El llamado de Heng-Lehtinen a un enfoque menos confrontativo refleja una creciente conciencia de que un activismo basado en la hostilidad puede alienar a posibles aliados. Como señaló: “No podemos demonizarlos por no estar de nuestro lado. Nadie quiere unirse a ese equipo.”

La crítica de Rowling pone de manifiesto la tensión entre la defensa de derechos y la gestión de las reacciones negativas. Su afirmación de que aún queda lejos un “ajuste de cuentas” completo sobre la ideología de género sugiere que el consenso social será difícil de alcanzar. Mientras tanto, su alusión a “pruebas” asegura que la historia de este debate tan controvertido no será olvidada ni ocultada.