Friedrich Nietzsche tenía una profunda admiración por Johann Wolfgang von Goethe, en quien veía un ejemplo de la posibilidad de la superación del hombre, una encarnación de muchos de los ideales que él mismo exploraría más tarde en su concepto del Übermensch. Nietzsche llegó a llamar Conversaciones con Goethe de Johann Peter Eckermann “el mejor libro alemán que existe”. Este elogio subraya cómo Nietzsche veía a Goethe no solo como un genio literario, sino como alguien cuya vida y filosofía se acercaban más a su visión de la grandeza humana. La vasta intelectualidad de Goethe, su inquebrantable búsqueda de la verdad y su capacidad para reconciliar las contradicciones de la vida resonaban con Nietzsche, quien consideraba a Goethe como un proto-Übermensch, un hombre capaz de trascender la mediocridad y vivir más allá de la moral convencional.
La vida de Goethe, tal como se describe en Conversaciones con Goethe, muestra un viaje intelectual notable que se alinea con las ideas de Nietzsche sobre el individualismo, la superación personal y el rechazo de las ideologías estrechas. El libro en sí es una recopilación de los pensamientos de Goethe, compilados por Eckermann a lo largo de varios años, capturando conversaciones que van desde reflexiones sobre arte y literatura hasta meditaciones más profundas sobre la vida, el genio y la cultura. Estos diálogos ofrecen una ventana a la mente de un hombre que Nietzsche consideraba uno de los mejores ejemplos del potencial humano.
Las meditaciones de Goethe son intemporales y ofrecen ideas sobre la originalidad, el genio y la naturaleza de la grandeza. Por ejemplo, el 22 de marzo de 1831, Goethe reflexionaba sobre cómo el desarrollo de un artista está moldeado por influencias externas, afirmando: “Sin duda, nacemos con ciertas habilidades, pero nuestro desarrollo se lo debemos a mil influencias diferentes del mundo exterior… Lo principal es tener un alma que ame la verdad y la abrace dondequiera que se encuentre”. Estos pensamientos, preservados por Eckermann, muestran la profunda comprensión de Goethe tanto del potencial como de las limitaciones humanas.
Otra temática recurrente es el comentario de Goethe sobre la decadencia de los estándares artísticos, lo que él llamaba “barbarie”. Al lamentar a un grupo de jóvenes pintores, Goethe señaló que la negativa a reconocer la excelencia de artistas como Rafael y Tiziano no era otra cosa que decadencia cultural. Desestimó la idea de que la mera piedad y el genio fueran suficientes para crear gran arte, afirmando famosamente: “no necesitas aprender nada para ser piadoso, y el genio es algo que todos recibimos de nuestras madres”. Estos comentarios reflejan el desprecio de Nietzsche por la mediocridad y su llamado a la cultivación de la voluntad individual hacia el poder.
Johann Peter Eckermann, quien registró fielmente estos diálogos, desempeñó un papel fundamental en la formación de la imagen póstuma de Goethe. Como el propio Eckermann admitió, permitió que el tiempo filtrara las palabras de Goethe, asegurándose de que solo las reflexiones más profundas fueran capturadas. Este enfoque estilizado significaba que la sabiduría de Goethe brillaba en cada pasaje, pero también dejaba a los lectores con un retrato idealizado del hombre. A diferencia del retrato más humano que Boswell hace de Samuel Johnson, el Goethe de Eckermann es casi santificado, rara vez se enfada y siempre es profundo.
A pesar de cierta idealización en el elogio de Nietzsche las Conversaciones son quizá la mejor obra introductoria para acercarse al pensamiento de Goethe, uno de los granes genios en la historia de la humanidad, un hombre que abrazó la totalidad de la existencia y dijo sí a la vida, como Nietzsche quería.
El libro retrata los últimos días de Goethe, en los que el genio alemán encarna el triunfo del espíritu: una existencia serena y pacífica que afronta la muerte con calma y solvencia.